Pese a todo, los taiwaneses se aferran a la libertad
Edición Impresa | 10 de Abril de 2023 | 02:05

En un parque de Taipéi, Donald Ho sale a caminar. Pero el paseo tiene un sabor agridulce ya que ayer, alrededor de Taiwán, los buques de guerra y los aviones chinos realizaron importantes maniobras militares. “Estoy un poco preocupado, mentiría si dijera lo contrario”, dice este hombre de 73 años. “El problema es la soberanía. Quiero la independencia, pero (China) sólo ve a Taiwán como una provincia”, lamenta este profesor jubilado.
China considera la isla de Taiwán, de 23 millones de habitantes, como una de sus provincias que aún no ha logrado reunificar con el resto de su territorio desde el final de la guerra civil china en 1949.
Beijing lanzó el sábado tres días de maniobras militares en torno a la isla, en respuesta al encuentro entre la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, y el líder de la Cámara de Representantes estadounidense, Kevin McCarthy, la semana pasada en California.
Para las autoridades chinas, ningún país extranjero debe tener vínculos oficiales con la isla, conforme al principio de “una sola China”.
La operación iniciada el sábado es de “cerco total” de la isla, según la televisión estatal china, y supone la acción militar más importante alrededor de Taiwán desde la visita en 2022 de Nancy Pelosi, antecesora de McCarthy. “Si hay guerra, ambas partes sufrirán mucho, como en Ucrania”, advierte Ho. En el parque Daan, otros taiwaneses hacen ejercicio, sin preocuparse mucho de la presencia militar china cerca de la isla. “Vayan a la ciudad, todo el mundo come, baila, ríe...”, afirma Jasper Lee, un empresario retirado de 75 años.
En China “tienen la cabeza bloqueada, creen que Taiwán les pertenece”, insiste. “Tenemos que seguir viviendo. No podemos dejar de vivir”, estima Nathan Green, estudiante de 16 años, de nacionalidad australiana y taiwanesa. “Quiero un gobierno libre”, añade. Su amigo Wison Su, de la misma edad, dice que quiere unirse al ejército cuando termine los estudios, por patriotismo.
“No me gusta el gobierno, pero no odio a la gente de China”, matiza.
Pese a su oposición al poder chino, algunas personas contactadas en el parque han expresado su proximidad por la gente del continente.
“Me siento seguro en Taiwán. No creo que ataque. Somos como hermanos”, dice John Shih, profesor de 57 años. “Si bombardean Taiwán, se romperá la relación para siempre”, zanja.
Aunque siguen con sus rutinas, sin pensar demasiado en las circunstancias, estos taiwaneses son conscientes de la libertad de la que gozan. “La libertad es probablemente lo más importante de un país”, asegura Nathan Green.
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