Los perros, aliados emocionales de los niños y la Justicia

La compañía de las mascotas, y su efecto beneficioso en el comportamiento humano, cobra cada vez mayor relieve en la vida cotidiana y conquista nuevos espacios. Un fenómeno que crece, analizado bajo la lupa de adiestradores y criadores

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Malos tratos, abusos, acoso, conflictos teñidos por violencia solapada o explícita. Los motivos que ponen a niños y adolescentes a dar testimonio dentro de una cámara Gesell, ese recinto acondicionado para observar desde afuera sin ser visto, o espacios similares, suelen no ser los más gratos. Y aligerar esa carga es tanto un atajo para acercarse a la verdad como un deber humanitario. Así fue que desembarcaron en las instalaciones del Ministerio Público Tutelar porteño perros entrenados para acompañar ese proceso. Canes de “asistencia emocional”; amigos a los que se les pueden confiar ciertas cosas, al oído.

“Cuando empezamos a usar el dispositivo de Sala de Entrevistas Especializada notamos la carga emocional con la que llegaban los chicos a declarar” recuerdan en la dependencia judicial: “eso condicionaba lo que podían expresar en la declaración”.

“Si los nenes eran muy chiquitos, a veces no se podían separar del adulto con el que habían venían venido” relatan en la oficina tutelar: “en otras ocasiones, sus relatos eran muy breves. Empezamos a investigar alternativas para generar un ambiente más cómodo, y descubrimos el trabajo de los animales de terapia, que se usan en un montón de países; así llegaron Titán, Brownie y Donna”.

Este programa de perros de asistencia comenzó hace cuatro años, con una prueba piloto de la que participó Titán, de raza golden retriever. El efecto en los menores entrevistados fue positivo; la presencia del animal generaba familiaridad y confianza. Así fue que a Titán se le sumaron Brownie, un labradoodle, y este año, para el Día del Perro, Donna, una cachorra golden retriever de seis meses.

Sincera complicidad

Psicólogo social e instructor canino profesional, Carlos Agudo se encarga de entrenar a los perros con el método “cognitivo emocional” y de presentárselos a los menores. “La psicóloga que les va a tomar la entrevista les pregunta si quieren conocerlos, y la mayoría dice que sí; entonces se acercan y pasamos a la antesala de la entrevista” precisa el experto: “mientras les contamos cómo va a ser el procedimiento, hacemos ejercicios de relajación con los animales, cepillado o juegos con pelotas. También los pasean, les dan órdenes y se mueven con ellos”.

El adiestrador aclara que un chico puede apretarlos con fuerza, tirarles de la cola o pisarlos sin querer, pero las mascotas “nunca van a tener una reacción violenta; al ser capaces de interpretar todas esas posibles conductas como parte de un juego, responderán buscando mimos y caricias”.

A la Sala de Entrevistas Especializada, que, según se destaca, contempla las normas establecidas en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, y en la que los chicos nunca se cruzan con los adultos que han sido denunciados por un delito, ni los funcionarios judiciales ni las partes involucradas en la causa, los declarantes ingresan solos, pero de pedirlo se les puede habilitar la compañía canina.

De lo contrario, a la salida pueden volver a verlos y jugar “todo lo que quieran”. En ocho de cada diez ocasiones, la presencia infantil en el lugar tiene que ver con casos de abuso sexual, situaciones de “grooming” o malos tratos. “Lo que se logró, en más de mil oportunidades, fue que verbalizaran las partes más difíciles del relato” se subraya: “hubo quienes se acercaron al perro, le levantaron la oreja y le contaron todo lo que les había pasado. Es una gran herramienta”.

Una herramienta que, hay que decirlo, aún no se ha implementado formalmente en los estamentos judiciales bonaerenses.

