Lo que cuesta, vale; bañado en angustia tiene vida en la Copa
Edición Impresa | 3 de Marzo de 2022 | 01:57

Martín Mendinueta
@firmamendinueta
Sigue. Empapado en sudor y sobrándole sólo un empuje generoso que lo exime de cualquier reproche anímico, el León del Ruso cumplió la meta de mostrarse copero.
Siempre estuvo claro que la noche no tendría un final tibio. Sólo había que esperar para saber cuál de los extremos le tocaría vivir. Y fue el de la fiesta a puro desahogo. Audax le costó mucho. En algún aspecto le servirá para valorar en su justa medida el paso que acaba de dar. Todavía no ingresó a la instancia de grupos y ya tiene el ritmo cardíaco al galope.
ganó un primer tiempo que lo acercó literalmente al infarto
El inicio y el final del primer capítulo generaron sensaciones límite imposibles de disimular o confundir. A los cuatro minutos, cuando el platense Palacios desperdició un mano a mano soñado con Andújar (ante un error grueso de Rogel), la multitud supo que no sería una noche de trámite sencillo.
Sin jugar bien, Estudiantes transitó ese lapso tenso, impreciso, nervioso y dándose cuenta de que no estaba entregando su mejor versión. Audax puede ser un rival modesto, desnudo de brillos glamorosos, pero de ninguna manera se lo puede tildar de un equipo tonto, que no muestra nada ni sabe nada. Tiene poco y lo administra con un más que respetable trato de pelota a ras del césped.
Imperfecto, por momentos sin contención ni juego creativo en el mediocampo, el Pincha fue para adelante empujado por el griterío ansioso de sus hinchas.
Algo especial tiene Agustín Rogel con Estudiantes. Grandote, lento, sacrificado, humilde, en alguna ocasión torpe y siempre temible cabeceador en ataque, fue el que encendió la ilusión y vigorizó la esperanza. Sí, el mismo uruguayo que, alternando buenas y malas, está cada vez más acostumbrado a la idiosincrasia del club que lo cobija, anotó un Señor gol.
Zielinski se fue al entretiempo sabiendo que sus dirigidos no habían jugado bien, pero que lo conseguido por el grandote del fondo debía ser el inicio de la epopeya buscada.
Otro gol de córner, la vieja pizarra nunca pasa de moda
Encajado en el tedio, cayendo en la trampa del off side y sin el dominio que le reclamaba la situación, el segmento decisivo fue un gotero lento y tensionante.
El huésped nunca se metió atrás. Su rasgo más elogiado fue la permanente intención de jugar buscando sociedades.
Para que el cuento tuviera todavía más coincidencias con la historia del club, el alarido que rompió los cristales de la noche fue producto de una virtud de la casa. Tiro de esquina rápido y gran anticipo del Loco salvador.
Fue el Laboratorio Pincha en estado puro.
Leandro Díaz le da locura y goles a un Estudiantes que lo necesita. Ya no lo critican. Lo respetan
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