La salud mental, un síntoma estructural

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La historia de los jóvenes universitarios que trabajan jornadas completas para cubrir sus gastos mientras lidian con trastornos de salud mental es un reflejo de una generación atravesada por la incertidumbre. Entre trabajos precarios, exigencias académicas y diagnósticos como depresión, trastorno bipolar y TDAH, sus vidas parecen atrapadas en un círculo vicioso donde las dificultades económicas y los problemas de salud mental se retroalimentan sin descanso. Así, existen casos de miles de jóvenes alrededor del mundo que ven un futuro sin garantías y un presente cada vez más inestable.

Un informe reciente de The Lancet Psychiatry revela que el deterioro en la salud mental de adolescentes y adultos jóvenes no es solo un fenómeno individual, sino la consecuencia de lo que los expertos denominan “megatendencias perjudiciales”. Estas incluyen la desigualdad económica, la precarización laboral, la falta de regulación en redes sociales y la crisis climática. Factores que, lejos de resolverse, parecen profundizarse con el paso del tiempo y que afectan de manera directa la estabilidad emocional de las nuevas generaciones.

El panorama económico juega un papel central. La deuda estudiantil en países como Estados Unidos, la dificultad para acceder a empleos bien remunerados y la falta de oportunidades de progreso son elementos que no solo generan ansiedad, sino que también limitan el acceso a tratamientos adecuados para trastornos de salud mental. El dinero ahorrado para un coche usado, en muchos casos, también representa el costo de una sesión de terapia o de medicación esencial.

 

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