Por razones sanitarias y estéticas la Ciudad debiera erradicar los microbasurales

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Una vez más se conocen reclamos por la presencia de pequeños basurales en los barrios y en la periferia platense, algunos de ellos muy extensos, convertidos no sólo en endémicas amenazas sanitarias sino, al mismo tiempo, en una negativa demostración de falta de limpieza urbana. Muchos de ellos, como se sabe, terminan derivando en quemas a cielo abierto a partir de incendios intencionales o espontáneos.

El problema tiene dos conocidos orígenes: por un lado, la inconducta de no pocos vecinos que arrojan en la vía pública la basura de sus domicilios -generalmente usan las esquinas para efectuar esas descargas- y, por el otro, la falta de acción por parte de las sucesivas administraciones municipales, que no atinan a resolver este problema que se torna más grave a medida que pasan los años.

En las últimas horas las quejas se hicieron sentir en la zona de Arturo Seguí, en donde algunos frentistas protestaron por la presencia en un predio de desechos que “permanecen desde hace años, en el que pululan roedores y otras alimañas, además del olor nauseabundo que produce”.

El petitorio aludió al basural que se encuentra perimetrado por las calles 407 a la 409, desde la 136 a la 139. Además de ratas menudean también moscas, mosquitos y hasta algunas iguanas y zorros, según detallaron.

Un simple recorrido por todo el distrito, permite comprobar que el problema se presenta en la mayoría de los barrios y localidades platenses. Además de bolsas de basuras y de todo tipo de desechos, se pueden ver montañas de ramas, de troncos y de hojarasca acumuladas en esquinas o paseos públicos, convertidas también en receptáculos de todo tipo de residuos.

Cada uno de esos basurales son testimonios de la indisciplina de muchos pobladores que los arrojan y, a la vez, prueban la negligencia de la Municipalidad en su condición de responsable de la limpieza urbana.

En esos microbasurales esquineros se advierte que la exposición a restos de materia orgánica implica la aparición de riesgos en la salud.

Por lo general, esos basurales crónicos contienen todo tipo de desperdicios domiciliarios, además de plásticos, vidrios, latas, y hasta restos de enseres. Esas acumulaciones atraen roedores e insectos que se convierten, así, en literales transmisores de enfermedades a los seres humanos.

No faltan tampoco muebles desvencijados o artefactos viejos, como cocinas oxidadas, con los riesgos que todo ello implica.

Ecólogos platenses advirtieron que los microbasurales dan refugio a roedores e insectos de toda clase, criándose en ellos, por la acumulación de agua, mosquitos, moscas, vibriones y bacterias, atribuyendo esta proliferación a la pérdida de una visión acerca de lo que debe ser una gestión integral de los residuos en una ciudad.

Aquí se ha dicho muchas veces, que el tema también involucra a la conducta ciudadana. Y que los propios platenses tienen un alto grado de compromiso en el mantenimiento de la Ciudad limpia. Incorporar hábitos ciudadanos que contribuyan a no ensuciar el espacio que es de todos, es una clave importante para garantizar la limpieza de la Ciudad.

En ese sentido, no arrojar residuos a la calle; no contribuir a la formación de basurales; respetar los horarios indicados para sacar la basura a la puerta; cumplir con un adecuado embalaje de los residuos, son todas conductas que cada vecino debe preocuparse por observar.

Pero desde ya que la máxima responsabilidad recae sobre las autoridades, que deben ocuparse de promover y garantizar un eficiente sistema de recolección de residuos y de limpieza general de la vía pública.

 

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