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Gourmet |Entrevista

Gonzalo Benavides: el chef “comfort food”

El chef “comfort food”. Lo podés ver enseñando una receta en el programa “Cocineros Argentinos”, preparando pastas en su bodegón de 13 y 56, o disfrutando de un café y una charla en alguno de sus tres locales de Flora. Polifacético, volvió hace varios años de trabajar en Europa, y creó acá proyectos geniales con amigos de la adolescencia

Gonzalo Benavides: el chef “comfort food”
Cecilia Famá

Cecilia Famá
vivirbien@eldia.com

15 de Septiembre de 2022 | 04:05
Edición impresa

Ingresar a alguno de los espacios gastronómicos de Gonzalo Benavides es una invitación a relajarse y disfrutar. Sus ambientaciones sencillas pero atractivas, sus espacios que por donde se los mire son rincones para una postal y la buena mesa son el centro de la escena. Y ahí está él, con su delantal puesto, las manos en la masa, armando un sandwich, o con alguna conserva siempre cerca.

El creador de Flora y Urquiza Bodegón es así: un tipo sencillo, que lleva bajo el brazo recetas simples y exquisitas. Platos clásicos que cuando salen de su cocina tienen algo especial, indescifrable, que a todos encanta.  Las tartas y crepes; los braseados y los buñuelos. Clásicos de sus restaurantes, que los comensales disfrutan como en casa. La clave de todo lo que toca “El Gordo” (como le dicen sus amigos-socios) es ésa: hacerte sentir en tu espacio de confort.

Gonza volvió a La Plata hace poco más de 7 años y armó Café Urquiza, que en la pandemia se transformó en Urquiza Bodegón, en la esquina de 13 y 56. Al tiempito, encaró el proyecto de Flora, cuando la calle 12 aun no estaba repleta de cafeterías y pastelerías. Fue el pionero en crear un resto-bar de calidad, donde almorzar o ir a tomar el té, en ese eje comercial tradicional de La Plata.  Flora hoy está también en calle 8, y en el Pasaje Rodrigo, con mesitas en la vereda del boulevard 51.

Nos sentamos en Urquiza, junto al ventanal soleado, y entre limonada y limonada charlamos de su presente... y también del pasado, repasando el camino que lo trajo hasta aquí.

- ¿Qué recordás del Gonzalo chiquito, respecto de la cocina y la comida? ¿Cómo llegó hasta acá, liderando grupos y con varias cocinas en marcha?
El mejor recuerdo del mundo es el de los domingos en los que mi viejo iba a la feria. A veces lo acompañaba, compraba de todo,  pero de vez en cuando compraba mariscos y hacía una ensalada con calamar y se armaba un tremendo gin tonic. No sé, esa imagen a veces pienso que me la inventé, de tan perfecta.

De ese Gonzalo llegué hasta acá, buscando un oficio para ganarme la vida. Encontré éste, no creo que de casualidad (de hecho lo hablé en terapia y no fue casualidad)” -se ríe- “y traté de dedicarme lo más que pude. De darle hasta donde entendí lógico dar, y estoy muy contento con todo lo que me permitió hacer y conocer este laburo.

- ¿Cuáles fueron tus experiencias en el exterior?
Experiencia dura en la Hacienda Benazusa, el hotel del Bulli, del que me escapé a la madrugada. Una larga historia. También la práctica en Mugaritz. Práctica y luego trabajo en Mirazur. Restaurantes malos en pueblos de España: hoteles buenos, también en España; cocinero privado para un millonario libanés radicado en Mónaco. En fin, siempre necesité trabajar para vivir, con lo cual a veces se podía elegir y a veces no, y eso me marcó mucho. Poder ver distintas realidades gastronómicas, obviamente, pero también distintas realidades de personas (compañeros, jefes, clientes) me dio diferentes enfoques de la misma cosa.

“En La Plata hay un montón de gente a la que le gusta y sabe comer”

- ¿Cómo fue trabajar con Mauro Colagreco?
Desafiante, duro, emocionante. No sé, mil cosas al mismo tiempo pero sin dudas la experiencia que más me marcó... lejos.

- ¿Por qué decidiste volver?
Nunca decidí volver jajajaj. Se dio, vine a abrir CARNE. Si salía algo para abrir mío me quedaba, si no me volvía, y al final me quedé y así fue. Abrí Uruqiza y después Flora, y acá estoy todavía.

- Urquiza es…
El lugar donde elegiría ir a comer aún si no fuera mío.

- Flora es…
El lugar que siempre imaginé que iba a tener.

- Tuviste proyectos en CABA. ¿Qué diferencias notas entre el comensal platense y el porteño, si es que hay alguna?
No hay diferencia, hay más gente, hay más masa crítica lo que genera nichos más grandes y eso hace que proyectos diferentes encuentren su público y se mantengan. Acá en La Plata hay un montón de gente a la que le gusta y sabe comer, pero quizás ese público no es lo suficientemente grande como para que las propuestas gastronómicas más audaces banquen sus proyectos y por ende desaparecen.

- ¿Cómo ves a la gastronomía de nuestra ciudad?
La veo limitada, nos vemos limitados, quizás en parte por lo que comenté anteriormente sumado a un importante déficit de recursos humanos. Igual esto es un poco largo de explicar, pero hoy vivimos muy rápido y el aprendizaje en cocina es lento, y ahí hay fuerzas que se contraponen, además de algunas otras cosas que no vienen al caso” (risas).

- ¿Cómo es la experiencia de enseñar tus recetas en “Cocineros Argentinos”?
Está buenísimo. Me impresiona la gente como se copa, me pide recetas, sigue los programas, a los cocineros, es increíble y a veces recibo mensajes de mucho cariño que me copan. Es algo que disfruto hacer y aparte los chicos que conducen son buena gente con lo cual es todo positivo.

- Si estás solo en tu casa, ¿qué te cocinás?
Nada, no me gusta el olor a comida y tampoco me gusta que se ensucie. Soy muy raro con eso.

- Si recibís invitados en tu casa, ¿qué preparás?
¡Ahí sí cocino! Me gusta preparar muchos platos chiquitos, tapeo con cosas españolas y algo de Medio Oriente. Me copa mucho esa forma de comer y de compartir la mesa.

- Qué productos y qué platos te gusta más cocinar cuando llega la primavera?
Pescados y verduras. Me gustan mucho los carpaccios de pescado, las sopas frías de verduras y también me gusta mucho cocinar al aire libre con parrillas y fuegos.

- ¿Qué no puede faltar nunca en tu heladera?
Berenjenas, queso y vino blanco.

Seguimos la charla. Gonzalo no para de reír después de cada respuesta. De repetir que no sabe si muchas cosas le pasaron porque las buscó o de pura casualidad. Sabe que muchas son como las imaginó, y que construyó dos proyectos hermosos, en los que comería “si no fuera el dueño”, y en donde come muchas veces, siendo el dueño. ¿Cómo se va perder de disfrutar esa rueda de salchicha parrillera con salsa criolla, ese pastel de papas, o esa provoleta con tomate y cebolla encurtida?

 

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