Un cuento feliz: Triunfo, avance en la Copa y gran despedida de Benjamín

Tercer partido consecutivo con balance muy valioso y otra actuación convincente del uruguayo Fernández. La gente vuelve a ilusionarse

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Martín Mendinueta

@firmamendinueta

El clima, con llovizna y frío, estuvo horrible, pero Gimnasia disfrutó una tardecita hermosa, triunfal, emotiva y plagada de recuerdos que no serán fáciles de olvidar con el paso del tiempo.

En el tercer partido consecutivo de sensaciones muy celebradas, avanzó a los cuartos de final de la Copa Argentina y, al mismo tiempo, generó la atmósfera ideal para una despedida soñada de Benjamín Domínguez.

Cuando esté en pleno vuelo hacia Europa, el autor de tan valioso gol querrá repetir todo lo que sintió cuando lo llevaron en andas hasta el alambrado donde lo esperaban para brindarle cariño y los mejores deseos. El joven de 20 años varias veces se largó a llorar sintiendo una mezcla de nostalgia anticipada y felicidad por su inminente crecimiento profesional.

El Lobo fue muy superior y ya en el primer tiempo acumuló sobrados méritos como para sentir que el cheque tan deseado y la satisfacción deportiva no se le podían escapar.

Con Martín Fernández construyendo otra actuación muy valorada por los hinchas, Rodrigo Castillo en su tan habitual como generosa entrega de espíritu colectivo, y algunas pinceladas interesantes de David Zalazar, el equipo de Méndez estableció en el trámite claras diferencias a su favor.

MARCELO MIÑO FUE EL OBSTÁCULO PARA CONSEGUIR LO QUE MERECIÓ

Los hinchas triperos no podían entender cómo no se fueron al descanso del entretiempo ganando el partido. La única explicación fue la serie de grandes atajadas de Marcelo Miño, figura del espectáculo y auténtico salvador del equipo de la familia Tapìa.

Garayalde tuvo situaciones claras que no supo aprovechar y que generaron lamentos en la tribuna albiazul. El tema era que nadie sabía si en el complemento se iba a mantener o no semejante dominio tripero.

Todo se destrabó con la perfecta definición del gran “mimado”. Castillo bajó con enorme sapiencia la pelota al medio y Benjamín, luego de un gran control, impactó el balón de aire para derrotar al que, hasta ese momento, parecía imbatible.

Si Gimnasia hubiera estado fino en la faceta de la definición, podría haber aumentado la diferencia y eso le hubiera permitido terminar más holgado. De todos modos, lo hecho en Lanús sirvió mucho para ratificar el repunte y la recuperación de un equipo que todavía no ha terminado de construir su nueva identidad.

Ahora que se marcha Domínguez, naturalmente se abre la puerta para el ingreso de Norberto Briasco y ya veremos la forma en que responde.

El equipo tiene hoy en Ledesma (parece haber llegado para quedarse como dueño del arco), Pintado, Morales, Martín Fernández, Lucas Castro, Abaldo y Rodrigo Castillo a un buen batallón de titulares que no entran en situación de debate.

Faltó frialdad e inteligencia en el gran bochorno final

Lo verdaderamente negativo para Gimnasia llegó después del pitazo final. Más allá de la clara intención peleadora de Candia, Cabral volvió a ponerse, sin sentido, en el centro del conflicto.

Evidentemente, no aprendió la lección de su reciente e injustificable expulsión ante Independiente Rivadavia en Mendoza. Se hizo echar otra vez cuando cayó en la provocación del rival. Su error es reiterado y perjudica nuevamente los intereses del equipo que integra con derechos y obligaciones profesionales.

Lo mismo se aplica para Gustavo Canto, quien ingresó al campo para agredir aumentando el nivel de violencia existente. Ambos fueron irresponsables y no tienen justificativo ni atenuante.

Gimnasia vs Barracas Central
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