Una vida mejor

“Los perros de apoyo emocional son, básicamente, perros que hacen que sus tutores se sientan mejor, contribuyendo ante sus dificultades físicas o anímicas” define Federico García, adiestrador canino profesional U.B.A (MP N°59): “se empiezan a ver en los Estados Unidos, con los soldados que volvían de la Segunda Guerra Mundial, acompañándolos en su recuperación física o sus dificultades psíquicas o emocionales”.

“Cualquier tipo de perro, que cuente con trabajo de adiestramiento en buena conducta, puede ser apropiado” señala García: “no requieren entrenamiento específico adicional, sino que se adaptan al modo de vida de cada ‘usuario’, para de este modo poder acompañarlo a todas partes”.

Por “buena conducta”, advierte el especialista, no sólo se entiende la obediencia. “Implica un comportamiento compatible con la vida que llevan sus tutores, disminuir la reactividad y la agresión, y potenciar las capacidades sociales, la habituación y cierto grado de foco con sus tutores; la obediencia, desde el sentido de saber sentarse o echarse, es apenas algo más, pero no esencial en su perfección, como en otras disciplinas”.

García reflexiona que “después de todo, las mascotas -palabra que proviene del francés ‘mascotte’, que quiere decir amuleto, justamente algo que nos da suerte o hace sentir protegidos- cumplen con el rol de compartir con nosotros una vida que nos haga sentir mejor. Y en los mejores casos, les damos lo mismo a nuestros perros, una vida mejor”.

Presidente desde el año 2008 del Kennel Club Argentino, registro oficial de criadores y linajes en el país, Miguel Angel Nodar recapitula que “hace muchas décadas que los perros se vienen utilizando para diferentes instancias de asistencia y terapias, pero la tendencia en el mundo es incorporarlos cada vez más y ampliar sus áreas de participación; bienvenido sea, con la salvedad clave de que debe hacerse con personas profesionales y capacitación específica, en el marco de un Estado con reglas reales, cumplibles y sensatas, algo a veces difícil en nuestra Argentina”.

“Cada vez más profesionales de la salud usan perros, incluso para ayudar a chicos en sus casas, pero hay espacios que u no están legislados” reclama el dirigente: “por ejemplo, antes no se aceptaba que un perro pudiera a entrar al hospital; por suerte, la agenda se va abriendo a esto, que está a bueno si se hace profesionalmente, con criadores que puedan saber quiénes son, antecedentes, etcétera, y nunca jamás debe faltar en el equipo un profesional de la salud mental”.

Un camino largo y exigente

“La raza y la crianza tienen que ver con la eficiencia de un perro en determinadas labores, pero lo más importante es lo que llamamos recría: cuando el perro sale del criadero y empieza a entrenar en otro lugar” observa Nodar: “cada animal es evaluado desde el día uno, se lo evalúa todo el tiempo hasta que es adulto, a medida que va atravesando diferentes adiestramientos. Y muchos no sirven para la asistencia; es por eso que se buscan cachorros recién nacidos, perros de raza, porque se puede estimar un temperamento, ya que cada raza tiene uno bien marcado”.

“Hay líneas dentro de las razas que son más propensas al éxito en la selección, porque hay linajes que se vienen ‘cocinando’ para ese fin, y el temperamento es muy heredable” abunda Nodar.

Dentro de un conjunto amplio, es un núcleo minúsculo el de los que tienen las cualidades buscadas” prosigue el experto: “se suelen buscar ejemplares de razas grandes como golden tetriever, pastor de los Pirineos o terranova, porque si tenés chicos traumatizados o con alguna patología mental, el perro grande soporta cualquier arranque del que pueda ser víctima, y ni siquiera sentir el dolor; lo mismo si le tiran del pelo o lo golpean. Estos perros entienden qué es lo que tienen enfrente, lo perciben, sea un niño traumatizado, uno con miedo, o sin él”.

Por “buena conducta”, advierten los especialistas, no sólo se entiende la obediencia

“Hubo chicos que se acercaron al perro, le levantaron la oreja y le contaron lo que les había pasado”

“Cumplen el rol de compartir con nosotros una vida que nos haga sentir mejor”

 

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