Consejos para estar “vitaminados”

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Para aportar suficiente vitamina D a nuestro organismo y ayudar a prevenir los problemas de salud derivados de su carencia, la doctora recomienda:.

REALIZAR BAÑOS DE SOL

Bascuñana aconseja tomar el sol sin filtros “tipo cristales” o poniéndose protectores solares, entre 10 y 20 minutos diarios, en el caso de las personas de piel clara; y un poco más de tiempo si se tiene una piel oscura, procurando exponer el máximo posible de superficie corporal, a alrededor de las 11 de la mañana y de las 4 de la tarde, en verano.

“Una vez transcurrido esos minutos hay que proteger la piel del exceso de sol”, según esta especialista.

Añade que las personas con fotosensibilidad (piel muy sensible a la luz solar) deben evitar exponerse al sol y suplirán esa fuente natural de vitamina D tomando concentrados nutricionales.

“Durante el otoño y la primavera se debe aumentar el tiempo de exposición solar, efectuándola en torno a las horas más centrales del día”, puntualiza.

“En invierno tendríamos que tomar el sol una o dos horas en las horas centrales de los días soleados, algo que resulta poco práctico por nuestras obligaciones diarias y el clima frío”, según esta especialista.

Admite que, incluso consiguiéndolo, podríamos no fabricar la suficiente vitamina D “porque la radiación solar es débil para generar el estímulo suficiente, y la capacidad del cuerpo de sintetizar vitamina D, se reduce a medida que pasan los años”.

“No obstante, los baños de sol invernales ayudan a entrenar la tolerancia de la piel, y prepararla para el clima templado, reduciendo el riesgo de cánceres de piel como el melanoma”, de acuerdo a esta especialista.

Añade que una reciente revisión de estudios sobre el espectro de radiación solar y su acción sobre la vitamina D, concluye que la recomendación de que “sólo se necesitan unos pocos minutos de exposición al sol (y en pequeñas porciones de piel), que hoy se sigue replicando, podría ser errónea para gran parte de la población”.

MANTENER NIVELES ÓPTIMOS DE MAGNESIO

H. Bascuñana recomienda que el nivel de magnesio en nuestro organismo esté muy por encima del mínimo dentro del rango considerado como normal en una analítica sanguínea.

“El magnesio beneficia de distintas maneras la presencia, las funciones y la excreción de la vitamina D, en nuestro cuerpo”, asegura.

“Para conseguirlo debemos consumir a diario alimentos ricos en magnesio, como las nueces de Brasil, los anacardos, otros frutos secos, el cacao puro o los dátiles, así como alimentos variados no desnaturalizados por la industria alimentaria”. incide.

“También debemos evitar los “ladrones de magnesio”: aquellos alimentos que reducen los niveles de este mineral en el cuerpo”, agrega.

En esta lista figuran los refrescos, la carne procesada tipo fiambre, embutidos, salchichas y hamburguesas; los alimentos a los que se agrega fosfato como conservante; las conservas en contacto con aluminio; los alimentos cocinados con instrumentos de aluminio; las tisanas, infusiones o extractos de plantas de cultivos no ecológicos; y la cafeína.

“El estrés, el tabaco y la polución ambiental son otros enemigos de la vitamina D”, concluye la doctora Hernández Bascuñana.

Para aportar suficiente vitamina D a nuestro organismo y ayudar a prevenir los problemas de salud derivados de su carencia, la doctora recomienda:.

REALIZAR BAÑOS DE SOL

Aaconseja tomar el sol sin filtros “tipo cristales” o poniéndose protectores solares, entre 10 y 20 minutos diarios, en el caso de las personas de piel clara; y un poco más de tiempo si se tiene una piel oscura, procurando exponer el máximo posible de superficie corporal, a alrededor de las 11 de la mañana y de las 4 de la tarde, en verano.

“Una vez transcurrido esos minutos hay que proteger la piel del exceso de sol”, según esta especialista.

Añade que las personas con fotosensibilidad (piel muy sensible a la luz solar) deben evitar exponerse al sol y suplirán esa fuente natural de vitamina D tomando concentrados nutricionales.

“Durante el otoño y la primavera se debe aumentar el tiempo de exposición solar, efectuándola en torno a las horas más centrales del día”, puntualiza.

“En invierno tendríamos que tomar el sol una o dos horas en las horas centrales de los días soleados, algo que resulta poco práctico por nuestras obligaciones diarias y el clima frío”, según esta especialista.

Admite que, incluso consiguiéndolo, podríamos no fabricar la suficiente vitamina D “porque la radiación solar es débil para generar el estímulo suficiente, y la capacidad del cuerpo de sintetizar vitamina D, se reduce a medida que pasan los años”.

“No obstante, los baños de sol invernales ayudan a entrenar la tolerancia de la piel, y prepararla para el clima templado, reduciendo el riesgo de cánceres de piel como el melanoma”, de acuerdo a la especialista.

Aclara que una reciente revisión de estudios sobre el espectro de radiación solar y su acción sobre la vitamina D, concluye que la recomendación de que “sólo se necesitan unos pocos minutos de exposición al sol (y en pequeñas porciones de piel), que hoy se sigue replicando, podría ser errónea para gran parte de la población”.

MANTENER NIVELES ÓPTIMOS DE MAGNESIO

Mientras, recomienda que el nivel de magnesio en nuestro organismo esté muy por encima del mínimo dentro del rango considerado como normal en una analítica sanguínea.

“El magnes io beneficia de distintas maneras la presencia, las funciones y la excreción de la vitamina D, en nuestro cuerpo”, asegura.

“Para conseguirlo debemos consumir a diario alimentos ricos en magnesio, como las nueces de Brasil, los anacardos, otros frutos secos, el cacao puro o los dátiles, así como alimentos variados no desnaturalizados por la industria alimentaria”. incide.

“También debemos evitar los “ladrones de magnesio”: aquellos alimentos que reducen los niveles de este mineral en el cuerpo”, agrega.

En esta lista figuran los refrescos, la carne procesada tipo fiambre, embutidos, salchichas y hamburguesas; los alimentos a los que se agrega fosfato como conservante; las conservas en contacto con aluminio; los alimentos cocinados con instrumentos de aluminio; las tisanas, infusiones o extractos de plantas de cultivos no ecológicos; y la cafeína.

“El estrés, el tabaco y la polución ambiental son otros enemigos de la vitamina D”, concluye la doctora Hernández Bascuñana.

 

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