Máximo Kirchner no se va y buscan bajar la tensión en el PJ bonaerense
Edición Impresa | 25 de Febrero de 2024 | 04:13

Máximo Kirchner no dio indicio alguno respecto de la posibilidad de abandona la conducción del PJ bonaerense. Lejos de abordarse esa posibilidad en la cumbre que se desarrolló ayer en Cañuelas, el encuentro buscó enfilar hacia la forma en que el oficialismo provincial intensificará acciones de resistencia frente al gobierno de Javier Milei.
La posible salida del diputado nacional había trascendido con insistencia luego de la derrota nacional del peronismo. Incluso hay dirigentes de peso en la Provincia que empujan el recambio como los intendentes Fernando Gray (Esteban Echeverría), Jorge Ferraresi (Avellaneda) y el ex alcalde de Hurlingham, Juan Zabaleta, entre otros.
Ayer, sin embargo, el peronismo buscó exhibir gestos de distención que acaso comenzaron a asomar la noche anterior cuando Máximo Kirchner cenó con el gobernador Axel Kicillof. Ambos mantienen una relación tirante que de alguna manera repercute en el peronismo provincial aún cuando el Gobernador prefiere dar otra batalla: por la conducción nacional del partido.
Acaso ese cónclave terminó allanando el camino para que el PJ bonaerense dedicara una extenso párrafo de apoyo al gobierno bonaerense y sus políticas “en defensa de la producción, el empleo, el desarrollo y la educación pública”.
En ese marco, se convino invitar a futuros encuentro no sólo a Kicillof sino también a Cristina Kirchner y Sergio Massa.
Como era de esperar, el documento final de la reunión anotó duros pronunciamientos contra el gobierno de Javier Milei. Los resultados del Gobierno nacional “están a la vista”, según el documento.
“Aumento de la violencia y la desigualdad, desgaste de la institucionalidad democrática, vaciamiento conceptual de los valores humanistas, empobrecimiento económico generalizado, entrega inaudita del patrimonio nacional y regresión educativa y cultural”, enumeró el texto.
También manifestó que la administración de La Libertad Avanza genera “centralismo mesiánico antifederal, descarte de jubilados, populismo represivo, silencio oficial ante la provocación colonial británica en Malvinas y sumisión al credo fondomonetarista”.
“Celebrar un superávit fiscal ficticio al costo de 60 por ciento de pobres e indigentes, es lisa y llanamente dirigir el país hacia la anarquía y el caos”, agregó.
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