Sin piedad con una familia: culatazos y piñas en un asalto en Villa Elvira

Fue cuando una mujer de 63 años despedía a su hijo de 28. Ahí aparecieron cuatro ladrones, tres de los cuales los redujeron bajo amenazas. Hubo golpes, también para el marido. Huyeron con cuatro mil dólares y 15 mil pesos

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En la noche del miércoles pasado, una familia de Villa Elvira sufrió una terrible entradera en su casa, que estuvo plagada de violencia, tormentos psicológicos e incertidumbre.

“Se quedaron entre 8 y 10 minutos, pero resultaron eternos”, admitió en la tarde de ayer ante este diario, Rita Gauna (63), una de las víctimas. Fue en la propiedad blanco del ataque, situada sobre las calles 8 y 91.

Luego de confesar que “todavía no caigo sobre lo que tuvimos que soportar”, la mujer relató en detalle los singulares matices que caracterizaron a este atraco padecido junto a su marido, de 84 años, y uno de sus hijos, de 28.

“QUERÍAN ORO Y DÓLARES”

Aún emocionalmente afectada por el terrible hecho de inseguridad que soportaron, Rita contó en primer término cómo la banda accedió al interior de ese domicilio.

“Eran las 11 y diez de la noche, cuando estábamos con mi hijo de 28 años en la puerta de casa, porque él se iba a tomar el micro”, indicó.

Para infortunio de ambos, justo pasó por allí un grupo de delincuentes, que según testigos, se movilizaba en un auto “Peugeot 206, de color gris”.

Rita citó que “nos vieron, con la puerta de entrada abierta, por lo que detuvieron la marcha, bajaron tres delincuentes y el cómplice se quedó al volante”.

Sacando a relucir armas de fuego y, profiriendo amenazas de muerte, madre e hijo no tuvieron entonces más opción que acceder a sus exigencias para ingresar al interior de la finca.

Ya en el interior del domicilio, los asaltantes decidieron dividir roles para mantener cautivos a sus rehenes.

La mujer reveló que “a mi esposo lo hicieron sentar en un sofá del living, mientras que a mi hijo y a mí nos llevaron al dormitorio matrimonial, en mi caso agarrándome de los pelos”.

“Querían oro y dólares”, fue la respuesta de la damnificada cuando se le preguntó sobre lo que les reclamaban los ladrones.

Claro que para infundir un mayor miedo entre las víctimas, los delincuentes no solo apelaron a las palabras, sino que las acompañaron con un despiadado maltrato físico.

Al respecto, Rita hizo saber que “a mí me pegaron dos culatazos en la cabeza y algunas trompadas en el cuerpo, por lo que sigo con bastante dolor”.

“NO ME MIRES”

“Conmigo y mi hijo estaba el más violento del grupo, que es el que dirigía a sus cómplices. Lo único que les pedí que no golpearan a mi hijo, porque tiene un retraso madurativo. Al menos con él tuvieron piedad”, rescató.

Enseguida mencionó que también su marido la pasó muy mal. Precisó en tal sentido que “le dieron dos culatazos muy fuertes en la cabeza, que le abrieron cortes sangrantes, además de aplicarle golpes de puño, que todavía siente en el cuerpo”.

Asimismo, describió a los virulentos intrusos como “jóvenes de entre 20 y 30 años, que cubrían sus rostros con cuellos polares y sus cabezas con gorritas”.

“¿VOS LO QUERÉS A TU HIJO?”

Durante la extensa charla con EL DIA, Rita formuló otra revelación sobre la desprejuiciada manera en que se desenvolvieron los asaltantes.

“Uno de ellos me preguntó `¿lo querés mucho a tu hijo´. Le contesté por supuesto que sí y de ahí que me advirtió `entonces dame toda la plata o te lo mato´. Me asusté muchísimo, más viendo lo violento que demostraron ser”, expresó aún atemorizada.

Cuando se le consultó acerca de lo sustraído por la banda, informó que “nos robaron 4.000 dólares, que incluían la plata de la venta de un auto que hizo mi marido antes de la pandemia, otros 90 dólares que eran de mi hijo y 15.000 pesos que ese día había retirado del cajero automático para gastos de la casa”.

Rita lamentó que “parte de los dólares que nos robaron, con mi esposo pensábamos utilizarlos para hacer algún viaje. Pero ahora lamentablemente los van a disfrutar los ladrones”, que permanecen prófugos y son buscados intensamente por la Policía.

En contrapartida, a modo de consuelo, la mujer reflexionó: “Al menos estamos vivos”.

A su vez, aludió a que “hace tres años que alquilamos en esta vivienda y hasta ahora no habíamos sufrido un robo”.

No obstante, expuso que “el barrio viene complicado con la inseguridad. A la dietética de 7 y 91 le fueron a robar dos veces. Y en la esquina de casa, hace tres meses le llevaron la moto del garaje de su casa a una vecina, cuando dormía”.

 

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