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Información General |HISTORIA DE VIDA

Nazareno Fanelli: ladrillo a ladrillo, de la escasez al éxito empresarial y el trabajo comunitario

Testigo de la guerra en su Italia natal, y de una infancia marcada por la austeridad, logró darle forma desde Los Hornos a una compañía muy importante e impulsar el crecimiento de instituciones de la Ciudad como el Hospital Italiano, el club Capital Chica o la Escuela Italiana, entre otras

Nazareno Fanelli: ladrillo a ladrillo, de la escasez al éxito empresarial y el trabajo comunitario

Nazareno Fanelli y esa carretilla de madera que tiene un valor sentimental muy importante. Hoy se luce en el Museo de la fábrica / Sebastián Casali

Ricardo Castellani

Ricardo Castellani
rcastellani@eldia.com

17 de Julio de 2022 | 02:40
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Sobre el cielo de Italia los aviones de la guerra descargaban su arsenal sobre el pequeño pueblo montañés de Collielo, en la región de Gaiole, donde un chico de 7 años contemplaba escondido entre los maizales, en una cueva junto a su madre y sus hermanos, cómo “los aviones daban vueltas y bombardeaban los puentes. Después, cuando se iban, recorríamos las casas y mirábamos lo que habían dejado. Yo era muy chico, pero a esos recuerdos los tengo muy presentes, porque en esos tiempos había visto muchas cosas terribles”.

Nazareno Fanelli tiene hoy 83 años y no olvida todo aquello, como tampoco los rigores de una infancia marcada por la escasez, como que por primera vez probó el sabor de la carne de vaca ya instalado en la Argentina, más precisamente en el barrio de Los Hornos, desde donde, ladrillo a ladrillo, construiría con los años un futuro por demás venturoso.

“ÉRAMOS MUY HUMILDES”

“En Italia, papá trabajaba como zapatero durante los inviernos y hacía changas de cualquier tipo como operario en los veranos, y también había peleado en la guerra. Éramos muy humildes, y muy de vez en cuando comíamos alguna carne de conejo o de las palomas que pudiéramos cazar. Es cierto, yo comí por primera vez carne vacuna cuando tenía 17 años y ya estaba acá. A veces veía cómo la gente le daba la carne que sobraba a los perros y no lo podía creer, como tampoco que había algunos cortes que los carniceros ni siquiera cobraban, porque no los quería nadie y los tenían que tirar, era algo increíble, cuando nosotros ni siquiera sabíamos lo que era la carne. Si una vez mi papá me contó que en una oportunidad se había caído una vaca de la montaña, y en el pueblo se hizo una rifa y los que ganaron la probaron. Y acá se la daban a los perros...”.

“Es cierto, yo comí por primera vez carne vacuna cuando tenía 17 años y ya estaba acá”

Nazareno Fanelli, Empresario

Nazareno nació el 10 de marzo de 1938 en el hospital Camerino de aquel pueblo de Collielo, en Gaiole, provincia de Macerata, hijo de Desio y de doña Dominga, hermano de Italiano y de Josefina Fanelli, y sólo había podido terminar el quinto grado de la escuela primaria, la que recién pudo completar en Argentina, más precisamente en la escuela 28 de Los Hornos, de la calle 78 y 185, “aunque una vez aquí me hicieron retomar desde tercer grado, porque no sabía bien el idioma”, recuerda.

Todavía en Italia, en aquellos años de privaciones dos amigos de papá Desio decidieron venirse a la Argentina, en los tiempos en que muchos se casaban por poder, como el caso de estos “paisanos”, y le prometieron que si encontraban progreso, lo llamarían. Y lo hicieron para invitarlo a la aventura de fabricar ladrillos. Pero Desio Fanelli se vino solo, para probar, y después, si la cosa funcionaba, traer al resto de la familia.

“A los 8 meses de estar aquí, papá nos dijo que nos viniéramos -rememora Nazareno- yo tenía 10 años, Italiano 8 y Josefina, 2. Con mamá nos subimos a un barco de carga, el “Sebastián Gaboto”, y llegamos en el año 1949. Papá y sus dos amigos, que también eran italianos, habían alquilado un campo acá en Los Hornos con tres hornos de ladrillos, y allí trabajábamos todos. Los ladrillos se hacían a mano, al aire libre, y se cargaban en carretillas de madera. Yo ayudaba en lo que podía, pero me gustaba lo que tenía que ver con los caballos, que también se usaban en la fábrica. Era una vida humilde, de mucho trabajo, pero mucho mejor que lo que habíamos pasado en Italia”.

