Tildan de “chiquero” al centro de rehabilitación que promocionaba Teto Medina
Edición Impresa | 24 de Septiembre de 2022 | 03:03

Los allanamientos en los supuestos centros de rehabilitación de “La Razón de Vivir” fueron claves para descubrir en qué condiciones se encontraban las personas internadas en ese lugar.
Situados en Florencio Varela y Berazategui, los efectivos de la División Delitos Complejos de la Policía Bonaerense revisaron cada rincón de los distintos predios en busca de pistas.
En las últimas horas, al menos ocho víctimas habían llegado a la Justicia para relatar las historias que sufrieron en la comunidad terapéutica promocionada por Marcelo “Teto” Medina: “Hambre, frío y ratas; manipulación y mentiras; vulnerabilidad extrema”, entre otros episodios vivían a diario las personas con adicciones.
Durante los operativos, los detectives atravesaron barro y mugre, instalaciones casi infrahumanas, con camas cucheta desvencijadas y alimentos en mal estado.
Los uniformados encontraron ranchos precarios, casillas montadas por los internos, un patio de tierra pelada donde funcionaba una cocina a leña, una olla carbonizada para guisos de polenta batidos con un trozo de madera.
Luego, encontraron una estructura bajo techo de chapa con pequeños muros internos, lo que parecía un corral porcino. En ese “chiquero”, como lo tildaron los investigadores, los que no obedecían a las ordenes de las autoridades, dormían a la intemperie.
La investigación avanzó a partir de los testimonios de persona que se “internaron” en el lugar para dejar atrás el infierno de las drogas.
Uno de ellos dijo que recurrió a través de Facebook y que la cuota era de $30.000 por mes: “Cuando entré y se enteraron de que tenía el oficio de albañil me pusieron a trabajar. Comencé por terminar cuatro habitaciones, con la ayuda de algunos internos y desde horas de la mañana hasta las siete de la tarde. Luego construí una oficina completa. Nunca recibí un pago a cambio de ello, ya que me decían que todo era ‘parte del tratamiento’”, sostuvo.
El denunciante amplió que “durante este período tenía prohibido comunicarme con mi familia”, y había una persona que les sacaba fotos y las mandaba a sus allegados. “Eso era para simular que estábamos bien y no siendo explotados como realmente sucedía”, reveló.
Asimismo, detalló formas de “castigo” aplicadas en el lugar. “Si intentábamos dejar la clínica, ya que esto estaba prohibido, había castigos. En ocasiones nos insultaban o nos obligaban a hacer guardia toda la noche sin dormir para prevenir que otros internos se escapen. Todas las tareas diarias debían realizarlas los mismos internos. No hacíamos ningún tipo de tratamiento contra las adicciones con psicólogos o terapeutas, sino que solo trabajábamos o servíamos a los directores o coordinadores”, relató y agregó: “También mendigábamos dinero en las iglesias”.
Otra víctima apuntó contra el “líder”, Néstor Zelaya: “Nunca me brindaron ningún tratamiento contra adicciones ni atención médica por una lesión que tenía en mi pie”, contó.
Respecto de las necesidades, denunció que los privaban de diferentes cosas “como alimentos, bebidas, descanso y comunicación con la familia. Los coordinadores nos decían que el tratamiento consistía en el dolor. Nos repetían que sólo servía si nosotros servíamos al resto”.
Vale recordar que el conductor de televisión Marcelo Medina y otros 16 detenidos de la comunidad terapéutica fueron imputados por explotación laboral y reducción a la servidumbre.
Según se supo, Medina dijo: “Estoy preso y no tengo idea por qué”, ante el fiscal de Berazategui que lleva la causa, Daniel Ichazo.
Por su parte, Néstor Zelaya se negó a prestar declaración indagatoria.
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