Cuando no esté el Dalái Lama: el Tíbet y su temor a China
Edición Impresa | 9 de Marzo de 2024 | 02:54

A sus 88 años, el Dalái Lama asegura que todavía le quedan décadas de vida por delante. Pero cerca del 65 aniversario de la fallida revuelta del Tíbet, sus seguidores se preparan para un incierto e inevitable futuro sin él.
Muchos temen que Pekín nombre a su sucesor para reforzar su control en esta región en el norte del Himalaya, que durante siglos alternó periodos de independencia y de control chino.
El gigante asiático considera esta meseta “parte” de su país. Sus tropas la ocuparon en los años 1950, o la “liberaron pacíficamente”, según Pekín, que asegura haber traído infraestructuras y educación a su población.
Para quienes se opusieron al poder chino, el recuerdo es distinto. El levantamiento se produjo el 10 de marzo de 1959 y terminó con la huida hacia India del Dalái Lama y decenas de miles de seguidores por los puertos nevados del Himalaya.
“Nos pidieron levantarnos para resistir al ejército invasor chino y escoltar al Dalái Lama al exilio”, recuerda el exguerrillero Tsultrim, de 95 años, que todavía conserva el porte de soldado, con un pelo canoso bien recortado y un firme apretón de manos.
En la actualidad es uno de los últimos de una generación que todavía recuerda lo que era el Tíbet libre. Y desde su experiencia, aconseja a los jóvenes tibetanos no confiar nunca en Pekín.
“Antes de que el Tíbet perdiera su independencia, éramos pastores y granjeros”, explica Tsultrim desde Dharamsala, la localidad del norte de India donde también vive el Dalái Lama.
“La vida era buena, vivíamos bien... Los ganaderos vendían carne y mantequilla y los granjeros cereales”, cuenta.
EL PASADO
En el exilio, Tsultrim se unió a la insurgencia tibetana en el montañoso reino nepalí de Mustang en 1960, donde recibió entrenamiento, rifles y radios de la CIA.
Durante más de una década se infiltraron en el Tíbet controlado por China para tender emboscadas y hacer detonar vehículos militares.
“Éramos voluntarios con nuestro propio caballo y llevábamos nuestro rifle y nuestra comida”, rememora. “Seguimos librando la guerra”, agrega.
Estados Unidos usó esta guerrilla de 2.000 hombres como un agente encubierto de la Guerra Fría.
Pero cuando la CIA cortó la financiación y el Dalái Lama llamó a los guerrilleros a dejar las armas y seguir la vía pacífica que él pregonaba, Tsultrim volvió a la India.
Después de trabajar como jornalero agrícola durante décadas, se retiró a una residencia de ancianos muy cerca de donde vive el líder tibetano.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE