La fórmula del asado ecológico: con leña o carbón, pero de eucaliptos
Edición Impresa | 2 de Septiembre de 2024 | 01:40

En un contexto en que el cambio climático y la mayor demanda de energía han convertido a la la leña y el carbón vegetal en una alternativa valiosa para el reemplazo de combustibles tradicionales por su mejor balance de emisiones, un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la UNLP estableció que el eucalipto constituye la mejor opción en nuestro país.
“Si consideramos la disponibilidad de madera, tanto para su uso directo como para la producción de carbón, es fundamental hablar del género Eucalyptus L’Hér., que comprende aproximadamente 700 especies originarias de Oceanía, y constituye uno de los principales componentes de la actividad forestal”, explica Natalia Raffaeli, integrante del equipo de investigación del Laboratorio de Investigaciones en Madera (LIMAD).
Actualmente, el cultivo de eucaliptos en Argentina ocupa el segundo lugar en importancia, detrás del cultivo de pinos, con cerca del 25% de la superficie forestada a nivel nacional. Las estimaciones disponibles más recientes, indican que hay aproximadamente 300.000 ha cultivadas con diferentes especies del género Eucalyptus, ubicadas principalmente en las provincias mesopotámicas (Entre Ríos, Corrientes y Misiones), que concentran casi el 90% de la superficie implantada del país.
SUS PROPIEDADES
Para determinar la calidad del carbón vegetal de eucalyptus, los investigadores de la UNLP recurrieron a una batería de determinaciones que estiman las propiedades dendroenergéticas de la madera. Entre las variables analizadas, se incluyó el contenido de humedad relativa, la proporción de cenizas y el poder calorífico en madera, y a esos parámetros se sumó además el contenido de volátiles y el rendimiento de carbonización en el caso del carbón vegetal obtenido.
Respecto a la proporción de cenizas, el equipo de la UNPL comprobó que esta varió entre el 0,06 y 0,6% en madera, y osciló entre 0,3 y 2% en carbón. “El bajo contenido de cenizas, como en estos casos, es un aspecto muy favorable para su empleo en la producción de carbón, ya que reduce la carga mineral en el producto resultante, y permite su uso como biocombustible en la alimentación de equipos, tales como calderas, sin producir daños y/o desgaste por abrasión”, resaltó Raffaeli.
En cuanto al poder calorífico, el valor se ubicó alrededor de 4.600 kcal/kg para la madera de la mayoría de los materiales, siendo esta propiedad una expresión de la cantidad de energía liberada en la combustión del material, expresada por unidad de masa.
Por su parte, el poder calorífico del carbón se ubicó en valores de 6.900 a 7.300 kcal/kg, en la franja inferior de las cifras que reporta la literatura (usualmente entre 7.000 y 8.000 kcal/kg). Un mayor poder calorífico del carbón proporcionará mayor energía durante la combustión, de ahí el interés de maximizar esta propiedad.
“Los resultados indicaron que la madera de Eucalyptus resulta un material atractivo como insumo energético. Su utilización implica varias ventajas dada la amplia disponibilidad del material a partir de plantaciones existentes de nuestro país, su facilidad de reproducción y alta tasa de crecimiento, sus buenas propiedades físico-mecánicas y potencial térmico (poder calorífico), además de disminuir la presión sobre los recursos naturales del bosque nativo”, concluyó la investigadora de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la UNLP.
TAMBIÉN PARA LA INDUSTRIA
Para diversificar su uso, desde la UNLP se está explorando la posibilidad de reemplazar el carbón mineral en la producción siderúrgica con carbón vegetal proveniente de madera de Eucalyptus, una línea de investigación incipiente que ya tiene resultados promisorios en Brasil, donde la especie se encuentra ampliamente plantada.
Los usuarios de este tipo de combustibles son heterogéneos, desde grandes consumidores industriales para la producción de energía, hasta consumidores comerciales y residenciales, que los utilizan para cocinar o calefaccionar, siendo estos últimos los principales usos de la biomasa como fuente de energía en países en vías de desarrollo.
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