Adiós al músico, poeta y actor Juan Pablo Bochatón
Edición Impresa | 11 de Enero de 2023 | 03:24

Poeta, músico, actor y dramaturgo. Juan Pablo Bochatón, platense, admirado y querido, falleció a los 47 años generando gran conmoción en la escena platense del rock de la que era parte desde hacía más de tres décadas.
Hermano del también músico Francisco Bochatón (Peligrosos Gorriones), fundó precisamente con él, en 1986, el grupo Dios del que también formaron parte Daniel Iozzi y Alo Vidal. Luego pasaría por Neuronantes.
A fines de los 90, Juan Pablo, que estudió Composición musical en la UNLP y que realizó la carrera de piano clásico en el Conservatorio Alfredo Finocchi en La Plata, empezó a transitar su camino en solitario con el que editó cincos discos, todos producidos por Alfredo Calvelo: “Ruta cascabel” (1998), “Precauciones” (2001), “Lejana” (2003), “Avalancha” (2013) y “Canciones para dejar de correr” (2021).
Formado en técnica vocal con Mario Bracco y en piano con Omar Suárez, había desarrollado en paralelo a la música su faceta teatral. Como dramaturgo, se formó en el taller de Mauricio Kartún, y tuvo como maestros a Lautaro Vilo y Ariel Barchilón. Y como actor tuvo como maestras a Beatriz Catani y Febe Chávez.
En teatro participó como actor y compositor de la música de “Llanos de desgracia” de Beatriz Catani, ganadora del primer premio Concurso de la Comedia Municipal de La Plata y “Parque nacional” de la misma autora. “La cima de los desesperados” fue su ópera prima y que estrenó en 2009, bajo su dirección, en el porteño teatro Vera Vera.
Como poeta, publicó dos libros: “Si todos los fuegos queman” (2005) y “Luciérnagas para dormir” (2014).
Orgulloso padre de Manu BT, quien heredó la estirpe musical familiar aunque atravesada por los ritmos urbanos, Juan Pablo contaba en tercera persona que era un amante del piano desde sus 4 años y que “estudió mucho pero aprendió a evitar la enseñanza académica eludiendo los programas de rebaño”.
Su casa de Tolosa había quedado bajo el agua en aquel trágico abril de 2013 y entre los daños materiales hubo uno que casi lo hizo dejar la música, según contó él mismo: un piano que había sido del Teatro Argentino, que había zafado del incendio y de un robo, y que su padre compró y le regaló cuando él tenía 12 años.
A pesar de haber quedado destruido, guardó el “alma” de su fiel compañero, a quien consideraba familia. “Sentí que (sin el piano) no iba a poder armar los temas, porque yo los trabajo desde un piano... Pero el no tenerlo me hizo dar cuenta que las canciones que están por nacer, están en mí, no en un instrumento”, contó en una entrevista para un documental sobre la trágica inundación que se puede ver en YouTube.
De aquel dolor, nació “Avalancha”, la canción que dio nombre a su tercer álbum y en la que escribió: “Vamos a frenar la marcha de esta historia, de esta avalancha; vamos a subir la cuesta y avanzar, que avanzar es ir sanando las heridas de un pasado que jamás nos dejará despertar. Para que este sea un nuevo día, distinto al anterior, liviano y colosal, abracemos con amor nuestra vida y la de los demás”.
La noticia de su muerte, de la que no trascendieron detalles, generó gran cantidad de repercusiones en las redes donde, amigos, colegas y seguidores se volcaron a recordarlo. Entre los homenajes virtuales, prevalecieron los elogios por su calidad artística pero, por sobre todo, por la humana.
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