La relación Milei-Macri, entre la alianza frustrada, la desconfianza permanente y alternativas en danza

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Mariano Pérez de Eulate

mpeulate@eldia.com

La reciente reconfiguración del gabinete nacional, que aún no se completa, dejó como uno de sus saldos la certeza de que el presidente Javier Milei le sigue escapando a la idea de formar una coalición de gobierno con quien aparece como su aliado más natural: el PRO de Mauricio Macri.

En todo caso, podría darse una alianza parlamentaria entre amarillos y violetas que estará siempre signada por la relación personal y política entre los dos líderes. Un vínculo, nunca fácil, que acaba de esmerilarse un poco más luego de la ya célebre cena en la que Macri se enteró de que Guillermo Francos, quien oficiaba de puente entre él y Milei, dejaba la jefatura de Gabinete e iba ser reemplazado por Manuel Adorni.

Macri cuestionó a Adorni -aún lo hace- pero no desde lo personal sino por sus quilates políticos, entendiendo que la nueva etapa del Gobierno tiene que estar marcada por la necesidad de articular consensos para sacar reformas estructurales pendientes y que el ex vocero no tiene, según esa visión, la suficiente dimensión para cargarse al hombro esa tarea.

Pero la verdad es que, como analiza el politólogo Andrés Malamud, Macri “se apuró” en blanquear su desencuentro con Milei en este punto en un posteo crítico que subió apenas dejó Olivos aquella noche de polémica. “Hizo el análisis de que cerraron totalmente el Gobierno y al otro día tuvo que sacar otro tuit reconociendo el mérito de Santilli y el significado que eso tenía para la apertura y la negociación”, explica Malamud.

En efecto, la designación de Diego Santilli en el ministerio del Interior, con la misión específica de negociar con gobernadores y legisladores, le aporta el peso político a esa faena que no tiene Adorni y viene a responder el reclamo del ingeniero de poner, digamos, un político profesional y de perfil dialoguista para construir puentes.

Por supuesto que no debe leerse el arribo de Santilli como una concesión al PRO. Aunque formalmente no se fue de ese partido, el “Colorado” hace rato cambió de jefe: ahora es el actual Presidente, claro, y la primera terminal antes de él es uno de los coroneles violetas. En rigor, coronela: Karina Milei.

Macri admite que la relación personal con Milei es buena y hasta de afecto. También, que está de acuerdo con el rumbo general del Gobierno. Sobre todo en materia macroeconómica y en el plano geopolítico, aunque el ingeniero, dicen los que lo conocen, cuidaría un poco más la relación con China, ese gigante comercial que compra productos primarios argentinos.

EL NO LUGAR DEL PRO

El gran tema que atraviesa la relación entre Milei y Macri, quien siente que es un poco artífice de la llegada del libertario por aquella alianza coyuntural anterior al balotaje de 2023, es el no lugar en el que quedó el líder del PRO desde entonces y que se ha profundizado luego del triunfo electoral libertario en casi todo el país en octubre pasado.

Es que Macri no es opositor, pero tampoco es oficialista. Tiene un bloque de diputados que de a poco está siendo cooptado por el espacio violeta, con el episodio de la fuga de los siete legisladores bullrichistas como ejemplo más reciente y brutal. Como escribió Fernando Coradazzi en este diario hace pocos días, Macri se siente incómodo en el lugar en que lo ha dejado Milei. En especial luego del triunfo electoral y proyectando cómo quedará conformado el Congreso desde diciembre, donde los violetas, si Santilli hace sus buenos oficios, serán un poco menos dependientes de las manos alzadas del PRO. Paradojas.

LA IDEA DE MILEI

Milei nunca renunció a la idea inicial, intelectualmente inspirada por el asesor Santiago Caputo, de ocupar en soledad el liderazgo del espectro de centro derecha y derecha de Argentina. No hay lugar para dos líderes de ideas liberales, aún con las ínfulas en descenso que pueda presentar Mauricio desde su rol de ex mandatario/consejero.

En este sentido, el Presidente parece haber moderado su pretensión inicial de aniquilar por completo al partido amarillo lo más rápido posible cuando aceptó la reciente alianza electoral con el PRO. Que, en rigor, resultó casi humillante para el macrismo, que aceptó lugares satelitales en las listas y renunciar a que el nombre del partido aparezca en las boletas.

Macri explica a los suyos que esa fue una decisión coyuntural adecuada y que ahora viene la reconstrucción del espacio que alguna vez gobernó la Nación, la provincia de Buenos Aires y la Capital Federal al mismo tiempo. Pero está claro que no podrá solo porque La Libertad Avanza no dejará de cultivar su perfil de “pac-man” político y seguirá apuntando a comerse figuras amarillas.

NUEVA ALIANZA

Fuentes que lo frecuentan comentan que Mauricio estaría pensando en explorar una suerte de nueva alianza al estilo de lo que fue Juntos por el Cambio -y antes de eso Cambiemos- con el PRO como columna vertebral. Imaginaría poder enhebrar acuerdos con cierto sector del radicalismo, el espacio de Provincias Unidas (fiasco electoral en octubre pasado pero donde está como operador su viejo amigo Juan Schiaretti, ahora diputado electo) y algunas figuras de partidos provinciales afines ideológicamente con un centrismo moderado.

Conformar, digamos, una suerte de masa crítica que apoyaría al gobierno libertario en el Congreso con ciertas reformas pero manteniendo una identidad conjunta desvinculada del color violeta. De paso, crear una suerte de tentación o esperanza a futuro para desalentar más “garrochazos” de los propios a las huestes libertarias.

Tendrá enfrente a un oficialismo que, se cae de maduro, pretenderá crecer en volumen político y, si las cosas económicas más o menos le salen bien, enfilará hacia búsqueda de la reelección presidencial. Momento en que Mauricio, que acaso en un exceso verbal adelantó que pretende que el PRO tenga candidato propio en 2027, deberá tomar otro tipo de definiciones.

 

Milei-Macri

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