¿Qué es 764, el grupo satánico y neonazi que amenazó de hacer una "masacre" en la UNLP?

La Universidad Nacional de La Plata amaneció envuelta en un clima de pánico después de que un correo electrónico anónimo anunciara una masacre inminente dentro de sus facultades. El mensaje, dirigido a distintas dependencias de la UNLP, incluía fotografías de fusiles, cuchillos y un explosivo tono de odio. El autor prometía ingresar armado y “matar a todos”, mencionando la intención de transmitir el ataque en vivo. Ante el tenor explícito de las amenazas, la universidad decidió suspender sus actividades, activar sus protocolos internos y dar intervención inmediata a las fuerzas de seguridad.

Antecedentes

 

La particularidad del correo era la firma: el remitente se identificaba bajo un alias vinculado a la denominada Red 764, un grupo que en los últimos dos meses apareció asociado a advertencias similares enviadas a otras instituciones educativas en Argentina, como la Universidad Nacional de Tres de Febrero y la Universidad Católica Argentina. La referencia a una “matanza fallida” previa, mencionada en el mismo mensaje, reforzó la conexión con esos episodios y encendió todas las alarmas.

Según diversos informes policiales y análisis de ciberseguridad, la Red 764 opera principalmente en entornos digitales y no como una organización tradicional con estructura física establecida. Sus raíces se remontan a foros estadounidenses surgidos en 2020, donde convivían expresiones neonazis, estética satánica, discursos violentos y una fuerte actividad de captación de menores. Plataformas como Discord, Telegram, Roblox y foros cerrados funcionan como ámbitos de reclutamiento, manipulación y extorsión. Allí circulan rituales, desafíos suicidas, discursos que glorifican tiroteos escolares y mecanismos de coacción contra jóvenes vulnerables, a quienes buscan someter emocional o psicológicamente.

En el extranjero ya hubo detenciones asociadas a personas que se reivindicaban como parte de 764: jóvenes en Reino Unido acusados de inducir a otros a autolesionarse; captadores en España señalados por promover atentados; y miembros en Estados Unidos investigados por producción de pornografía infantil. En todos los casos, más que una organización jerárquica, la red funcionaba como una comunidad digital descentralizada donde distintos individuos actuaban bajo un mismo sello o estética extremista.

Esa característica es clave para comprender el caso argentino. Todavía no hay evidencia de una célula formal operando en el país. Las investigaciones preliminares sostienen que las amenazas podrían provenir tanto de usuarios realmente vinculados a la red como de imitadores o simpatizantes aislados que buscan generar impacto, caos o reconocimiento anónimo bajo una etiqueta temida. La firma “764” opera en muchos casos como un escudo identitario utilizado por personas que no necesariamente tienen un vínculo orgánico con quienes iniciaron el movimiento. Sin embargo, eso no reduce la peligrosidad: los expertos advierten que estos fenómenos se expanden por contagio, y que una sola persona con acceso a armas y motivación puede convertir una amenaza digital en un hecho real.

Un correo, la amenaza en la UNLP

El correo enviado a la UNLP reproduce patrones ya observados: un relato de humillaciones sufridas, fantasías de venganza, deshumanización de las víctimas potenciales y una detallada enumeración del armamento que supuestamente utilizaría el atacante. El autor no solo describe su plan, sino que busca justificarlo en una narrativa personal de resentimiento, algo común en los discursos compartidos dentro de las comunidades extremistas digitales. También menciona que podría atacar varias facultades, lo que obliga a las autoridades a desplegar operativos que abarcan más que un edificio puntual.

Para la universidad, el impacto es inmediato y profundo. La suspensión de actividades en pleno calendario académico afecta finales, cursadas, evaluaciones y la dinámica cotidiana de miles de estudiantes y trabajadores. Para las autoridades de seguridad, el desafío es aún mayor: rastrear el origen del correo sin señales claras, en un entorno de anonimato sofisticado, y determinar si se trata de una amenaza real, una maniobra de intimidación o el eco argentino de una red global que combina fanatismo, manipulación y violencia simbólica.

La pregunta que permanece abierta es cuán cerca está el país de pasar de las amenazas a los hechos. La diseminación de comunidades extremistas virtuales, sumada a la facilidad para replicar discursos violentos, obliga a las instituciones a prepararse para el peor escenario, aun cuando muchas de estas advertencias terminen sin materializarse. En el caso de la UNLP, el temor no radica solamente en la verosimilitud del correo, sino en la incertidumbre que instala: la idea de que cualquiera puede apropiarse de un nombre oscuro, enviar un mensaje aterrador y alterar la vida de una universidad completa.

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