El Gobierno teme la fuga masiva de criminales hacía nuestro país

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El estallido de violencia en Río de Janeiro encendió las alarmas en Argentina. Tras los sangrientos enfrentamientos entre la policía y el Comando Vermelho, el Gobierno activó una alerta máxima en todas las fronteras con el país vecino.

“Vamos a disponer un cerrojo total. No puede haber ningún cruce de los que se están moviendo de lugar”, aseguró Patricia Bullrich desde la Casa Rosada, en una rueda de prensa improvisada que dejó claro el clima de tensión que se vive en el Ministerio de Seguridad.

La orden es clara: vigilar, controlar y bloquear cualquier intento de fuga de los narcos brasileños hacia el territorio argentino. Según la funcionaria, el operativo se extenderá especialmente sobre la Triple Frontera, donde se teme que miembros del Comando Vermelho intenten esconderse tras la masacre de Río.

“MIRAR CON CUATRO OJOS”

Bullrich habló sin rodeos. “Significa mirar con cuatro ojos a los brasileros que vienen, si tienen antecedentes o no. Es un modelo de alerta”, sentenció.

La ministra, que dejará el cargo el 10 de diciembre, confirmó que ya se trabaja junto a la Dirección Nacional de Migraciones para montar un “sistema de alertas” en tiempo real con las fuerzas de Brasil y Paraguay.

La Secretaría de Seguridad, a cargo de Alejandra Monteoliva —la funcionaria que suena como sucesora de Bullrich—, reforzó los controles en las zonas de frontera Este y Noroeste, bajo la hipótesis de un “desbande” de criminales.

“Se enviaron manuales de reconocimiento con señas y códigos usados por estos grupos narcoterroristas, para facilitar su identificación”, revelaron fuentes del Ministerio.

EL INFIERNO DE RÍO

Mientras tanto, Río de Janeiro sigue sumida en el horror. La Defensoría Pública confirmó 132 muertos y decenas de desaparecidos tras el megaoperativo policial en los barrios de Penha y Alemão. Vecinos describen escenas dantescas: cuerpos amontonados, casas perforadas por balas y patrullas incendiadas.

El BOPE, la unidad de élite brasileña, rastrea los cerros y zonas selváticas en busca de más cuerpos. Casi 2.500 agentes siguen desplegados. Hasta ahora, hubo 101 detenidos, 95 fusiles confiscados y media tonelada de drogas incautadas.

El propio presidente Luiz Inácio Lula da Silva, horrorizado por el número de víctimas, regresó de urgencia desde Asia y envió a Río a sus ministros de Justicia y de la Casa Civil para contener la crisis.

Con los ecos de la masacre todavía retumbando, las fuerzas federales argentinas ya reforzaron patrullajes y controles en los pasos fronterizos.

 

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