Cuidado con el tren, que puede terminar en casa

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Un accidente que, por lo curioso, puede calificarse como extraordinario, se produjo en la mañana del 6 de enero de 1939, en el extremo noroeste de la playa de la estación local del entonces denominado Ferrocarril Sud.

Según la crónica de hechos de la historia local que reconstruyó el especialista Roberto Abrodos, una mañana tranquila de trabajo en la playa de maniobras del ferrocarril, el peón de la empresa, se dedicaba a alistar una locomotora que había entrado con un tren de pasajeros procedente de Plaza Constitución. Según la práctica, el maquinista y el foguista la llevaron después hasta un desvió de la playa de maniobras, donde la entregaron al empleado a cargo de la tarea. “Vació la caldera con agua servida y piloteó la locomotora hasta el grifo del agua, para cargar el tanque” en la toma que estaba a la altura de las calles 1 y 41.

“Introdujo el extremo de la manga por la boca del tanque y abrió los grifos, que se encuentran a una distancia como de 150 metros de las casas que están sobre la calle 39, linderas a la playa de maniobras por la calle 1. Sólo las protege, en esa vía muerta, un paragolpes. En esas circunstancias, notó con gran sorpresa, que la manga se salía de la locomotora correando agua. La máquina comenzaba a marchar en retroceso en dirección a la calle 39 por la vía muerta”, indica el trabajo.

El operario corrió tras la máquina pero el terreno cuesta arriba lo complicó.

Así la locomotora avanzó hasta cruzar la “mesa giratoria”, aumentando su velocidad al encontrar luego una pendiente. “En su loca y breve carrera sin gobierno, fue a embestir estrepitosamente el furgón que a su vez chocó, con no menos violencia, contra el paragolpes del extremo de la vía muerta, arrancándolo íntegramente”. Aunque “siguió siendo impulsado por la máquina”, apunta. Así, formó un enorme boquete y se metió adentro de una vivienda.

“Parte de los escombros alcanzaron a la señora de la casa que quedó sepultada hasta la cintura” junto a otra mujer, se relata. El marido fue en su auxilio al escuchar los gritos y ruidos mientras charlaba en la puerta. Felizmente, las heridas no fueron de gravedad.

El peón terminó en la Policía. “Visiblemente apenado dijo que dejó la máquina en punto muerto. Sin embargo, pareciera que la palanca estaba en punto de velocidad”, indica la crónica.

 

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