Horas clave en la causa por la muerte de “Plomo”
Edición Impresa | 6 de Septiembre de 2024 | 02:35

La causa que investiga la muerte de Elías Andrade, más conocido como “Plomo”, atraviesa horas sensibles. Como se sabe, hay varios policías en la mira bajo sospecha de ser los autores del disparo que le quitó la vida.
El caso se suscitó días atrás en Tolosa, cuando el joven de 23 años, con un frondoso palmarés delictivo, escapaba en una moto robada a un empleado de la fábrica de productos plásticos para la industria automotriz, Albano Cozzuol.
Era una KTM Duke 250, con la que huyó desde el cruce de avenida 520 y calle 4 hacia 13.
En el camino, con varios móviles que le pisaban los talones, se habría producido la detonación. No se descarta que hacia el piso. Pero el proyectil siguió su curso y le entró a “Plomo” por la parte baja de la espalda.
Metros más adelante, Andrade chocó con la rambla y cayó al piso. Ya estaba herido de muerte.
Si bien lo llevaron de urgencia al hospital San Roque de Gonnet, los médicos no pudieron hacer nada por salvarle la vida.
En el derrotero de la munición, le cortó la aorta y su deceso fue inevitable.
“Sabíamos lo que él hacía, pero no tenían derecho en matarlo así”, expresó una allegada.
Con ese ánimo de justicia, mientras en las redes sociales hubo comentarios muy fuertes hacia las conductas y modo de vida del fallecido, se espera el resultado del estudio criminalístico, que determinará con certeza de qué pistola partió el disparo letal.
Lo hará un experto de la Policía Federal, como suele suceder, cuando hay imputaciones hacia miembros de la Bonaerense.
Ahora bien, el fiscal Juan Mennucci seguramente deberá complementar esa prueba clave con otras, que le permitan incluso determinar la trayectoria del balazo.
Una cosa es un tiro recto, por la retaguardia de “Plomo”, y otra cosa si fue de abajo hacia arriba. Es que esa situación representaría un rebote en el piso y, al margen de que no es desvinculante ni eximente de responsabilidad penal, con claridad sería un atenuante de la acción homicida.
Como se recordará, los vecinos se quejaron de los tiros al aire efectuados por allegados en el servicio fúnebre, que sembraron temor y preocupación en la zona de 66 y 132.
Fue una especie de ritual tumbero, que lamentablemente ya ha hecho costumbre en estos tiempos de violencia y delito creciente.
Cabe mencionar que en medio del velatorio también se vivió un episodio de inseguridad insólito: un grupo de motochorros, que se encontraba en el lugar para darle el último adiós a su amigo, aprovechó la ocasión para dar una vuelta por la zona y robar una moto en 131 y 67, que pudo ser recuperada en la cochería.
Por esa violenta acción y, los disparos al aire, se inició una investigación de oficio, aunque por el momento no se informó sobre la existencia de detenciones.
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