“TIEMPOS DIFÍCILES”

“Igualmente -recuerda- aquellos primeros tiempos en Argentina fueron también difíciles. Desayunábamos mate cocido con pan, y al mediodía gallinas y huevos de la granja. La fiesta era los domingos, cuando mamá cocinaba los fideos italianos, que los hacía muy pero muy bien”.

Con los años, aquellos amigos italianos se fueron independizando, y cada uno de ellos se quedó con un horno para trabajar en su propia fábrica. Y la de Desio Fanelli, en el mismo lugar en que se levanta hoy, en Los Hornos, llegó a producir hasta 100 mil ladrillos por mes, de los de antes, de los macizos. Era una pequeña empresa familiar que progresaba, y ya Nazareno manejaba uno de los camiones de la empresa, que funcionaba las 24 horas de los 365 días del año.

“Fuimos creciendo lentamente -dice Nazareno- yo me casé a los 23 años con María Elvira Martínez, y papá, que había podido regresar a Italia para visitar a sus familiares, cuando volvió me dijo que yo ya era un hombre casado y que podía hacerme cargo de la empresa. Todavía hacíamos los ladrillos a mano, y yo pensé que había que modernizarse, y fue así que conseguimos, con créditos en los que casi nos empeñamos, las primeras máquinas, que nos vendieron desde Pádova, y que hoy están en el Museo, y que al lado de las que se usan en la actualidad, parecen de juguete. Lo cierto es que logramos salir a flote, y ya en el año 73 teníamos a 15 personas trabajando con nosotros, y producíamos unos 250 mil ladrillos por mes, lo que era mucho, pero nada que ver con lo que hacemos hoy, aunque no se puede comparar porque ahora todo se maneja en toneladas, pero si lo midiéramos en unidades, sería algo así como que de los 250 mil por mes de aquella época, pasamos a un millón por día que se hacen ahora”.

De aquel primer matrimonio de Nazareno nacerían tres hijas, Claudia, Patricia y Marcela, y de su segundo matrimonio con Margarita Magdalena Cinquetti, con quien ya lleva 40 años juntos, nacerían otros dos, Paula e Iván, y todos ellos le darían 12 nietos y 7 bisnietos. “Hasta antes de la pandemia -cuenta Nazareno- cada fiesta familiar convocaba a una multitud”.

LOS HORNOS, LADRILLOS, CLUBES Y EL HOSPITAL ITALIANO

De aquella pequeña empresa familiar llamada “Desio Fanelli e Hijos”, nacería otro emprendimiento, que el 1° de julio de 1973 pasaría a denominarse “Cerámica Fanelli”, de Nazareno Fanelli, la que a su vez, en 1997, se convertiría en una Sociedad Anónima familiar integrada por sus hijas Claudia y Marcela Fanelli y sus yernos Gustavo Gicolini -casado con Claudia- y Claudio Moretto -esposo de Marcela- a la que a su vez, en 2006, se incorporaría “Later – Cer” para conformar el grupo “Unicer”, compuesto por seis fábricas en todo el país -Pilar, Quilmes, Córdoba, Rosario, Río Negro y La Plata- hasta llegar a constituirse en una fábrica de ladrillos muy importante.

“Pero el gran visionario de todo esto fue Nazareno -describe uno de sus yernos, Claudio Moretto- porque cuando él se hizo cargo de la empresa familiar, vio que el futuro no eran los ladrillos rellenos que se hacían hasta entonces, sino los ladrillos huecos, que son los que se utilizan en la actualidad, pero además con un sentido ecológico, ya que pasó de utilizar el humus a una tierra más profunda, además de incorporar una tecnología muy avanzada. Nazareno fue algo así como el gran impulsor de los ladrillos huecos en todo el país”.

“Siempre me gustó trabajar en entidades de bien público”

Fue así que de aquellos ladrillos que se hacían a mano y que Nazareno Fanelli transportaba en la carretilla de madera que hoy se luce en el Museo de la fábrica de Los Hornos, se pasó a una industria robotizada en la que los ladrillos son tocados solo por máquinas, en una planta en la que sobre la avenida 66 entre 177 y 179 no dejan de entrar y salir camiones que llegan de todo el país. Una planta en la que también se pueden ver pavos reales, lagunas, ovejas, caballos y todo tipo de animales de granja que el propio Nazareno Fanelli se encarga personalmente de controlar y mantener.

