Ocurrencias: inodoros en paz

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Alejandro Castañeda

afcastab@gmail.com

La idea de vincular los retretes seguros a la perspectiva de la paz del mundo es una reverencia gloriosa para los sanitarios y una exagerada valoración del inodoro, que es un artefacto imprescindible, pero que ignoramos cómo podrá ayudar a la paz, aunque sabe de retortijones y bombardeos, de urgencias y alivios. Es cierto, nadie pone en duda que allí la gente medita, lee, hace una pausa, siempre y cuando el trámite venga bien. La idea por eso de la diputada bonaerense Viviana Guzzo no es desechable, aunque tratándose del inodoro, en el fondo, todo lo sea. Lo de consagrar al retrete como lugar propicio para la paz ya estaba entre las calificaciones cuestionables de la ONU, que declaró el 19 de noviembre como Día del Inodoro. Por eso, suena innecesario pedir en el recinto que los bonaerenses empiecen a hacer fuerza para que el inodoro de estos pagos sea reconocido, aunque medio territorio ande penando por cloacas.

Sentados allí, pocos deben creer que están colaborando con la paz mundial, pero lo indudable es que su visita nos regala un momento de tregua y deja todo para que los intestinos hagan su tarea. Decir que el inodoro puede restarle violencia al mundo, es pedirle demasiado al pobre retrete, que ya tiene bastante con saber gestionar sin quejarse todo lo que va llegando. En ese lugar también se lucha a veces con cerrazones infranqueables, y otras, con colitis incontenibles, pero sobre todo, como la diputada en cuestión lo expresaba en sus considerandos, “este espacio esencial, en el centro de nuestras vidas, debería ser seguro y no suponer un riesgo”. Su propuesta al fin abortada también deja una lección que no está escrita: que ese pedazo de vida que le entregamos sin chistar y que mal o bien nos acompañó durante un tiempito, como tantas otras cosas más valiosas al final se va a ir para siempre.

Por lo que se ha difundido, la legisladora Guzzo está dedicada a ponderar lo banal y lo obvio. Por ejemplo, trascendió que cuenta entre sus iniciativas declarar beneplácito por el 20º aniversario de la canción “Arde la ciudad”, de la banda “La marcha de Rolando”; instituir la “fiesta del pollo”, en el partido de Alberti y establecer el Día Provincial de la Cantora. Lo bueno que lo de ella nunca genera polémica, logra a veces aprobaciones resignadas y le cierra la puerta a cualquier posibilidad de grieta. Quizá crea que la paz hay empezarla en el recinto y empujarla después en el wáter.

Suena innecesario pedir que los bonaerenses hagan fuerza para que el inodoro de estos pagos sea reconocido

Es comprensible el entusiasmo de los asesores por sumarle a su legislador alguna iniciativa que justifique estadías y cobros. Y nada más ligado a las dietas que hacerle un reconocimiento a ese discretísimo centro de las deposiciones. En tardes de diarrea fuera de casa, el inodoro se transforma en el bien más preciado. Y en su búsqueda, hasta el vecino más atildado, se autopercibe como un desesperado fruncidor que se desespera cuando el cartelito de “ocupado” lo obliga a una pausa fuera del orden del día. No está mal dedicarle un minuto de silencio a este invento remoto, que se pasó la vida recibiendo el aporte de cualquiera, canallas y celebridades, sin preguntar nada, sabiendo que todos son iguales a la hora de entregar sus sobrantes.

“Nadie duda que el saneamiento es crucial para la salud pública y ambiental. Los sistemas de saneamiento inadecuados, dañados o rotos provocan contaminación y la proliferación de enfermedades mortales. El baño es un derecho humano que protege la dignidad y transforma la vida de mujeres y niñas en especial. Más inversión y una mejor gestión del saneamiento son claves para un mundo más justo y pacífico”, argumentos de esta legisladora que sobre la hora, quizá bien asesorada, decidió dejar su homenaje para más adelante, imaginando que de urgencias y espera está hecha la rutina olorosa de los inodoros.

La fuerza alegórica de esta iniciativa es que la serie de cagadas recientes en el Congreso muestran, flotando entre las bancas, departamentos no declarados y armisticios bien recompensados.

¿Pero hacía falta declararlo de interés para los bonaerenses? Suena a exagerado imaginar que su existencia y su uso extendido puedan lograr que una sentada, oronda y universal, logre colaborar con la paz del mundo.

 

 

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