Los amantes chinos del sushi sufren por el vertido de aguas de Fukushima

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Yao, dueño de un restaurante en Beijing, se enfrenta a un dilema ante el vertido inminente de aguas de Fukushima al mar en Japón: seguir sirviendo atún japonés con el riesgo de perder clientes, o buscar nuevos proveedores.

Los amantes chinos del sushi y el sashimi se muestran preocupados tras la decisión de Tokio de derramar en el océano Pacífico, a partir de hoy jueves, el agua acumulada en las instalaciones de la central nuclear accidentada de Fukushima.

Doce años después de la peor catástrofe nuclear desde el accidente de Chernobyl, el plan del gobierno japonés ha recibido la luz verde del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), pero Beijing ha expresado su oposición y desde julio prohíbe la importación de productos alimentarios de 10 departamentos japoneses, incluido el de Fukushima.

Hong Kong hizo lo mismo este martes y los restaurantes de sushi ya están “sintiendo los efectos”, explica Yao, cuyos clientes preguntan cada vez más a menudo sobre la procedencia del atún de su establecimiento.

En Hong Kong, Jasy Choi, que vende platos de comida japonesa para llevar, comenta que la prohibición decretada por las autoridades locales perturbará su negocio. “En torno al 80 por ciento de los productos de mar que usamos vienen de Japón”, señala este chef de 36 años.

China continental y Hong Kong, con 500.000 millones de yenes (3.440 millones de dólares), son los mayores importadores mundiales de productos alimentarios japoneses, según el ministerio nipón de Agricultura.

En un restaurante de Beijing, sentada ante una cinta transportadora donde van sucediéndose platos con sushi y sashimi, Liu Dan, se muestra preocupada por el vertido de aguas de Fukushima.

“A partir de hoy, le diré a mis hijos y a mi marido que eviten estos productos”, explica esta clienta a la que no le convencen los distintos informes, incluido el de la OIEA, según los cuales el agua vertida al Pacífico no presenta riesgos para la salud.

 

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