En Argentina, seis de cada diez adultos con exceso de peso

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El estudio dado a conocer en las últimas jornadas revelador de que la población obesa en los Estados Unidos creció del 13 al 42 por ciento entre 1960 y 2017 –con un aumento también abrupto de quienes padecen obesidad severa, que en el mismo lapso pasó del 0,9 al 9,6 por ciento, habla de la existencia de una suerte de epidemia que afecta no sólo a ese país sino a muchos otros -como Argentina- en el mundo, según lo determinan distintas fuentes médicas.

Las últimas cifras oficiales en el territorio nacional marcan señales preocupantes: 6 de cada 10 argentinos tiene exceso de peso. Las estadísticas dicen que 41 por ciento de los chicos y adolescentes de entre 5 y 17 años tienen sobrepeso y obesidad en Argentina, en una proporción de 20,7 por ciento y 20,4 por ciento respectivamente.

Precisamente, en la mayoría de los casos el problema de la obesidad se inicia con los niños, que muestran ya sobrepeso a edades tempranas y que por consiguiente tienen una mayor probabilidad de presentar presión arterial alta y diabetes, así como de ser obesos en la adultez. Como se sabe, el peso se mide normalmente mediante el índice de masa corporal, una evaluación entre peso y altura.

El informe recientemente publicado abarca entre 1960 y 2017 por ser el período más reciente registrado por los Centros para la Prevención y Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).

En términos generales, y sin tomar en cuenta las diferencias entre hombres y mujeres, los CDC consideran que un peso saludable para una persona de unos 1,78 metros sería entre 58 y 78 kilogramos, lo que se traduce en un índice de masa corporal de entre 18,4 y 24,9.

Tener un peso de entre 78,4 y 94,3 kilogramos haría que una persona fuera considerada en la categoría de “sobrepeso”. Un peso mayor haría que fuera considerado “obeso”, definido como tener un índice de masa corporal de 30 o más.

En las columnas de este diario se analizó en forma reiterada el tema de las ventas de alimentos procesados industrialmente, incluyendo las comidas rápidas y las bebidas azucaradas, que aumentaron de manera constante en nuestro país y en el resto del continente latinoamericano, tal como quedó documentado en un informe de la OMS (Organización Mundial de la Salud) denominado “Alimentos y bebidas ultraprocesados en América Latina: tendencias, efecto sobre la obesidad e implicaciones para las políticas públicas”.

Variar los hábitos alimentarios basándose en comidas realizadas en familia y con alimentos naturales, no procesados o mínimamente procesaros; aumentar el consumo de verduras y frutas; evitar el sedentarismo y realizar actividades físicas controladas, forman parte de los programas recomendados para evitar todo sobrepeso. Lo cierto es que la obesidad se ha convertido en uno de los principales factores de riesgo para una muerte temprana.

Resulta necesario, entonces que se promuevan -especialmente desde los ámbitos oficiales de salud- distintos programas tendientes a evitar la mala alimentación, el excesivo consumo de comidas ricas en hidratos, la adicción a las golosinas y a las llamadas comidas basura que, al igual que el sedentarismo, influyen decisivamente, junto a los factores genéticos, en la propagación de la obesidad.

 

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