El clima demoró el show de la flor del jacarandá

El lila que se convirtió en un clásico de las diagonales se hace esperar. Especialistas dicen que fue por las altas temperaturas del invierno

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La primavera tiene una marca distintiva para los platenses: en noviembre se ven sobresaltados por la inmensa floración de jacarandás, todo un espectáculo visual urbano. Son las plazas, ramblas y veredas de la Ciudad que se tiñen con tonalidades lilas, moradas y violáceas ofreciendo el enriquecimiento del paisaje de cemento.

Sin embargo, este año se hizo esperar la floración de estas plantas nativas de las selvas de montaña del Noroeste argentino, demorando el show de todos los años. Frente a esta situación, desde el Instituto de Fisiología Vegetal Infive afirman que son los factores climáticos los responsables de este suceso, principalmente las condiciones del pasado invierno: “Los inviernos no están tan fríos. Es la combinación de longitud del día y temperaturas el principal factor para que los jacarandá entre en floración”, afirman y agregan “es el pasaje de temperaturas más frías a cálidas y las invernales que entran en el proceso”.

El clima afecta la floración

El fenómeno climático no impidió que la especie florezca un poco más tarde, siendo que desde hace algunos años, se observa una pérdida de regularidad en la fecha de floración de las principales especies, incluido el Jacarandá.

Además del aumento de temperatura, la escasez de lluvia invernal es otro factor que afecta directamente a los jacarandás. Necesitan una cantidad adecuada de agua para prepararse para la floración. La falta de precipitaciones retrasa el proceso de brote.

Además, los cambios inusuales en las temperaturas del último invierno pueden desencadenar respuestas fisiológicas en las plantas, alterando su calendario de floración.

En conjunto, la combinación de escasez de lluvia y variaciones térmicas puede contribuir al retraso en la floración de los jacarandás.

El Jacarandá Mimosifolia puede desarrollar troncos que superan los 70 centímetros de diámetro, y erguirse hasta llegar a los treinta metros de altura; comparte con otras especies tropicales la curiosidad de perder las hojas al llegar la primavera, por lo que suele decirse que “cuando tiene hojas no tiene flores, y cuando tiene flores no tiene hojas”. Y no sólo florece en noviembre, sino en marzo, a comienzos del otoño.

En la Ciudad se pueden encontrar centenares de tarcos -como también se denomina al Jacarandá-. Fueron implantados hace varias décadas. Entre otros puntos, se los puede ver en la rambla de diagonal 73, entre las plazas Rocha (7 y 60) y Azcuénaga (19 y 44); los jardines del Colegio Nacional y la Facultad de Ingeniería de la Universidad (1 entre 47 y 50); y las plazas San Martín y Moreno.

Es una planta que abunda en las provincias de Tucumán, Salta y Jujuy -particularmente en montes de zonas subtropicales y selva de yungas-, pero pueden adaptarse a regiones más secas y templadas.

También existen ejemplares emblemáticos en las plazoletas “Noche de los Lápices” (comprendida entre 8, 61 y diagonal 78) y Benito Lynch (diagonal 77, 8 y 43) y las veredas de 53 entre 14 y 19, entre otros enclaves del casco urbano, Gonnet y City Bell.

En tiempos recientes, el área de Espacios Verdes del municipio seleccionó más de doscientos retoños para repoblar la avenida 25 entre 513 y 44, las plazas Valentín y Adolfo Alsina y Güemes.

 

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