Los motivos de una condena disparatada

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El cuestionamiento iraní a “Los versos satánicos” empieza con su título pero también apunta a determinados guiños literarios más precisos. El autor bautizó al protagonista como “Gibreel Farishta”, que en urdú, significa Ángel Gabriel, y de esta forma lo convierte en el ángel que, en la tradición islámica, sirvió de intermediario entre Alá y Mahoma en los dictados que más tarde compondrían el Corán, el libro sagrado musulmán.

La novela también tiene ciertas marcas que los religiosos condenaron como el uso del nombre Ayesha (o Aisha, la esposa más joven de Mahoma) para referirse a una prostituta, considerar “bastardo” a Abraham o la decisión literaria de incluir la historia de Salman Farsi, el compañero de Mahoma que aparece ridiculizado en la novela de Rushdie. Por el estilo de su narrativa, los críticos han comparado a Rushdie con el realismo mágico de Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes y él mismo ha reconocido en numerosas ocasiones sus importantes vínculos con la literatura latinoamericana.

 

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