Entre la euforia financiera y la depresión productiva
Edición Impresa | 11 de Marzo de 2024 | 04:37

Gustavo Marangoni
@gmmarangoni
Los datos relacionados a la actividad económica, la demanda y los ingresos aceleran su deterioro desde que comenzó el proceso de ajuste. Como contracara de la realidad económica y social actualmente estamos transitando una “pax financiera”, con la brecha cambiaria en mínimos desde septiembre de 2019, así como también el valor real del Contado con Liquidación (CCL) y del dólar blue.
El Banco Central siguió comprando divisas, en buena medida como consecuencia de pisar el pago de importaciones. Entre diciembre y enero se habrían acumulado US$ 7.000 millones adicionales de deuda comercial, monto similar a lo ya licitado por Bopreales. Desde el 13/12/23, el BCRA lleva comprados US$ 9.500 MM, algo que alcanza para que las reservas netas lleguen a valores negativos cercanos a los US$ 4.000 MM.
números en rojo
El verano financiero se combina con una dinámica de la economía real complicadísima:
* La actividad (con datos a diciembre) ya se contrajo casi 5 por ciento.
* La industria cayó 11 por ciento con dificultades en la cadena de suministro de insumos y algunas terminales automotrices prácticamente sin actividad en el primer bimestre del año.
* La construcción se desplomó un 23 por ciento en el último semestre medida sin estacionalidad, a la vez que la dinámica de los despachos de cemento ha continuado deprimida en febrero. Con los recortes de obra pública, un costo de construcción en dólares creciendo y sin crédito, el segmento continuaría afectado.
* La recaudación de IVA sigue cayendo a dos dígitos reales interanuales, mientras que las ventas minoristas pymes caen en promedio 27 por ciento interanual en el primer bimestre del año medidas en cantidades.
* La confianza de los consumidores, si bien se recuperó levemente en febrero, está un 24 por ciento por debajo de los niveles de noviembre.
Las importaciones, vitales para la producción industrial, siguen cayendo a un ritmo del 15 por ciento interanual en los últimos dos meses.
* El salario real medido por el RIPTE cayó en promedio 21 por ciento interanual real en el bimestre diciembre-enero y se ubica en el menor valor desde el año 2005.
* Los datos de empleo ya auguran una caída para el último bimestre de 2023, dinámica que se exendería por lo menos durante buena parte de 2024.
Lo positivo que tiene para mostrar el gobierno se manifiesta en la fuerte acumulación de reservas post-devaluación y el abrupto descenso de la brecha cambiaria.
La inflación, por su parte, bajó en enero y volverá a disminuir en febrero. Sin embargo, a estos niveles, aún no hay paritaria que alcance para contener la caida de ingresos y mucho menos para aquellos segmentos informales.
El Gobierno apuesta mucho a conseguir un índice de precios de un dígito en el segundo trimestre del año a costa de atrasar fuerte el tipo de cambio. Si eso no sucede se abren dos incognitas: a) ¿cuántos dólares liquidará el campo con este tipo de cambio real?; b) ¿será necesaria una corrección/devaluación que impulse nuevamente la carrera nominal?
El tema fiscal
La consolidación fiscal no puede descansar todo el tiempo en la licuación de ingresos y jubilaciones y la “pisada” del pago de subsidios hasta el punto de casi hacer colapsar la cadena de pagos del sector energético.
En lo relativo a la estrategia de deprimir el tipo de cambio (apenas devaluando 2 por ciento mensual) parece difícil que pueda convivir mucho tiempo más con la inflación en niveles de dos dígitos.
Mas temprano que tarde el gobierno deberá reformular su estrategia fiscal-monetaria y cambiaria para encaminarse a estabilizar la economía evitando la depresión económica y el colapso de los ingresos y empleo que provocan el rumbo actual.
La reunión del pasado viernes con los gobernadores en la Casa Rosada busca darle soporte político y económico al camino elegido por el Presidente. Lo demanda el propio Fondo Monetario con su pedido de leyes y también los jefes provinciales que requieren algo de certidumbre en este contexto crítico.
Claro que de acuerdo a lo trascendido, se podría confirmar que el “pato de la boda” del entendimiento serían, una vez más, los jubilados y los trabajadores de mayores ingresos, pues el “toma y daca” consistiría en reinstalar el impuesto a las Ganancias para la cuarta categoría (beneficiando a las arcas provinciales que se quedan con el 70 por ciento de lo recaudado) y consagrar una nueva fórmula de cálculo para las jubilaciones para consolidar la licuación de los haberes de cara a una eventual baja de la inflación en el futuro.
En la narrativa libertaria la economía real se recuperará por añadidura del ordenamiento fiscal y monetario. El supuesto se basa más en un dogma de fe que en la experiencia.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE