Los robos de celulares y cómo salvar la “billetera virtual”
Edición Impresa | 27 de Agosto de 2023 | 03:53

Es un verdadero boom, y de los menos deseables. Empieza con un mal trago y puede continuar con varios más, de no adoptarse inmediatas medidas para evitar que el percance genere cuantiosas pérdidas y repercuta en las finanzas personales y familiares por mucho tiempo. El robo de celulares bate todos los récords, y los expertos aconsejan trabajar la prevención simultáneamente en dos flancos: la seguridad personal, y la seguridad del dispositivo.
De acuerdo con diferentes relevamientos, entre ellos la Encuesta Nacional de Victimización, los smartphones son los bienes más robados en la Argentina: 7 por minuto. Este cálculo coincide con las estadísticas que baraja la Cámara de Agentes de Telecomunicaciones Móviles de Argentina (CATEMA): en promedio, se roban a diario unos 10 mil teléfonos. Lo que implica que, por hora, la cifra asciende a 416 equipos.
Con excepción de los tiempos de cuarentena, la curva delictiva en este terreno no ha cesado de empinarse durante más de una década, de la mano del papel cada vez más relevante y omnipresente que juegan los móviles en nuestras vidas. Esto no es un mal endémico, sino más bien una pandemia; en Londres, por ejemplo, roban uno cada seis minutos y siete de cada diez ilícitos que se cometen están relacionados con el rubro. En ciudades de los Estados Unidos como San Francisco o Chicago, no saben cómo frenar los arrebatos violentos y a punta de pistola. La modalidad “motochorro”, sin embargo, sin ser autóctona tiene aquí un predominio único.
A VARIAS PUNTAS
Si bien lo que cuesta cada equipo, más aún post devaluaciones, puede ser igual o mayor al sueldo de un “laburante” promedio, el objetivo principal de los hampones es otro: acceder a la información personal, localizar el atajo que lleve a las cuentas bancarias y las billeteras digitales, y hacer un desastre.
Con la mira puesta en las reservas digitales, la prioridad para los arrebatadores será mantener la pantalla “viva” como para que no se bloquee. Y nuestra prioridad, evitar que logren ese objetivo.
LA SEGURIDAD PERSONAL
Con el objetivo de contribuir a que los robos directamente no se produzcan, desde una firma líder en cerramientos e inseguridad compartieron con nosotros las más básicas.
* No usar el celular en vía pública: Si no es necesario hacer uso del celular, lo mejor es que esté bien guardado en una mochila, un bolso, un maletín o un bolsillo interior. Si los chicos y adolescentes lo llevan a la escuela, no evidenciarlo de ninguna manera, ni siquiera en una parada de transporte público, de no ser indispensable.
* No apoyarlo en mostradores o mesas: en un restaurante o negocio, muchos dejan el teléfono sobre la mesa. Pero no es nada aconsejable porque en un descuido de solo unos segundos podría ser robado.
* No guardarlo en bolsillos traseros del pantalón o bolsillos accesibles de mochilas o carteras: Aunque pensemos que vamos a darnos cuenta si intentan sacarnos algo, un punguista puede removerlo sigilosa en cuestión de segundos.
* Atender las llamadas con auriculares: uno de los métodos más utilizados es pegar un tirón cuando una persona está hablando por teléfono y tiene el celular pegado a la oreja.
EL CORTAFUEGOS INFORMÁTICO
El primer resorte al que acude el ladrón, una vez que tiene el teléfono en la mano, es encender el “modo avión” para silenciar todas las conexiones inalámbricas, anular el GPS y que tampoco se puedan recibir llamadas o mensajes de texto (SMS). Si el teléfono no posee ninguna barrera de protección, el acceso a las redes sociales, los correos electrónicos, las cuentas bancarias y fotos, le resultará libre e ilimitado.
En segundo lugar, se debe ajustar a la baja el tiempo de espera de la pantalla. Por seguridad, la pantalla de los dispositivos se apaga automáticamente tras un cierto periodo; lo mejor es colocar el valor más bajo, unos 15. Y para que esto sea efectivo, habrá que activar el bloqueo de pantalla. Es decir, que se vuelva a habilitar el acceso al móvil tras introducir un patrón, PIN o contraseña. Todos estos valores se pueden modificar o introducir desde el apartado seguridad y privacidad. Y aunque el desbloqueo facial es el más cómodo, también es el menos fiable.
Lo ideal es combinar dos opciones. Si en la pantalla del móvil aparece un candado o un teclado numérico, es señal de que todas las “ventanas” están bien selladas. Ante este freno, el carterista tratará de apagar el equipo para que la víctima no pueda rastrearlo. Pero los equipos Android admiten en su configuración la posibilidad de cancelar la tecla “física” de apagado. En su lugar, el equipo se apaga o reinicia desde un ícono en el menú de notificaciones. Para establecerlo, hay que entrar a los ajustes, seleccionar la opción “Pantalla de bloqueo”, e ir a “Ajuste de bloqueo seguro”. El paso final es introducir un PIN que el sistema va a solicitar cada vez que alguien pulse el botón lateral de apagado.
El movimiento más recurrente de los usuarios para abrir la pantalla, al menos en el universo Android, es mediante el trazado de un patrón. El problema es que estas líneas pueden ser registradas por cualquier observador que esté al acecho. Sin embargo, hay un truco para ocultar el dibujo geométrico que se realiza sobre el display; desde el menú de ajustes hay que ir a la “pantalla de bloqueo” y de allí, saltar a los “ajustes de bloqueo seguro”. Allí aparece la opción “hacer visible el patrón”, lo que es dable desactivar, para que quede de ese modo, y cada vez que se ingrese, el recorrido no deje rastros.
Si el motochorro ocasional o alguno de sus cómplices no se da por vencido, y cuenta con los conocimientos adecuados, intentará la suplantación de tarjeta o “SIM swapping”; sacar el chip para insertarlo en otro móvil. De esa forma, se pueden obtener la dirección de email, el número de teléfono y el WhatsApp del damnificado.
Una vez en la cuenta de, digamos, Mercado Pago, el “hacker” escribirá el correo pidiendo la recuperación de la clave, recibirá un código por SMS, WhatsApp o un llamado telefónico automático para cambiarla, y podrá acceder a la billetera para vaciarla,
comprar o sacar un crédito.
Para evitar que esto suceda, tanto en Android como en iOS, se le puede colocar una contraseña a la mismísima SIM. Cada vez que se inserte el chip en otro aparato, habrá que digitarla. En Android, bastará con escoger la opción “Contraseña y Seguridad” y luego “Seguridad de Sistema”, donde se incluye el ítem “Bloqueo de tarjeta SIM”.
PREVENIR Y CURAR
“El problema es que lo primero que hace una víctima de robo de celular es notificar a su compañía de telefonía. Entonces piensan que el celular está bloqueado. Pero eso no impide que los criminales accedan a las aplicaciones usando Wi-Fi”, explica Kevin Hogan, experto en fraude en el Investec Private Bank de Sudáfrica, otro de los países donde crecen la frecuencia y la violencia de los arrebatos de smartphones.
Hogan advierte que lo primero que se debe hacer, si el teléfono es sustraído, es notificar al banco. “Inmediatamente desvincula tu perfil bancario de tu dispositivo”, dice el especialista.
Nazia Karrim, la jefa de Prevención de Fraudes del África Meridional, agrega que “la mejor protección para los datos es usar una contraseña segura para proteger tanto el teléfono como la aplicación bancaria: “ un PIN de apenas cuatro dígitos es fácil de descifrar, ya que sólo tiene 5 mil variaciones, lo que es simple y rápido de hackear en pocos minutos con la herramienta adecuada”.
Otras acciones posibles son cancelar la SIM también desde el proveedor de telefonía, para que no se puedan efectuar cargos en la línea o hacerle un duplicado, y pedir el bloqueo del IMEI, un número de identificación único que viene de fábrica y suele estar impreso en la caja.
En nuestro país, los especialistas en seguridad aconsejan, en caso de robo, y aunque probablemente sea inútil para recuperar el equipo, ir a la comisaría para radicar la denuncia. “Esto permite tener mejores estadísticas de los delitos y trabajar para desbaratar bandas e identificar delincuentes que se dediquen al robo o hurto de celulares con el fin de cometer otros delitos, como estafas o secuestros virtuales” expresan.
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