Daniel Melingo: “Los creadores rara vez saben de dónde viene la creación”
Edición Impresa | 7 de Mayo de 2022 | 03:51

Un artista bloqueado (el mítico Ricardo Mosner, artista argentino multidisciplinario radicado en Francia), una mala ¿o buena? influencia que lo arrastra a desventuras (vestido de Daniel Melingo), y París de fondo: con estos elementos se construye la ficción con mucho de documental, o el documental exagerado y ficcionado, que es “El teorema de Mosner”, que debuta hoy en El Cultural San Martín porteño, donde podrá verse hasta fines de mayo, y que marca el debut de Melingo en la dirección de cine, trabajo que emprende junto a Esteban Perroud.
“Una historia que tiene varios ribetes”, adelanta Melingo, en diálogo con EL DIA, sobre su incipiente carrera de realizador cinematográfico. “Me acerqué al cine como actor”, relata el ex Los Abuelos y Los Twist, que llegó a la pantalla grande convocado por “Coco” Barone. Aquel trabajo en “Zenitram”, de 2009, habilitó el llamado de otros cineastas como Mariano Galperín, Luis Ortega y Germán Tejeira que “me convidaron papeles en sus películas”, y así “me fueron acercando al lenguaje, me fui interesando en la cuestión cinematográfica, en pensar tramas”.
Adelantamos la película hasta “hace unos tres o cuatro años”. Por entonces, Melingo acababa de lanzar “Anda”, segunda parte de una trilogía que se inició con “Linyera” y completó en 2020 con “Oasis”, un tríptico en el que juega con la figura del linyera y en el que explorando sus raíces musicales va al encuentro de la rebética, el tango, el blues, el flamenco y el fado, “músicas ligadas a la resistencia” que aún persisten, dando a luz al tango rebético, mezcla de la típica música ciudadana con los sonidos del género propio original de Grecia, en donde el artista tiene raíces, según descubrió hace algunos años atrás.
La cuestión es que quería acompañar el lanzamiento de “Anda” con una pieza audiovisual, y de la mano de Esteban Perroud, que había colaborado ya con Melingo en sus videoclips, “se nos ocurrió la idea de musicalizar una película con la música del disco. Y a partir de ahí, le fuimos dando forma a esta película”, “El teorema de Mosner”.
“Un ejercicio lúdico”, lo define, que con “los motivos musicales de ‘Anda’” muestra la vida de Mosner en París, aunque “con todo está bastante exagerado, ficcionado”: el procedimiento es similar al que Mariano Galperín utilizó en “Su realidad”, que sigue la presentación de “Linyera” con Melingo como protagonista de un falso documental; y, dice Melingo, esa también fue una semilla para el proyecto. (De hecho, adelanta, “Oasis”, cuya música también musicaliza una ópera, tendrá el mismo tratamiento).
“Con ese ejemplo fuimos viendo la posibilidad de hacer una continuidad en ese estilo, entre el documental y la ficción”, pero ahora para “Anda”, y así, lo que comenzó con un rodaje documental de la presentación del disco en el Maipo mutó hacia una película que borronea los contornos entre lo real y lo ficticio.
“Perroud se incorporó a mis asiduos viajes a Europa en estos últimos años, pudiendo rodar en París esta idea que se nos fue ocurriendo sobre la marcha, primero eligiendo al personaje central, Ricardo, para una ficción-documental”, explica Melingo sobre el protagonismo de Mosner, performer, artista plástico, figura fundamental de la escena artística que se instaló en Francia en los años 70, después de viajar con Miguel Abuelo, Victor Kesselman y un colectivo de artistas multidisciplinarios.
¿Por qué Mosner y no él como protagonista de la película sobre el disco de Melingo? “Nos pareció bueno correr el protagonismo a Mosner, que tiene una capacidad grande de improvisación, histrionismo, y que construye una química importante conmigo y mi personaje, que contrapesa su actuación”, responde el artista que, de todos modos, no solo dirige sino que también actúa en el filme, como “una aparición que solo Ricardo ve”. No se hablan, pero Melingo, con su música, influencia ¿para bien? ¿para mal? a Mosner, que atraviesa una profunda crisis suscitada por un bloqueo creativo absoluto.
“Inevitablemente, a todo creador le pasa, es una crisis muy común. Y nos parecía importante ahondar en un tema con tanto misterio como la creación: si uno le pregunta por el momento de la creación a los creadores, rara vez pueden saber a ciencia cierta de dónde viene y cuando para la creación. Y me pareció interesante poder tratar este tema de esta manera, de forma lúdica”, cuenta Melingo.
Mosner, con Melingo en el ala, busca inspiración en la noche parisina, algo que también empapa la música de Melingo: “La noche es un lugar donde hay menos movimiento, menos luz, menos sonido: quizás es un lugar ideal para la creación”, dice, al respecto. Y agrega: “Por otro lado, las locaciones nocturnas tienen que ver con la vida del artista plástico, que oscila entre la soledad, en su taller, y su punto de inserción social en las inauguraciones, donde diletan estos personajes que vemos, especie de foros sociales para el creador que suele trabajar solo… aunque justamente rompemos ese mito en la película, justamente trabajando juntos, tocando y pintando”.
Con momentos de suntuosidad tratados con un poco de sentido del ridículo que recuerdan al cine de Paolo Sorrentino, Melingo cuenta que en realidad esos vernissage fueron “montadas de forma cinematográfica pero reales, eran eventos a los que accedimos por Ricardo”.
“El teorema de Mosner” se puede ver hasta fines de mayo en el Cultural San Martín
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