Ni moviendo el banco el DT logró que se lo viera mejor

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Por MARTIN MENDINUETA

@firmamendinueta

Todo lo que consiguió en la calurosa noche santafesina representa un valor enorme. Estudiantes, líder en su zona con puntaje ideal, no logró redondear una buena actuación, pero supo cuidar una victoria esencial mientras sigue buscando la identidad y el funcionamiento que respalden sus ambiciones.

En un boletín donde sólo Santiago Ascacibar (merecido capitán y jugador símbolo por su habitual entrega) y Fernando Zuqui (el “villano” que se hace odiar por todos los rivales), quedan conclusiones nítidas que no son favorables para algunos; como los casos del colombiano Manyoma, el chileno Altamirano y hasta el pibe Gastón Benedetti, que no se mostró sólido en la marca ni seguro en el manejo del balón.

Si bien la idiosincrasia Pincha venera los triunfos de un modo difícil de empardar, la floja producción colectiva no se puede pasar por alto. Con los tres puntos en el bolso, Eduardo Domínguez tiene la obligación de elaborar en la intimidad una autocrítica honesta y severa, especialmente en la manera de buscar el arco rival.

Sin dudas, la nueva lesión de Guido Carrillo representa un golpe difícil de asimilar. Anoche, Estudiantes atacó con una liviandad que choca de frente con el estilo que ha marcado su historia. El Rusito fue figura (una vez más) porque hizo lo que los delanteros no pueden realizar. La identidad ofensiva está borroneada, difusa y nada seductora.

el primer tiempo dejó enojado y preocupado a Domínguez

El final del capítulo inicial dejó en evidencia que Estudiantes no podía seguir jugando de la misma manera y, mucho menos, con los mismos hombres. El gesto extremadamente serio del entrenador Pincha desnudaba su disconformismo. Y era entendible. Los atacantes externos (por definirlos de algún modo), Altamirano y Manyoma, no habían estado a la altura de lo que necesitaba Estudiantes.

Un rasgo para destacar es que el entrenador hace los cambios sin demoras y comparte el criterio con la mayoría de los hinchas. Domínguez no ve “otro” partido. Está concentrado, diagnostica con sensatez y actúa sin que le tiemble el pulso. Anoche volvió a demostrarlo.

Está tan claro que ganar es fantástico, como que el funcionamiento mostrado no avala todo lo que supo facturar. Tiene el clima interno ideal como para corregir su manera de atacar.

 

Estudiantes

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