Las otras caras del bullying: deserción y bajo rendimiento escolar

Es un problema que se potenció en la post pandemia y se agrava usando como trampolín a las redes sociales. Se estima que 50.000 chicos argentinos nunca volvieron al aula, tras la crisis sanitaria, por esta causa

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Son muchas las cosas que la pandemia cambió profundamente. Una de ellas, para muchos inesperada, es el bullying, que en esta post pandemia plantea desafíos tan nuevos como complejos para los que las instituciones todavía no están preparadas.

Javier Miglino, abogado experto en Asuntos de Derechos Humanos y Protección de la Niñez y cofundador de la ONG internacional Bullying Sin Fronteras, expone estas conclusiones en diálogo con este diario, en el que plantea que si por algo se caracteriza el bullying post pandemia es por haber crecido tanto en cantidad de casos como en la gravedad de los mismos y por haber potenciado el poder de las redes sociales como ámbito de creación y replicación de las situaciones de acoso.

Para ilustrar la magnitud que el Bullying tiene hoy en la Argentina, desde la ONG ofrecen una serie de cifras que surgen de estudios propios y de organismos como Unicef.

Una de ellas dice que alrededor de 50.000 chicos no volvieron a la escuela después de la crisis sanitaria generada por el coronavirus para evitar reencontrarse con situaciones de bullying. Se trata generalmente de chicos que cursan el secundario y tienen entre 14 y 18 años, quienes pueden tomar decisiones relacionada con su escolaridad.

Pero asociado a ese número hay otro igualmente escalofriante: alrededor de 10.000 chicos del AMBA y La Plata concurren a clase cada día con miedo por ser víctimas de bullying.

El problema del bullying y del ciberbullying volvió a ubicarse en el centro de la atención durante la última semana a partir de una denuncia de un caso en el colegio Albert Thomas, un hecho que terminó con un chico internado.

Aumento del 20%

Según los datos que maneja la ONG Bullying sin Fronteras, entre 2019 y hoy la cantidad de casos de bullying en la Argentina creció un 20%, pasando en ese lapso de los 12.300 a los 14.800 casos.

Estas cifras convierten a nuestro país en uno de los que más casos de bullying y ciberbullying registra en el mundo.

Según los datos de la entidad, siete de cada diez niños, niñas y adolescentes en la Argentina sufren bullying y otro tipo de maltratos en entornos escolares.

De los datos mundiales que maneja la entidad se desprende que la problemática del acoso escolar o bullying y del acoso cibernético o ciberbullying, causan al año más de 200.000 muertes en todo el mundo, entre suicidios y homicidios.

El bullying o acoso escolar se define como la forma de comportarse o dirigirse a otra persona, ya sea de manera verbal o física, causando un daño temporal o permanente en la víctima.

Se trata de un tipo de hostigamiento reiterativo de una o más personas hacia sus semejantes, en el cual la víctima sufre de amenazas, intimidación, manipulación e inclusive agresiones físicas, por eso, es “un enemigo silencioso que se nutre de la soledad, la tristeza y el miedo”, según destaca Miglino..

Las estadísticas de casos de bullying por cada provincia arrojaron que la Ciudad de Buenos Aires presentó un 18%, Buenos Aires un 14%; Santa Fe 8%; Córdoba 7 %; Mendoza 6%; mientras que para Jujuy, Misiones, Neuquén, San Juan y San Luis un 4%; para Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Río Negro y Salta un 3%.

En tanto, para Formosa, La Pampa, La Rioja, Tucumán, Santa Cruz fue de 2%; y las provincias que registraron el porcentaje más bajo de acoso fueron Catamarca y Tierra del Fuego con 1%.

Pero lo que más preocupa a los especialistas es la forma en que el bullying y el ciberbullying cambiaron tras la pandemia, convirtiéndose en más difícil de controlar y descolocando a los sistemas educativos en todo el mundo.

“Es probable que se tarde entre 3 y 5 años en acomodarse a la nueva situación y en crear respuestas eficaces frente a las nuevas formas que asume el bullying en la post pandemia “, le dijo a este diario Miglino.

Para el dirigente “a nivel internacional, la pandemia en el tema del bullying obró como un yunque que cae de una terraza. Nadie se lo esperaba, después del encierro los chicos volvieron a la escuela con una mayor agresividad y ansiedad, una situación que sorprende tanto a padres como a docentes”.

Por otra parte, el aislamiento y la crisis sanitaria potenciaron la vida digital, lo que hizo que más actividades migren las redes sociales. Como consecuencia de eso, dice Miglino, “hoy ya no hay una diferencia entre bulllying y ciberbullying. Todo forma parte de lo mismo. Hay cuatro redes sociales que resultan venenosas en cuestiones de bullying y son Facebook, Twitter, WhatsApp e Instagram. Las redes sociales, donde no hay control, acrecientan el poder del victimario y prolongan el tiempo de exposición a la situación de bullying. Así, si hace 30 años un chico que sufría bullying lo padecía solo en el horario escolar y entre su grupo, hoy esta situación se prolonga las 24 horas a través de las redes y se extiende a otros ámbitos”, dice Miglino quien agrega que “el chico que es víctima de bullying hoy no tiene descanso”.