“Me gustan los animales y la naturaleza -dice- y aquí ya había demasiadas máquinas. De ellos es de lo primero que me encargo todos los días cuando llego a la empresa”. Y es que a sus 83 años, no hay día en que Nazareno no vaya a trabajar.

“El dinero no es lo importante. Lo que verdaderamente debe importar es el trabajo y la salud”

“Para mí es un hobby -cuenta- vengo a eso de las 8 de la mañana, y me quedo hasta más o menos las 17. Veo cómo va todo, los animales, la producción, me reúno con los jefes de cada área, y al mediodía almuerzo acá en familia. Yo enseguida empiezo a hablar de trabajo, y los demás me dicen que de eso hablemos a los postres. Pero lo que pasa es que para mí trabajar es un placer”.

¿Es solo eso en la vida de este inmigrante italiano que logró construir un verdadero emporio? La respuesta es que no, porque hay también otros trabajos a los que les dedica su tiempo: el trabajo comunitario.

“Siempre me gustó trabajar en entidades de bien público, básicamente en el Hospital Italiano; en el Instituto de Cultura Italiana Escuela Italiana de La Plata, en el club Capital Chica de Los Hornos y en la Cámara de Comercio de La Plata. Hace más de 30 años que trabajo en ellas, y de todas esas entidades fui Presidente. Ahora soy vicepresidente de todas, porque ya no quiero tener tantas responsabilidades, pero me gusta verlas crecer”.

“Me gustan los animales. De ellos es de lo primero que me encargo todos los días cuando llego a la empresa”

Nazareno Fanelli, Empresario

“Por ejemplo Capital Chica -se entusiasma- es fantástico como creció, y en la actualidad creo que ya es el club más grande de La Plata después de Estudiantes y Gimnasia. Tenemos allí una escuela con jardín de infantes y primaria a la que concurren 450 alumnos, se realizan todos los deportes, hay prácticas de odontología y concurren a todas las actividades más de 600 socios. También me dedico mucho al Hospital, donde soy encargado de mantenimiento, y donde logramos levantar cinco habitaciones VIP que son un lujo, aunque siempre que estuve internado por algún tema menor me alojé en las salas comunes. Del mismo modo me pasa con la Escuela Italiana y con la Cámara. Yo siempre trato de colaborar en todo lo que puedo, y en todas esas entidades llevo puestos muchos ladrillos. Y también me tira Gimnasia, del que soy socio fundador de la Casona de Estancia Chica”.

“NUNCA PARO”

Entre tantas actividades, Nazareno Fanelli se hace tiempo para todas. “Yo no paro nunca -asegura- como dije, todos los días vengo a la fábrica; en el Hospital tengo reuniones de comisión directiva dos veces por semana, igual que en la Escuela Italiana, y en Capital Chica estoy siempre, porque además está cerca de mi casa. En la Cámara de Comercio, en cambio, las reuniones son una vez por mes. Y cuando salgo de la fábrica, paso por el taller de mi hijo Iván, que también tiene un emprendimiento industrial, para ver cómo va todo, porque quiero que a la larga supere todo lo que hice yo”.

Referido a su Italia natal, en tanto, en una de las paredes de su oficina reluce el título de “Cavalieri”, firmado por Silvio Berlusconi, en el que puede leerse “...con la facultá di fregionari delle relative insegne”, otorgado por sus aportes a la cultura italiana en nuestro país.

Mientras tanto, Nazareno Fanelli, camina por los vericuetos de los talleres de esa planta de Los Hornos que es casi una ciudad en sí misma, con sus estacionamientos y sus calles internas, y saluda a cada uno de los operarios que realizan sus labores mientras confiesa que “nos van a retar, porque no nos pusimos el casco”, y tal vez alguno se pregunte cómo, a su edad y en su posición, todos los días esté allí, al pie del cañón.

“¿Porque sabe qué? -reflexiona- el dinero no es lo importante. Lo que verdaderamente debe importar es el trabajo y la salud”.

 

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Nazareno Fanelli y esa carretilla de madera que tiene un valor sentimental muy importante. Hoy se luce en el Museo de la fábrica / Sebastián Casali

Algunos de los pavos reales que viven en el predio de los hornos / Sebastián CASALI

Fanelli, durante una recorrida por el predio de los hornos / s. casali

Fanelli contó anécdotas de su vida y del trabajo en la fábrica / Sebastián CASALI

Fanelli y los ladrillos, una parte esencial de su vida.

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