Ocurrencias: un Yuyito en el jardín de Milei

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Alejandro Castañeda

afcastab@gmail.com

Si la cosa se pone difícil y confusa, la realidad tiene sus trucos para ocultarse. Ahora, contagiándose de la indefinición de estos días, la alegoría climática nos mandó una semana de niebla. En estas encrucijadas, los caminos de salida se desdibujan. La neblina no deja ver. Uno se refriega los ojos, pero no hay caso. Asistimos algo extraviados a la textura difusa de un gabinete siempre en formación que se empeña en evaporarse y en cambiar siluetas constantemente. Y a un presidente que tiene más horas de vuelo que de despacho y que a veces pareciera hacer una parada técnica en Olivos sólo para echar un funcionario y seguir viaje más aliviado. En una política tan locuaz y palabrona como la nuestra, el repudiable desborde de Enzo Fernández vino a sumarle leña a un fuego recalentado de urgencias y difamaciones.

La niebla de esta semana, espesa y tempranera, le puso un velo a una sugestiva visita al Colón que llenó de interrogantes la agenda cariñosa de un presidente que desconfía de la intimidad y sus desperfectos y necesita público para ventilar sus expectativas románticas.

Hay tanta tribuna y tanto discurso sucio dando vuelta, que el clima también pidió tregua a través de la niebla. Los partes meteorológicos, con sus anticipos de tormentas, alertas y desmejoras, parecen pronosticar un acontecer político que, como ya es costumbre por estas pampas, viene recargado de truenos y difamaciones. Después de la foto prometedora en la casita de Tucumán, Milei repasó sus logros indudable en la batalla antiinflacionaria, que se nota en los gráficos pero no en las veredas. Y como recreo, apeló a una vieja ópera con amiga nueva para tomar distancia de tantos contenciosos pendientes.

El Presidente Javier Milei cultiva calculadamente la indignación excesiva

Milei apeló a una vieja ópera con amiga nueva para tomar distancia de tantos contenciosos pendientes

La bancada femenina lo tiene ocupado. La foto de Milei con Yuyito González en el máximo coliseo levantó merecidas especulaciones. “Carmen” y su trágica historia de amor, fue paladeada desde el palco oficial. Yuyito, más acostumbrada a los camarines revisteriles que al público cultivado, se habrá sentido felizmente acompañada por este presidente que le devolvió protagonismo a una vedette con mandato cumplido. A Milei lo atraen los escenarios y va allí a buscar una tregua sensiblera que le permita cada tanto usar palabras dulces, algo infrecuente en su vocabulario de batalla. Probó fortuna con unas Flórez para ir ahora en busca de un yuyito. Su jardinería, con más cardos que rosas, le ha granjeado varios enojos en los sembradíos internacionales. Carmen se vino a sumar a un elenco de “prima donna” donde reina Karina, asoma Yuyito y acecha Victoria Villarruel, quien ha honrado con sus excesos y sus barbarismos la larga tradición de vice confrontativos. Milei cultiva calculadamente la indignación excesiva. Pero esta vez mandó a Karina a disculparse ante los franceses, matando varios pájaros de un tiro: despegó a la Casa Rosada de las reflexiones zafadas y tribuneras de Villarruel, mandó a la canciller Mondino al banco de suplentes y le avisó a Yuyito que modere expectativas y tome nota del estilo de la casa.

Yuyito dejó todo en zona de suspenso: “En qué va a derivar esto, no lo sabemos”, declaró. Aunque llegaron separados al Colón, a Carmen la miraron juntos, alimentando los rumores de romance en puerta. Esta semana en su programa de Ciudad Magazine, la ex vedette fue interrogada en vivo y contó los detalles de la sorprendente salida con el primer mandatario. Minimizando la situación, la conductora aseguró que “no somos novios”, y dijo que simplemente fue “una invitación” y no una cita. “Una cosa es que te invite a cenar a un restaurante, por ejemplo. Y otra cosa es que te lleve al Colón, a un palco, a una función, a ver Carmen”, sostuvo. De algún modo reconoció que tenía más ganas de ver a Karina que a Carmen. Confesó que “no estaba nerviosa”, y que no hubo demostraciones físicas de afecto como caricias, por ejemplo, aunque estuvieron juntitos. Consultada sobre si Milei le había tirado los perros, sorprendió al revelar “sí, ponele”, sabiendo que los pichichos, en cuchas libertarias, forman parte del decorado cortesano de un líder que los considera hijos. Quizá, entre vuelo y vuelo, Milei se encariñe con el yuyito que está aterrizando.

 

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