Ocurrencias: prostitutas orgullosas

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Alejandro Castañeda

afcastab@gmail.com

Las putas colorearon la semana. El viejo oficio fue reivindicado por quienes lo trajinan como salida laboral bien pagada y placentera. Estas profesionales no trabajan para nadie ni dicen ser explotadas. Son señoras de buen vivir y mejor geografía, que saben cotizar sus ardores, guardar secretos y cobrar un cachet de estrellas. Algunas mujeres, respetables y laboriosas, les envidian el mundo de yates, lujos y autos caros que un buen trabajo jamás permite. Esta semana, tres casos demostraron que las prosti siempre están de temporada.

Fue detenida esa viuda negra que dejó humillados y saqueados a varios platenses. Ella es una muchacha de 18 años, de Dock Sud, que sostenía una Pyme atracadora que atendía a domicilio. Tenía socios con camioneta que se encargaban de la mudanza final cuando el dueño de casa, antes del primer apretón, se quedaba dormido por un traguito. Calculan que recaudaron varios millones. Nunca cambiaron su coreografía: aprovecharse de los ingenuos que la invitaban a su departamento y permitían que ella preparara el trago de bienvenida. ¿Optimista o candoroso? Debe haber tanto albergue con tarifas en cuotas que es inexplicable esto de llevar a casa alguien nuevo, cuando la vida enseña a dudar hasta de los conocidos. Se alzaron con todo. Sólo les dejaron baúles de vergüenza.

También aparecieron otras dos señoritas que rozan a ex ministros poderosos y que se jactan de saber prestar un servicio recreativo y rendidor que arroja déficit cero y superávit cuantioso. Una es Sofía Clérici, la que acompañó en el Bandido al ministro Insaurralde y que enseña cómo hacerse millonaria sin salir de la cama. La otra es Nélida Caballero, una ex cocinera de Julio De Vido, el funcionario que facilitó que su brazo derecho arrojara bolsas de coimas en un monasterio, sugiriendo que la justicia divina lo perdonara por invertir en conventos con escones.

La Clérici ejerce como acompañante de viaje, una faena coqueta y redituable. Tenía una clientela abundante y pudiente y por supuesto un cachet de estrella. Y Nélida Caballero trabajaba para unos patrones que se habían acostumbrado a la doble vida. Nélida, después de guardar las cacerolas, se iba a la calle a juntar diez veces más de lo que le cobraba al súper ministro por rascarle las ollas. Orgullosa de haber ejercido la prostitución desde los 15, es tan detallista que muchos creen que su relato más que verídico es encubridor. Ante la justicia se presenta como aventurera de porte rotundo, una empleada ahorrativa y muy ducha en la mesada y en la cama. ¿Miente? Hoy los sabuesos recaudadores andan tras los pasos de amantes certificables. La Clérici, en cambio, es de otro nivel. Tiene a su favor un contratista influyente que firmaba decretos gubernamentales desde la proa. Y disfrutaban de un meta y ponga de alta mar con flecos de ministerio errante.

Sofía Clérici, amante del ministro Insaurralde, enseña cómo hacerse millonaria sin salir de la cama

Sofía dijo que no había blanqueado sus servicios porque la AFIP no permite el aporte de las prostitutas. Por eso, hace ocho años había surgido La Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina, haciendo campaña para que las trabajadoras sexuales puedan “facturar a través del Monotributo, tener obra social, derechos y obligaciones como cualquier otro trabajador”. Es decir: ser putas con IVA y llegado el caso, tatuarse el QR en los santos lugares.

El escritor e historietista canadiense Chester Brown se jacta de tener sexo sólo con prostitutas. “Si esa chica se acuesta con un solo hombre, aunque con previo pago, no difiere mucho de la relación entre mis padres: estaban casados pero mi madre no trabajaba y él la mantenía”. Bown no panfletea sus elecciones. Ahora parece haber encontrado en Denise una compañera ideal. Desde hace años Brown mantiene una peculiar relación monógama (por parte de ambos) con ella, aunque de pago. Es más, “si dejara de pedirme dinero, me preocuparía. Empezaría a parecerse a un vínculo sentimental y temería que termine. Con dinero de por medio, cualquier relación es más estable”.

El puterío, aunque sea fino, anida en ambientes espesos que huelen intensamente a negritud y a plata mal habida pero bien gastada. ¿Enriquece y envilece? Como le dijo aquella callejera a la periodista española Carmen Rigalt: “Vender el coño es más provechoso y decente que vender el alma”.

 

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