Acciones de prevención frente a la seguidilla de ataques del terrorismo

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La brutal acción de guerra iniciada en las últimas jornadas por el grupo terrorista Hamás contra el Estado de Israel, que dejó ya el saldo de miles de muertos, heridos y secuestrados, se suma a una ola de atentados similares y crímenes masivos cometidos en los últimos años por el terrorismo, en una situación que viene a demostrar que la amenaza no sólo no retrocede, sino que se acentúa y obliga a todos los países, por lo pronto, a estar alertas y con la guardia en alto.

Ciudades como las de Buenos Aires, Nueva York, Moscú, París, Madrid, Londres y muchas otras existentes en Israel, en la franja costera de Europa sobre el Mediterráneo, en África y en Medio Oriente, entre otros lugares, fueron azotadas por una ola de cruentos ataques terroristas, con centenares y hasta miles de muertos en cada uno de esos casos.

En la seguidilla de ataques terroristas –que incluye el secuestro y explosión de muchos aviones y ataques con bombas a escuelas y hospitales- pueden así recordarse episodios que lastimaron profundamente a ciudades como Tokio, Tel Aviv, Niza, Bogotá, Bombay, Glasgow, Cali, Dublin, Estocolmo, Oslo, Estambul y Túnez.

Por recordar sólo algunos casos, en marzo de 2011 fue atacado por el terrorismo un aeropuerto de Moscú, en una acción atribuida a grupos islamitas del Cáucaso que dejó más de 40 muertos y de 200 heridos. Meses antes y también en Moscú se registró un ataque suicida en el subte, que causó 39 muertos, en un hecho que se atribuyó también a un sector de ese mismo origen.

Pero estas situaciones que se presentaron en las últimas décadas, vienen exponiendo una preocupante aceleración en su frecuencia. En las últimas décadas grupos terroristas de diferente signo sembraron la muerte en distintos lugares, en episodios que dejaron en evidencia un absoluto desprecio por la vida y los derechos humanos.

La experiencia y el dolor de la Argentina -que en los ´90 sufrió los atentados de la embajada de Israel y de la AMIA, atribuidos a grupos iraníes- están demasiado cerca como para recordar que el terror no reconoce fronteras.

Como se recordará, en el caso de la embajada israelí en Buenos Aires, ocurrido en marzo de 1992, un furgón conducido por un suicida fue cargado con explosivos y estrellado contra el frente de la sede diplomática que quedó destruida. En ese atentado terrorista murieron 29 personas y 242 quedaron heridas.

Dos años después, en julio de 1994 la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) recibió el segundo mayor ataque sucedido en nuestro país al estallar un coche bomba, en un episodio que dejó el saldo de 85 muertos y más de 300 heridos.

Ya en este siglo se registró el caso de las Torres Gemelas de Nueva York, que se tradujo en la muerte de 3017 personas con más de 6.200 heridos, en un asesinato masivo que, mediante una serie de atentados suicidas que implicaron el secuestro de cuatro aviones, sorprendió por la magnitud de la organización desplegada.

Entre otros casos similares, ese acto terrorista fue seguido tres años después por un atentado en Madrid, con diez bombas que en corta sucesión explotaron en la estación de Atocha y en distintos trenes, causando 191 muertes y más de 1.500 personas heridas.

Ahora merece mencionarse la decisión adoptada por el gobierno de Francia a partir de la invasión de Hamás al Estado de Israel. Dos de los emblemas turísticos de Francia, el museo del Louvre y el Palacio de Versalles, y la concurrida estación de trenes parisina Gare de Lyon fueron evacuados y cerrados temporalmente debido a falsas amenazas terroristas.

Todo indica que los organismos internacionales debieran, por consiguiente, coordinar acciones y aceitar intercambios entre distintos gobiernos para garantizar un eficiente despliegue de seguridad, sobre todo en lo que se refiere a la prevención.

El objetivo debe ser, sin duda, el de atenuar los riesgos y garantizar una convivencia pacífica de las distintas sociedades humanas, respetándose las identidades y las diferencias, evitándose situaciones injusticias tales como la pobreza y o casos de discriminación. Sobre estas sólidas bases, es seguro que podrán disminuirse los efectos del accionar terrorista.

 

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