Roma dice “Nunca Más”: faro de Gianicolo se enciende para recordar a los desaparecidos argentinos

Argentina conmemora cada 24 de marzo el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Un día como hoy pero de 1976 el país empezaba a transitar los primeros minutos del último golpe cívico militar que desapareció, torturó, secuestró y mató a miles de argentinos y argentinas.

No solo Argentina recuerda esta fecha que dejará una herida que jamás podrá curarse. En Roma, Italia, el quilmeño Ángel Marasca -que reside allí hace una década- llevó adelante un proyecto para que el Faro Gianicolo se encienda cada 24 de marzo a las 18.45 en memoria de los desaparecidos. 

Este proyecto lo presentó Marasca y fue aprobado por unanimidad en el Concejo romano. Este miércoles se llevó a cabo la presentación oficial en el Teatro Sociale Il Cantiere, donde hubo personalidades reconocidas y testimonios de los sobrevivientes que ahora viven en la Ciudad eterna. 

Ángel Marasca es presidente del Comité Ciudadano de Roma y fue secuestrado y torturado durante su adolescencia en Bernal. En el acto también se hicieron presentes el concejal de Cultura de Roma, Miguel Gotor; Arturo Salerni, abogado que actuó en decenas de juicios contra el Plan Cóndor; Enrico Calamai, ex cónsul en Argentina durante la dictadura que fue perseguido por ayudar a escapar a víctimas del golpe, entre otros. 

Roberto Allegretti, ex concejal, fue uno de los principales impulsores de este proyecto al que llamaron “Roma recuerda a las Madres y Abuelas Desaparecidas”. En la asamblea no solo se votó por encender el faro en esta fecha todos los años, también se aprobó por unanimidad la creación de un monumento, la promoción de seminarios, actividades informativas, nombramiento de calles, plazas, parques y avenidas en memoria de las Madres, Abuelas y desaparecidos en Argentina. 

El faro que se iluminó este 24 de marzo en Roma está compuesto por tres luces que forman la bandera de Italia. Con este gesto, el país europeo busca que el grito de justicia que pide “Nunca más” resuene en todo el mundo. 

Sobreviviente

Ángel Marasca nació en Avellaneda pero se crió entre Quilmes y Bernal. Estudió hasta llegar a la facultad de la Universidad Nacional para estudiar antropología. Las marcas de la dictadura, que comenzó cuando apenas era un niño, nunca se le borraron de la mente.

El destino lo llevó a Italia hace veinte años, poco antes de la crisis económica que se desató en Argentina. Pasaron los años y nunca pudo borrar las marcas que le dejó el último golpe cívico militar que dejó 30.000 desaparecidos, torturados, asesinados y niños secuestrados. 

Un año después de llegar a Roma, caminaba por Monte Gianicolo acompañado de un compatriota y compañero de hogar, Esteban Guerreiro. De su caminata les llamó la atención ver un faro de los que usualmente se ven en las costas. Tras averiguar, descubrieron que este monumento había sido un regalo de los italianos que vivían en Argentina. Allí surgió la idea de que ese sea el punto principal de un homenaje a las víctimas del golpe del ‘76.

Marasca escribió una carta a las autoridades de la universidad de Quilmes para contar su historia y dar detalles del proyecto. Apelando a la memoria, escribió: “En mis años de estudiante pude sentir el testimonio, las historias de represión que sufrimos y ver las fotos de nuestros compañeros desaparecidos en las columnas del patio”.

“Esas fotos me marcaron para siempre”, continuó el escrito. Estas marcas provocaron que durante estos años, tenga pesadillas y sueños recurrentes que le hacían revivir las torturas, ni siquiera cuando dejó Argentina atrás. Recién cuando el proyecto de conmemoración se hizo realidad “mis pesadillas dejaron de existir. Había obtenido justicia”. 

El argentino que reside en Roma compartió los momentos más difíciles que tuvo que vivir y que llegó a ocultarle a sus padres por miedo. Cuando tenía doce años, mientras jugaba con sus amigos en la plaza del barrio, fue detenido por un grupo de tareas y recordó ese momento como un “hecho atroz”. Más tarde, en 1985 cuando la democracia había vuelto pero los restos de la dictadura estaban más vivos que nunca, fue secuestrado en una comisaría de Bernal, torturado, humillado, sometido a simulacros de fusilamiento durante doce horas y amenazado de muerte. Esa sensación no se la olvidará más.

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