Mejorar la seductora idea será el desafío y, también, la ilusión

Martín Mendinueta

@firmamendinueta

Ganó, le costó, no brilló y, sin embargo, dejó a su hinchada encantada. La nueva versión de Gimnasia seduce de manera arrolladora por un balance con números muy dulces, aunque es justo recalcar que lo conseguido resulta consecuencia directa de un cambio de mentalidad notable.

Este Lobo tutelado por el uruguayo Marcelo Méndez tiene más hambre, busca el gol con una convicción que emociona y, aun imperfecto en el primer golpe de vista, tiene chochos de la vida a todos sus fieles.

En seis partidos (cinco por el torneo de la Liga y uno por Copa Argentina) la transformación ha generado elogios contundentes. Podrá gustar más o menos algunos riesgos que decide tomar, pero la manera en que sale a gestionar cada satisfacción merece un genuino reconocimiento.

La hinchada va a sufrir este receso impuesto por la Copa América. Totalmente inoportuno, viene a interrumpir una función que, más allá de la derrota en Córdoba frente a Instituto, ha sembrado, de modo artesanal, semillas de una muy linda ilusión.

Benjamín festejó el penal que provocó el ímpetu de Castillo

En un período donde Gimnasia debió correr mucho para sacar una ventaja sobre su rival, el generoso despliegue de Castillo, que fue a buscar una pelota profunda donde todo parecía indicar que iba a cerrar primero el defensor, resultó clave. El Lobo no pudo dominar a Barracas, pero se las ingenió para construir algunos ataques interesantes y en eso fue esencial el nivel de intensidad de su búsqueda.

En el segundo tiempo hubo otros matices y similares temores para el anfitrión. El tema central fue que su voraz apetito lo condujo hacia el alarido más disfrutado. El gol de Rodrigo Castillo constituye un símbolo perfecto de este período exitoso. El nueve elegido por el DT se ha vuelto esencial para interpretar la partitura dispuesta.

Los hinchas irán tachando los días esperando ansiosos la próxima salida a escena de una formación que los representa. La gente reclama ir por una gran meta y el equipo está orientado en la misma dirección.