Duelo sin fin: “Aún nos cuesta creer lo que pasó”

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Decenas de personas se reunieron ayer al amanecer en el mismo lugar del sur de Israel donde dos años atrás, Hamás atacó el festival de música electrónica Nova y dejó 370 muertos. Las lágrimas fluyeron por los rostros de los presentes, mientras miraban los retratos de sus seres queridos tomados en bodas, vacaciones o bailando, muchos de ellos mostrando amplias sonrisas, pero con su año de nacimiento y de muerte en el pie de foto.

Dos jóvenes, que llegaron cuando aún era de noche al sitio cerca de Gaza, enrollaron porros mientras escuchaban tecno. A las 06:29 de la mañana, hora exacta en la que comenzó el ataque sin precedentes del movimiento islamista palestino el 7 de octubre de 2023, detuvieron el sonido para guardar un minuto de silencio.

“Nos fuimos diez y volvimos siete”, dijo Alon Musnikov, estudiante de Derecho de 28 años. “Hoy, dos años después, seguimos hablando de eso, pero aún nos cuesta creer que realmente pasó”.

Sean Davitashvili

Sus tres amigos, Yevgeni Postel, Lior Tkach y Sean Davitashvili, fueron asesinados en ese ataque que desencadenó la guerra actual, y él quiere que sus nombres sean conocidos en todo el mundo. “Vivimos con este trauma todos los días”, explicó con rostro serio, “es como si hubiera pasado ayer”. Vino acompañado de los familiares de los tres jóvenes, que no pudieron articular palabra porque estaban muy afectados. “Así es como vivimos desde hace dos años, y es la peor sensación del mundo”, afirmó Orit Baron, cuya hija Yuval, de 25 años, fue asesinada allí mismo. Recordó la noche previa, el 6 de octubre de 2023, cuando celebraban una festividad religiosa en familia y entre risas en la cocina.

La mujer, pese a vivir a más de 100 km, va a menudo a esta zona del desierto del Néguev, donde la antigua pista de baile del festival se ha convertido en una especie de cementerio. En postes, se alzan los retratos de las personas asesinadas o secuestradas durante el ataque de Hamás. A los pies de cada uno, yacen anémonas silvestres, unas flores rojas emblema del milagro de un desierto que florece, así como algunos dibujos de niños o banderas de Israel.

A sus 57 años, Baron dejó de trabajar para dedicarse a la memoria de su hija y contar su historia, la de una joven que acababa de comprar su vestido de novia y que murió junto a su prometido, Moshé Shuva, de 33 años: “Es muy importante que la gente conozca la verdad de primera mano”.

Mientras ella se dedicaba a limpiar el rincón de Yuval y Moshé y a arreglar las flores, otros encendían velas o besaban una foto. A lo lejos, se escuchaba el eco de los disparos de artillería y las explosiones procedentes de la vecina Gaza.

“Estoy aquí para estar con ella, porque es la última vez que estuvo viva, aquí con su prometido, Moshé”, dijo Baron, que llevaba un retrato de la joven pareja en un colgante de plata. Comentó que ya no oye los ruidos de la guerra: “La primera vez que estuve aquí, me asustó mucho, pero ahora ya no me afecta”.

“IMPERDONABLE”

“Cada vez que he venido ha habido explosiones y, sinceramente, en cierto modo nos gusta”, señaló Karen Shaarabany, que perdió a su hija Sivan, de 21 años.

“Por supuesto, me gustaría que todo esto terminara”, expresó esta mujer de 57 años, en referencia a la guerra en Gaza y a la destrucción de Hamás prometida por el gobierno israelí. “Pero mientras no termine, no quiero tranquilidad (...). “¿Por qué deberían tener tranquilidad (en Gaza)? ¿Por qué deberían tener una vida tranquila?”.

Yuval Baron y su novio

El calvario de su hija y sus cuatro amigas, que intentaron abandonar el recinto del festival cuando fue asaltado antes de verse obligadas a dar media vuelta, quedó grabado en su mente, minuto a minuto. Recuerda cada mensaje que le envió. El primero, a las 6:45: “Todo va bien”, decía. El último a las 8:10 y en el que describía “a los terroristas que les disparaban”. “Se escondían, ella tenía miedo”.

Sivan Shaarabany se marchó con cuatro amigas, solo una regresó con vida, aseguró su madre, mientras limpiaba meticulosamente cada uno de los memoriales de las cuatro jóvenes fallecidas en Nova. Contuvo el llanto y tenía mucho que decir, pero estaba muy emocionada, así que concluyó: “Lo que pasó aquí es imperdonable”. (AFP)

 

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