Por otra parte, el dirigente destaca que “los ataques son tan profundos y han crecido tanto en magnitud, que hoy se puede decir sin dudar que el bullying mata”.

Hay mecanismos, que a pesar del concurso cada vez más importante de las nuevas tecnologías y el peso de una agresividad mayor, se mantienen constantes. Y tienen que ver con esos elementos que hacen que los chicos se conviertan en vulnerables al bullying.

Esos elementos, siguen siendo tres: la soledad, la tristeza y el miedo.

“La soledad hace que los chicos sientan que no pueden contarle a nadie lo que les está pasando, ni a sus padres ni a sus profesores y sienten a su vez que nadie los puede ayudar. La tristeza surge de la impotencia ante una situación que lo supera y frente a la cuál no sabe cómo actuar, El miedo se convierte en un elemento que hasta hace que algunos, que tienen la posibilidad de elegir, abandonen la escuela para escapar a la situación de bullying”, dice el dirigente.

Según los datos de la entidad, actualmente son más de 10.000 los chicos de entre 6 y 18 que tienen miedo de ir a la escuela a causa del bullying en el AMBA.

Ese miedo conduce a muchos chicos, sobre todo a los adolescentes de entre 14 y 18 años, que tienen un mayor poder de decisión, a abandonar la educación formal como consecuencia del bullying.

Así, según los datos que maneja la entidad y que fueron elaborados por UNICEF, en la Argentina, tras la crisis sanitaria motivada por el coronavirus, 1.000.000 de chicos no volvieron a la escuela.

“Unicef estima que de ese total, un 5% (50.000 chicos) no volvieron a la escuela como consecuencia del Bullying”, dice Miglino.

Desde la entidad observan cómo la nueva situación sorprende a los sistemas educativos del mundo, que todavía no logran implementar respuestas eficaces.

“El bullying y el ciberbullying plantean hoy una situación difícil a los sistemas escolares del mundo, con un mayor grado de agresividad y el protagonismo de las redes sociales que dificultan el control. Frente a este panorama, los sistemas educativos no están aggiornados, no están preparados para un golpe como éste. La respuesta va a requerir la participación de todos los actores de la comunidad educativa: los educadores, los chicos los padres, las autoridades. Pero es probable que lleve entre 3 y 5 años elaborar respuestas eficaces ante el nuevo escenario”, dice Miglino.

Lo cierto es que se está dando una situación para la que las instituciones no están preparadas.

“Y en ese marco, los chicos que son víctima de bullying, se están quedando solos”, dice Miglino.

las redes sociales

En cuanto al lugar que ocupan las redes sociales en este nuevo escenario, los especialistas coinciden en destacar que es crucial, aunque con miradas diferentes.

Mientras el abogado especializado en nuevas tecnologías Raúl Martínez Fazzalari dice que el bullying se sigue dando primero de manera presencial y desde allí se replica en las redes sociales, desde Bullying sin Fronteras hablan de las redes como ámbitos donde el bullying no sólo se replica, sino que también se crea.

“Las redes sociales, en ese doble rol han venido a incrementar el poder del victimario. Hoy un ataque que antes quedaba acotado a los límites de un aula y al horario escolar se prolonga durante 24 horas y se expande a otros ámbitos”, dicen en Bullying sin Fronteras.

Controlar el bullying en las redes sociales se hace muy difícil y algunos especialistas, como Martínez Fazzalari, sugieren que una de las claves está en la educación de los testigos, evitando que el bullying que está en las redes se siga replicando.

Impacto de largo alcance

Mientras tanto, son muchos los expertos que advierten sobre los distintos impactos que tiene el bullying. Desde el más extremo, representado por las 200.000 muertes que provoca en el mundo -tanto por suicidio como por homicidio- hasta otros menos contundentes pero también importantes, como la deserción escolar o la caída del rendimiento en el aula del alumno que lo padece.

Pero también pueden verse afectados otros aspectos, como la socialización, que se empobrece, el bienestar psicológico, que se reduce, la angustia psicológica, que crece, y el malestar físico, que se incrementa.

Hasta ahí, las consecuencias inmediatas. Pero hay también un impacto que persiste, alcanzando aún a la vida adulta.

Así, se indica que muchas víctimas de bullying sufren secuelas físicas o psicológicas de largo alcance.

Entre estos destacan el pánico a sufrir maltrato en otras situaciones y una vez superada la situación crítica de la infancia o la adolescencia o el bloquearse ante cualquier situación en que alguien alza la voz.

Quienes sufrieron bullying pueden también presentar niveles más altos de depresión, ansiedad, pánico y riesgo de agorafobia que el resto de la población.

50.000
chicos argentinos no volvieron a la escuela después de la crisis del coronavirus para evitar reencontrarse con situaciones de bullying, según los datos que maneja la ONG Bullying sin fronteras y que fueron recopilados por UNICEF. La mayoría de esos chicos tienen entre 14 y 18 años.
10.000
chicos del Área Metropolitana de Buenos Aires y La Plata tienen miedo de ir a la escuela cada día como consecuencia de una situación de bullying, según los datos de la ONG Bullying sin Fronteras.

 

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