“La guerra del tusi”, la pista detrás de la masacre en Florencio Varela
Edición Impresa | 6 de Octubre de 2025 | 01:54

La investigación por el triple crimen de Brenda del Castillo (20), Morena Verdi (20) y Lara Gutiérrez (15) avanza con nueve detenidos, uno todavía recluido en Perú a la espera del proceso de extradicción, varios prófugos y muchos interrogantes, sobre todo respecto del móvil que desencadenó la masacre.
Sobre este último punto, pese a las distintas versiones y frases lanzadas desde los medios y las redes sociales, surgen cada vez con mayor nitidez la pista de una guerra narco vinculada al millonario negocio de la venta de la cocaína rosa o tusi.
Se trata de una droga sintética que en el último tiempo ganó mucho espacio en territorio argentino, por su precio accesible y el nivel de adicción que genera.
A pesar de su apelativo, esta sustancia no contiene cocaína en su composición. En realidad, el término cocaína rosa es un eufemismo engañoso utilizado por los traficantes de drogas como estrategia de marketing.
El color rosado de esta droga se logra mediante la adición de un colorante alimentario, generalmente un edulcorante.
Sin embargo, su aspecto no es más que una fachada atractiva, ya que su verdadera composición puede variar enormemente y resultar incluso mortal.
En la mayoría de los casos, lo que se vende como cocaína rosa no contiene el compuesto 2C-B, del cual deriva su nombre en inglés (“tusi”), sino una mezcla de otras sustancias psicoactivas como ketamina, anfetaminas, LSD, MDMA o cafeína.
Por esa combinación de sustancias, los consumidores nunca saben con certeza qué están ingiriendo, lo que aumenta significativamente el riesgo de una sobredosis u otras complicaciones graves.
Claudio Izaguirre, titular de la Asociación Antidrogas de la República Argentina, aseguró en una reciente nota que detrás de la enorme mayoría de los homicidios vinculados al narcotráfico hay “una guerra feroz por el control de la venta de Tusi”, con clanes criminales enfrentados por territorio y clientela en sectores vulnerables del Conurbano bonaerense y CABA.
“Pequeño J viene de una familia narco peruana y llegó para abrir una nueva boca de expendio”, señaló Izaguirre, al describir la lógica de expansión de estas organizaciones.
Según su análisis, los grupos dedicados a este negocio “entran y salen de los países como fantasmas, siempre por fuera de los radares”, lo que les permite mantener la provisión constante de estupefacientes sin ser detectados por las autoridades.
En ese marco, el especialista explicó que el tusi tiene una particularidad: “Es la droga más vendida y no se puede estirar; quienes la consumen saben que no está adulterada”.
Esa condición, agregó, hace que los niveles de demanda sean altos y que el control del mercado sea disputado con ferocidad.
Izaguirre sostuvo que la comercialización de la sustancia se da en dos variantes: la que llega de origen, directamente elaborada en laboratorios internacionales, y la que se confecciona en territorio argentino.
“Pequeño J llevaba adelante ambas modalidades, forma parte de una organización internacional dedicada a la venta de drogas, que le daba espacio propio para que tuviera su negocio”, puntualizó.
Según un experto, la cocaína rosa llega desde el exterior y también se fabrica en Argentina
El referente de la Asociación Antidrogas planteó incluso un costado cultural en la dinámica de venta: “Comercializan la droga como si fuera un hecho religioso, es como la venganza del Inca sobre el invasor, sobre el hombre blanco”.
Ese trasfondo simbólico refuerza la identidad de quienes manejan la distribución y legitima las acciones de violencia como un mecanismo de poder.
En relación con las víctimas del triple crimen, Izaguirre advirtió que muchas veces los clanes utilizan a jóvenes mujeres para tareas de logística, traslado o incluso como fachada.
“Hay un tema con las chicas, la prostitución y el ‘mexicaneo’ de la droga, que no pocas veces desemboca en ajustes de cuentas”, concluyó.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE