“Yuna soy yo”: un homenaje teatral a Aurora Venturini, a la autora y personaje

Marcela Ferradás llevó a las tablas en 2010 la historia de “Las primas”, la reveladora novela de la escritora platense con quien forjó “un vínculo de mucho amor”, y ahora creó una versión unipersonal que trae a La Plata

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María Virginia Bruno

vbruno@eldia.com

Mientras la actriz Marcela Ferradás avanzaba en la difícil tarea de ponerle cuerpo a la primera adaptación teatral de “Las primas”, su autora, la gran Aurora Venturini, se encargó de recordarle con picardía durante algunos de sus varios encuentros: “Yuna soy yo”. Sin embargo, cuando aquella producción del Teatro Nacional Cervantes tuvo su estreno en 2010 en una función especial en el Pasaje Dardo Rocha como una forma de homenajear a la escritora que se mantuvo estoica en la platea, Aurora se levantó de su asiento tras el aplauso final y, al oído, le regaló una frase que al día de hoy le eriza la piel: “Ahora Yuna sos vos, nena”.

A doce años de aquella primera versión para tres actores que también protagonizó bajo la dirección de Román Podolsky, Ferradás regresó a la fuente y volvió a adaptar la novela, ahora, para un solo personaje, Yuna, con el que busca tributar no sólo a la Venturini autora sino también al personaje, con varios guiños que remiten a ella en un escenario despojado.

Bajo la dirección de Horacio Peña -su compañero de vida-, Ferradás vuelve a encarnar a la protagonista de “Las primas” pero en una situación ficcional: la famosa artística plástica Yuna Riglos ofrece un discurso con el que da por inaugurada la retrospectiva de su obra cuando es tomada por sus recuerdos y los personajes que marcaron su vida comienzan a atravesarla. Para ella, el reconocimiento no significa alcanzar la paz, porque ella fue y siempre será la descendiente de una familia degenerada y maltrecha.

En diciembre de 2007, un jurado integrado por Juan Ignacio Boido, Juan Forn, Rodrigo Farsán, Alan Pauls, Sandra Russo, Guillermo Saccomanno y Juan Sasturián otorgó el Premio Nueva Novela Página/12 a “Las primas”, que había sido presentada bajo el seudónimo de “Beatriz Portinari”, el nombre en el que se escondía Aurora: filósofa, escritora y traductora, amiga de Eva Perón y de Borges, y quien trabó amistad con Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Albert Camus, Eugéne Ionesco y Juliette Gréco. También, fanática Pincha.

En el fallo, los jueces definieron a la obra de Venturini como una “historia de iniciación ambientada en unos equívocos años ‘40, que despliega el mundo tortuoso de una familia disfuncional de clase media baja de la ciudad de La Plata. Las mitologías del barrio, la familia, la sexualidad femenina y el ascenso social a través de la práctica de las bellas artes, aparecen puestas en escena y desmenuzadas por la voz inconfundible de la narradora, Yuna, una primera persona que contempla el mundo con una mirada salvaje, a la vez cándida y brutal, perspicaz y ensimismada y lo narra con una prosa que pone en peligro todas las convenciones del lenguaje literario”.

En diálogo con EL DIA, en la previa a la serie de presentaciones que “Yuna soy yo” ofrecerá en La Plata (este domingo -ya agotado- y el próximo, a las 18, en Espacio 44), Marcela Ferradás se refirió al estrecho vínculo que mantuvo con la ilustre escritora platense fallecida en 2015 y a las características de su nuevo y elogiado espectáculo estrenado en abril en la porteña sala Nün, a donde regresará en las próximas semanas.

-¿Cómo conociste “Las primas”?

-Me interesé por “Las primas” y por el personaje Aurora Venturini a partir de una nota publicada en Página/12 por haber sido la ganadora del premio Nueva Novela a sus jóvenes 85 años. Una novela que escribió a esa edad, en dos meses. En realidad, tardó dos meses en escribirla pero la fue escribiendo durante toda su vida porque hay gran parte de autobiografía. Me produjo mucha curiosidad, yo no la había leído y me pareció genial todo lo que parecía. Ni bien se publicó la novela, la tuve en mis manos y la leí de un tirón. Y aluciné. Me dije: “esto lo quiero hacer en teatro”. Y fue un deseo tan fuerte que hablé con amigos de Página/12, que me ayudaron a concertar una entrevista con Aurora. Almorzamos muy amigablemente, le solicité los derechos y me los dio. Le propuse que trabajara conmigo la adaptación pero me dijo “no, de ninguna manera”. Le dije que le iba a ir mandando material pero me dijo “no quiero leer nada” (risas). Y ahí empezaron mis visitas a la casa de Aurora que continuaron luego del estreno casi, te diría, hasta el momento de su muerte.

-¿Tuvieron un vínculo muy cercano?

-Un vínculo de mucho amor. Quienes conocieron a Aurora saben que era una mujer que no tenía medias tintas: era blanco o negro, te amaba o te odiaba. Sin modestia puedo decir que tuve un vínculo muy amoroso, de intercambio epistolar moderno, a través de correo electrónico. Tengo muchos correos que, por supuesto, atesoro. Porque ella, además, siguió febrilmente la gira que hicimos con el primer espectáculo. Me pedía que le relatara qué había pasado en cada localidad y nosotros recorrimos el país (risas). Yo le contaba y ella me contestaba cosas desopilantes, y siempre el encabezado era “hola, Yuna”, “querida Yuna”. Ella me decía a mí Yuna. Cuando en realidad, en esas larguísimas tardes que yo pasaba con ella, escuchando fascinada sus relatos, algunos míticos y otros que yo no sabía cuánto de verdad había, de repente me interrumpía y me decía “nena, Yuna soy yo”. ¡Y eso me hacía temblar!

-Pero le gustó.

-Yo pedí que como un homenaje a ella se estrenara primero en La Plata. La obra se estrenó en gira, primero, y después en el Cervantes. Y la noche del estreno cuando subió al escenario me abrazó muy fuerte y al oído me dijo “ahora Yuna sos vos”. Me acuerdo de eso y todavía me estremezco. Por eso, esta nueva versión que retoma la primera persona absoluta del relato, se llama “Yuna soy yo”. Ese título me lo dio Aurora así que para mí sigue siendo un homenaje a un ser que para mí fue entrañable, además de una autora inmensa.

-¿Qué fue lo más difícil de adaptar la novela al lenguaje teatral?

-Lo más difícil siempre fue encontrar el eje, a quién contarle, cuál era la circunstancia en la cual el personaje se paraba a contar. Esto siempre fue lo más complicado. Cuando encontrás eso, el resto es pensar dramáticamente cómo resolverlo. En este caso, en el unipersonal, porque en la anterior versión (“Las primas o la voz de Yuna”) me acompañaban otros personajes, soy Yuna, pero de la cual emergen, algunos otros personajes de su historia que la atraviesan en ese momento, como su prima Petra, su hermana Betina, el profesor José Camaleón y Cacho Carmelo Spichafoco, el ex dueño del departamento que ella compra. Este fue el trabajo que me ayudó a hacer muy bien Horacio Peña, el director.

-Horacio, que también es tu compañero de vida. ¿Cómo fue el trabajo con él?

-Es la primera vez que trabajamos juntos con él como director porque como actores compartimos varios proyectos juntos. Pero cuando trabajamos somos compañeros. Sucede algo que no es premeditado, nunca lo fue, pero se nos borra por completo el vínculo personal. Horacio tiene una mirada profunda de actor que para este material es exquisita por esto de que soy muchas, soy muchos. Y la mirada de él fue genial porque me fue acompañando para que todo me fuera saliendo naturalmente. Hicimos mucho trabajo de mesa: me sentaba con él y leía. Lo más difícil fue encontrar cómo entrar y salir de ese discurso en el que Yuna iba siendo atravesada por los otros personajes. Pero fue mucho ensayo, mucha prueba, error. Y es un laburo que no cesa porque todas las noches pruebo y modifico algo.

-Que sea un unipersonal te da más margen para experimentar también.

-Sí porque no le tengo que avisar a mis compañeros. Ese es el trabajo del actor, lo lindo: porque no sos una máquina, no podés hacer todas las funciones iguales. Pero es verdad que el unipersonal te da más libertad, a tal punto que promediando las funciones de comienzo de año, cambiamos el final, la acción del final. Porque vas pensando y vas viendo.

-¿Fue difícil sacarte lo que tenías incorporado de la versión anterior?

-No es tanto sacar sino que yo no soy la misma: pasaron 12 años. Entonces, mi recuerdo de aquella versión, y la versión en sí misma que fue muy potente y hermosa, era una lectura menos cruel, descarnada que esta. Este nuevo abordaje del material creo que se pega mucho a la negrura o la oscuridad pero también al humor negro de la novela y de la propia Aurora. Porque Aurora era una persona que contaba cosas terribles con una naturalidad absoluta. Creo que es una lectura más madura, más negra.

-¿Cuál es la respuesta de la gente que ha ido a verla habiendo leído la novela?

-La gran incógnita de la gente, que es gente que no conozco y que me ha esperado a la salida para decírmelo, es “cómo podía llevarse este universo al escenario y con una sola actriz”. Y varios me han dicho: “siento que hiciste la novela”. Es una hermosa devolución que vengo teniendo y me confirma, de alguna manera, que la lectura que le estoy haciendo le va muy bien a la novela.

-Y los que van sin haberla leído, ¿con qué se quedan?

-Se conmueven mucho. Hacen una lectura que también está en la novela y que, además, tiene que ver con Aurora misma, aunque la gente no lo sepa. Es una devolución muy conmovida por un ejemplo de vida aún a pesar de todos los pesares: de la discriminación, de la vergüenza por la minusvalía, del desamor de su madre, de la ausencia de su padre, de las deformidades familiares, de los horrores, de las traiciones. De cómo un personaje puede superar todo eso con un defecto de habla, además, y constituirse en sí mismo y triunfar a través del arte. Conocer el material hace espectadores mucho más exigentes.

-Pero seguro que los que salen de la sala sin haberla leído, van a comprar la novela.

-No me cabe duda, o por lo menos algún otro texto de Aurora. Es que la verdad es que la novela es extraordinaria, de una modernidad, de un coraje infinito. Es una novela cuya escritura es absolutamente libre. De hecho, los jurados, porque hablé con todos, pensaban que la novela había sido escrita por alguien muy joven por la irreverencia, por la intrepidez de, justamente, su manera de contar.

-Y de los temas que aborda, tan actuales y visibles ahora.

-Absolutamente. El abuso de menores, más del abuso de menores de discapacitados, del aborto legal y sus consecuencias, del maltrato familiar, de la traición en los afectos, de los afectos. Es muy vigente.

-¿Cómo esperás las funciones en La Plata?

-La Plata es una ciudad que quiero mucho, una ciudad construida a escala humana que me gusta y que visito desde mi adolescencia. Entonces, estas funciones tienen ese condimento por un lado. Y, por el otro, el hecho de que Aurora haya sido platense, me emociona profundamente.

-¿Creés que le hubiera gustado esta nueva Yuna?

-Creo que le hubiera gustado mucho porque es un homenaje a esa Aurora que yo conocí. El personaje, Yuna, tiene muchos guiños a ella.

“Este nuevo abordaje del material se pega mucho a la oscuridad pero también al humor negro de la novela y de la propia Aurora”

 

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