Ladrones con remordimiento: maltratan a una familia, pero piden perdón
Edición Impresa | 7 de Septiembre de 2022 | 03:44

La dueña de una casa de Villa Elvira, el padre de 95 años y su pareja, una mujer de 80, vivieron en carme propia -en la mañana de este lunes- la inseguridad. Fue cuando un grupo de tres ladrones los atormentó durante algo más de una hora. Y huyó con casi un millón de pesos, entre moneda nacional y dólares, más distintos objetos de valor.
El suculento atraco fue en un domicilio de 77 entre 13 y 14, donde quienes residen allí le informaron ayer a este diario que el ingrato episodio sucedió “entre las siete y medida de la mañana hasta las ocho y veinte”.
Según lo relatado por una de las víctimas, los delincuentyes estaban “encapuchados y con guantes, todo en color negro”, al tiempo que estimó “por sus voces” que pueden tener algo más de 30 años.
“NO GRITES”
La dueña de esa finca, que evitó suministrar sus datos personales, le contó a EL DIA que “apenas me levanté, vi a un hombre encapuchado y con guantes, que enseguida me tomó de los brazos y enseguida aparecieron dos cómplices”.
Señaló que, por el susto, “me puse a gritar, pero rápidamente uno de ellos me ordenó `no grites´y me dijo que tenían el dato de que acá vive una italiana que cobra una jubilación en dólares”.
“Le respondí que es cierto que vive una italiana, la mujer de mi padre, pero que es falso que cobre sus haberes en dólares”, remarcó.
Mientras tanto, los dos secuaces entraron violentamente a la habitación de la pareja de ancianos.
Al respecto, la mujer que habló con este diario reflejó que “rompieron a patadas la puerta del cuarto de papá, porque no la podían abrir al estar trabada”.
No menos traumático fue el comportamiento de ambos delincuentes una vez que redujeron con amenazas verbales a los dos abuelos.
“Le apoyaron un arma de fuego en la cabeza a los dos, con todo lo que significa para alguien como papá, que tiene 95 años, y para su pareja, de 80”, consignó.
También ella la pasó bastante mal y lo explicó así: “Primero, el ladrón que se quedó conmigo se hizo sentar en la cama de mi pieza y me ató las manos con un pantalón del uniforme de mi trabajo. Después, me tapó los ojos y la boca con una campera que anudó a mi cuello. Sólo me dejó libre la nariz, para que respire”.
No fueron los únicos apremios físicos que debió atravesar. “Me dio una cachetadita en la cara y me pinchó un brazo con algo que no pude observar, porque tenía los ojos vendados”, consignó.
Seguidamente, citó, “el mismo delincuente me hizo ir hasta la puerta del dormitorio de papá, donde me pidió que me quede ahí parada, siempre con los ojos vendados”.
Grande fue el desconcierto de la dueña de casa cuando, momentos después, uno de los asaltantes que aterraba a su padre con un arma de fuego “me llevó una silla al baño y me permitió quedarme sentada ahí”.
Pero como si la banda se hubiese propuesto marearla, un rato más tarde “me llevaron nuevamente a mi pieza”.
“VAMOS A MATAR AL VIEJO”
Al aludir a los pasajes de mayor tensión, la mujer dejó traslucir que lo que volcaba en palabras era al mismo tiempo recreado en su mente. Por eso, por instantes se tomó un respiro antes de seguir su relato.
Fue el caso, por ejemplo, cuando recordó que “me puse mal cuando escuché que uno de los delincuentes asustaba a mi papó con frases como `te vamos a cortar un dedo´ o luego, dirigiéndose al cómplice que estaba con él en la habitación, dijo `vamos a matar al viejo´. Por suerte no hicieron ninguna de las dos cosas”.
Consultada por lo sustraído, detalló que “a mí me robaron 2.500 dólares, 8.000 pesos, unos anillitos que parecen de oro y una campera de abrigo, entre otras cosas”.
“A papá le sacaron 140.000 pesos, al menos dos relojes y unos cuchillos con mango muy lindos de su época de trabajador en el Astillero Río Santiago. A ella, le robaron mucha ropa”, agregó.
Por esta última circunstancia, la dueña de casa se permitió hacer un risueño comentario: “Hasta uno de los ladrones, cuando se estaban por ir de acá, se llevó puesto un tapado de la pareja de papá. E hizo unos movimientos como si estuviera modelando”.
Ese mismo asaltante, reveló la mujer, “fue quien antes de salir a la calle juntó sus manos con los dedos hacia arriba y me pidió perdón por el robo diciendo `no los lastimamos, perdonanos. Yo también tengo que comer´. Y se fue”.
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