El “Día D”, indeleble en la memoria de los franceses
Edición Impresa | 6 de Junio de 2023 | 03:14

El 6 de junio de 1944, tropas aliadas desembarcaron -en el conocido como el Día D- en la costa de Normandía (norte de Francia), durante la II Guerra Mundial, en un despliegue de más de 160 km que marcó el principio del fin de la ocupación nazi en Europa.
Fue una de las operaciones militares más relevantes de la historia, de la que participaron tropas estadounidenses, británicas, francesas y canadienses, entre otras. E involucró fuerzas aéreas, navales y terrestres.
Los franceses Roger, Anne-Marie, Rolande y Andrée tienen más de 87 años y comparten el inolvidable recuerdo de esa jornada histórica. Eran en aquel entonces niños o adolescentes y el episodio los marcó para siempre, más que los años de la ocupación alemana de Francia. Cuentan que ese día tuvieron miedo como nunca y vieron la muerte de frente.
“Tenía 8 ocho años y me acuerdo como si fuera hoy, los paracaidistas cayeron en el jardín”, dice Roger Sorel frente a su antigua casa en Angoville-au-Plain, cerca de Utah Beach, el nombre en clave que recibió un tramo de la costa en esta región del oeste de Francia.
“A las 8 de la mañana los estadounidenses nos dijeron: ‘salgan rápido’. Caminamos 150 metros” cuando la casa fue destruida por una bomba, recuerda este octogenario. Halló refugio con su familia en el establo de una finca vecina.
En medio de los encarnizados combates entre las fuerzas aliadas y los alemanes, se instaló un hospital improvisado en la iglesia, cuyos vitrales celebran hoy a los liberadores. El enfermero Bob Wright y el camillero Kenneth Moore atendieron ahí durante tres días a 80 estadounidenses y alemanes, así como a un joven de 13 años. “Había heridos por todas partes”, recuerda Roger.
Otros no sobrevivieron a los bombardeos, como Marguerite, primera víctima civil de la localidad de Trévières. La mañana del 6 de junio, miraba los aviones girar en el cielo. “Brillaba, era bello”, recuerda su hermana menor, Anne-Marie, que entonces tenía 8 años. Por orden del padre bajaron a la cocina, la pequeña sobre las rodillas de su madre y Marguerite, de 24 años, sentada en un banco cerca de la puerta de entrada.
De repente hubo un ruido ensordecedor, polvo, cascajo y pánico. Anne-Marie y su madre salieron y se acostaron sobre el piso para evitar las esquirlas de otra bomba que alcanzó el objetivo: el puente junto a la finca. Anne-Marie corrió hacia el refugio construido por su padre. Marguerite no contestaba a los llamados de su padre, que la encontró después en la casa, con un fragmento de proyectil en la espalda.
“Pasamos cerca de ella y ni siquiera la vimos”, recuerda con tristeza Anne-Marie, con la voz temblorosa. “Estábamos mirando a los aviones y murió cinco minutos después”, continúa.
Su familia se trasladó a un refugio más grande, llevándose colchones y ropa de la finca, que fue saqueada por los vecinos y ocupada por los estadounidenses.
Los militares, que llegaron a Omaha Beach, los retuvieron a punta de pistola para sacarlos del refugio, antes de prenderle fuego por temor a que escondiera alemanes.
Rolande Lemerre aún se acuerdo del ruido de las botas, cuando caminaban por las calles de Bazenville, a 6 km de la ciudad de Arromanches. En la mañana del 6 de junio, la joven, que entonces tenía 14 años, fue enviada a comprar el pan en el pueblo vecino. Tras una serie de peripecias y justo antes de llegar a la granja, vio a un tanque parado frente a un soldado, los brazos en alto. “Disparó y vi al alemán caer enfrente de mí”, recuerda.
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