Gazatíes aprovechan la tregua para intentar regresar a sus casas

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Miles de familias de desplazados palestinos, con sus pocas pertenencias a cuestas, llenaron ayer las carreteras del sur de la Franja de Gaza para volver a sus casas, aprovechando el inicio de la tregua de cuatro días entre Israel y Hamás.

El estruendo de la guerra cambió por las bocinas de los coches y las sirenas de las ambulancias que intentan abrirse camino entre las multitudes de desplazados que salen de los hospitales, donde se habían refugiado.

Durante las últimas siete semanas, los bombardeos israelíes han devastado el enclave palestino.

Estos ataques han forzado el desplazamiento de 1,7 millones de sus 2,4 millones de habitantes, según la ONU.

Con más de las mitad de los edificios dañados o destruidos, de acuerdo a cifras de la ONU, los gazatíes que están regresando no están seguros de encontrar sus casas.

En Jan Yunis, en el sur del territorio palestino, no se oían explosiones ayer a la mañana.

Hayat al Muammar, de 50 años, está entre los que quieren aprovechar la tregua entre Israel y Hamás. “Me voy a casa”, dice esta mujer, que se refugiaba en una escuela.

“Huimos de la muerte, la destrucción, de todo lo que pasa”, explica. “Todavía no entiendo lo que nos ocurrió, ¿por qué nos hacen esto?”, añade.

Ahmed Fayad, de 30 años, vuelve a su pueblo, a pocos kilómetros de la ciudad, con 70 miembros de su familia, que sobrevivían en una escuela, dice sentado en un carro tirado por un caballo.

Un hombre mayor pasa junto a él, con una bolsa en la espalda. Cuenta que se siente “confiado” para volver a su pueblo, cerca de la frontera con Israel.

A su alrededor, miles de hombres, mujeres y niños caminan, o van en carros o en otros precarios transportes, con sus cajas, bolsas de plástico y pequeños equipajes.

Las octavillas lanzadas por los aviones israelíes advierten, sin embargo, que “la guerra no ha terminado”.

El ejército israelí considera que el tercio norte del territorio, donde se sitúa la ciudad de Gaza, es una zona de combate y ordena a todos los civiles abandonar el sector. “Volver al norte está prohibido y es muy peligroso”, añaden los folletos.

Jaled al Halabi habría querido que “también hubiera una tregua en el norte”. Al principio de la guerra, se fue de la ciudad de Gaza hacia Rafah, en el extremo sur del territorio. Ahora, le gustaría poder ver “su casa”.

No tomará la carretera del norte, asegura, pero con esta tregua, “vamos a poder por fin respirar tras 48 días”.

“Van a entrar productos, porque ya no encontramos pan, ni carburante ni comida”, dice, aliviado. En la terminal de Rafah, el único paso fronterizo no controlado por Israel, van llegando camiones con ayuda desde Egipto.

Según el acuerdo alcanzado a través de la mediación de Qatar, Estados Unidos y Egipto, cada día pasarán 200 camiones con ayuda.

Raed Saqer, desplazado en Rafah, se siente optimista. “Necesitábamos estos días de tregua para poder cuidar a los enfermos, que la gente pueda recuperarse un poco, porque los desplazados del norte viven una tragedia que no se puede describir”, dice.

“Esperamos que sea la primera etapa de un alto el fuego definitivo”, afirma.

 

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