El salvataje financiero y la pulseada política: Milei abre el diálogo y analiza cambios para después de las elecciones

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Germán López

A pesar de la categórica derrota en las legislativas bonaerenses, los golpazos por los casos Libra y Discapacidad y, más recientemente, el escándalo protagonizado por José Luis Espert y sus presuntos vínculos con un narco, el Gobierno está consiguiendo llegar al 26 de octubre con el barco a flote. Eso sí: averiado y con varias vías de agua, producto de errores propios y del daño infligido por la oposición en el Congreso.

Dos veces en pocas semanas la gestión de Javier Milei estuvo al borde del naufragio, y cuando el dólar amenazaba con irse a las nubes, el salvataje llegó desde el norte. Para tratar de despejar dudas sobre la voluntad de ayuda, este miércoles se pusieron sobre la mesa otros U$S 20.000 millones, que Scott Bessent sumó a los U$S 20.000 del swap anunciado con anterioridad. Literalmente, el secretario del Tesoro redobló la apuesta frente a mercados que no dejan de desconfiar y que todos los días exigen una nueva prueba de amor.

EL RESPALDO MONETARIO

En medio de esas turbulencias, Milei consiguió este martes la escena que buscaba: sellar un respaldo monetario y político sin precedentes en medio de una cumbre con el presidente de Estados Unidos. Pero no todo transcurrió sin sobresaltos. Un Donald Trump coloquial y alejado de las formalidades del protocolo, como es su estilo, envió un mensaje directo a los argentinos: “Si no votan a Milei, mi ayuda no llegará”. La afirmación -calculada o espontánea- produjo un retroceso en la cotización de los activos argentinos y una suba del dólar.

El efecto contrario al esperado, en buena medida, pareció deberse a un equívoco sobre el tipo de elección que se celebrará el domingo próximo. Muchos creen que Trump pensó en comicios presidenciales y no legislativos. En su monólogo, el mandatario norteamericano habló de “la buena tarea realizada por Milei en los últimos cuatro años”, lo cual sugiere cierta confusión: ¿habrá creído que el presidente argentino atraviesa su último año de mandato y busca la reelección, tal como ocurre en Estados Unidos? La declaración motivó un sinfín de especulaciones y múltiples intentos de aclaración por parte de ambos gobiernos.

Sea como fuere, sería ingenuo pensar que, ante un eventual triunfo del kirchnerismo, los dólares del gobierno norteamericano o las inversiones de ese país seguirían fluyendo hacia la Argentina. Nada de eso. El principio rector en la gestión de gobierno de EE.UU. es que los dólares de los contribuyentes se deben cuidar, más aún cuando la ayuda del Tesoro está bajo el fuerte escrutinio de los representantes demócratas, que no aprueban semejante generosidad.

LA INFLACIÓN

En ese contexto, el martes se conoció el IPC de septiembre (2,1%), que se ubicó levemente por encima del de agosto (1,9%). Si bien la inflación sigue siendo un potro difícil de domar, el dato alentador es que el índice no refleja, como en el pasado, la totalidad del aumento del dólar, que en ese mismo mes fue del 5,4%. Claro que el “parche” utilizado para contener los precios al consumidor son tasas astronómicas -que el miércoles llegaron al 100% en operaciones de caución- incompatibles con una economía sana.

Es así que la realidad de estos últimos meses bajó a tierra las expectativas de un gobierno que hasta hace poco creía que arrasaría en las elecciones. Hoy se conforman con una victoria por cinco puntos de diferencia, o con un empate, que le asegure un número suficiente para blindar los vetos. Para lograrlo, deberían acortar la brecha en la provincia de Buenos Aires donde, lanzado al ruedo, Diego Santilli intenta remontar la ola en un contexto muy adverso.

LAS DEBILIDADES DEL GOBIERNO

El Gobierno finalmente tomó conciencia de sus debilidades y de pronto descubrió la necesidad de dialogar con la oposición racional. En esa línea, su acercamientos al bloque menos hostil en Diputados impidió que se formara el quórum necesario para citar a Karina Milei por el caso Andis, al ministro de Salud, Mario Lugones, y a Luis Caputo para que explicara el acuerdo con Estados Unidos.

Este cambio de talante -alentado desde el gobierno de Estados Unidos y los centros de poder financiero- se confirmó en estos días con la presencia de Barry Benett. Por lo que se sabe hasta ahora, este delegado informal de Trump, especialista en estrategias electorales, llegó al país con la misión de analizar la sustentabilidad del proyecto libertario. Según reveló el periodista Carlos Pagni, Benett vino con la consigna de persuadir al Gobierno de la necesidad ineludible de abrirse negociaciones con gobernadores y jefes políticos no kirchneristas, de cara a una segunda etapa de gestión en la que se afrontarían las reformas estructurales -tributaria, previsional y laboral- necesarias para el despegue económico.

En esa dirección, ya se concretó un primer acercamiento con el radical Rodrigo de Loredo y el peronista Miguel Ángel Pichetto, en un encuentro del que participaron Cristian Ritondo (PRO), el asesor Santiago Caputo y el propio Benett.

El reseteo de la gestión Milei para el día después de las elecciones incluiría abrir el gabinete a representantes del macrismo y un paso el frente de Santiago Caputo, que asumiría un cargo de mucha visibilidad (¿Jefe de Gabinete?). Las acciones del estratega subieron, luego del estrepitoso fracaso ’de Karina y su equipo de armadores en las elecciones del 7-9.

LA RELACIÓN CON LAS PROVINCIAS

Otro de los flancos que Milei intenta recomponer es la relación con las provincias. En ese terreno hay gobernadores amigos —como los de Entre Ríos, Mendoza y Chaco—; disidentes, como los que se agrupan en Provincias Unidas (Santa Fe, Córdoba, Jujuy, Santa Cruz, Chubut y Corrientes) pero propensos al acuerdo; y los de Tucumán, Misiones, Salta, San Juan y San Luis, de posición ambigua.

Por supuesto, están también los que se ubican en una vereda opositora sin matices. Todos están hoy condicionados por el proceso electoral, por lo que habrá que esperar a que baje la espuma de la campaña para medir su verdadera voluntad negociadora en el día después.

LA POSTURA DEL KIRCHNERISMO

El kirchnerismo, por su parte, parece cómodo en su repliegue táctico, confiado en repetir el resultado del 7 de septiembre y seguro de haber asestado un golpe decisivo al Gobierno, con un “timing” que frustró los esfuerzos oficiales por borrar de las listas la presencia del fallido candidato José Luis Espert. Esta semana, se limitó a reflotar la mística de “Braden o Perón” y, en esa línea, a convocó a una caravana a San José 1111 pidiendo la liberación de Cristina Kirchner.

El Gobierno celebró —o respiró aliviado—, pero la escena que se vio en el Salón Oval de la Casa Blanca sintetiza décadas de desaciertos: un país que, al cabo de su vida institucional, no logra sostener una moneda estable y debe acudir a la ayuda de la nación más poderosa para evitar el colapso. Eso fue, en definitiva, lo que Milei —y millones de argentinos— tuvieron que escuchar de boca de Trump.

 

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