Crecen las dudas sobre cómo fue la muerte de Epstein

Una nueva tanda de documentos explosivos publicados por el Departamento de Justicia de Estados Unidos vuelve a poner bajo la lupa la muerte del financista Jeffrey Epstein, el magnate caído en desgracia por comandar una red de abusos sexuales y pedofilia. Los archivos, revelados por The Washington Post, exponen un escenario inquietante: Epstein habría pasado sus últimos días con una vigilancia casi simbólica… pese a que presentaba un riesgo claro y documentado de suicidio.

Epstein murió el 10 de agosto de 2019 en una cárcel de máxima seguridad de Nueva York, enfrentando cargos que podían hundirlo en una condena de 45 años. Su caída fue fulminante: apenas 24 horas antes, miles de documentos habían reforzado las pruebas de abusos sexuales contra niñas y jóvenes. La autopsia oficial habló de suicidio por ahorcamiento. Pero ni eso logró frenar la ola de sospechas: desde congresistas estadounidenses hasta fervientes partidarios de Donald Trump alimentaron teorías de asesinato que jamás fueron respaldadas por evidencias.

La nueva publicación de documentos —obligada por una ley aprobada el mes pasado en el Congreso— vuelve a descartar el asesinato, pero desnuda algo igual de grave: una cadena de negligencias penitenciarias en un recluso que, según los mismos registros, debía estar bajo estricta vigilancia.

El primer intento fallido… y las alertas ignoradas

Los informes se detienen especialmente en el episodio del 23 de julio de 2019, cuando Epstein fue hallado semiinconsciente en el piso de su celda, con una soga alrededor del cuello. La escena, descripta en detalles crudos, habla por sí sola: personal penitenciario tratando de incorporarlo, esposando sus manos y piernas y trasladándolo en camilla. La evaluación médica reveló marcas en el cuello; las fotos incluidas en el reporte muestran a un Epstein desaliñado, vestido con una bata antisuicidio, la piel enrojecida por encima de la clavícula. Etiqueta del informe: “posible intento de suicidio”.

A partir de aquel episodio, el magnate quedó bajo un protocolo estricto: observación en intervalos de 15 minutos. Y las notas manuscritas de los empleados, ahora públicas, revelan un clima turbio. En una de ellas, Epstein asegura que su compañero de celda intentó matarlo. Un funcionario declaró lo mismo. El señalado: Nicholas Tartaglione, un ex policía. Pero los investigadores concluyeron que no había pruebas de agresión.

Contradicciones y una decisión que pudo ser fatal

Otro documento recopila los testimonios de un psicólogo que evaluó a Epstein durante las dos semanas posteriores. Según el reporte, el financista afirmó que “suicidarse iba contra su religión” y que “no le gustaba el dolor”. Sin embargo, días después, cuando se debatía si debía abandonar la unidad psiquiátrica donde estaba alojado, el psicólogo jefe de la prisión envió un correo urgente expresando su preocupación: temía que Epstein fuera degradado de “vigilancia por suicidio” a una simple “observación psicológica”.

El 30 de julio, Epstein salió de la unidad especial. Diez días más tarde, apareció muerto.

La nueva documentación no cierra el caso: lo reabre. No porque confirme conspiraciones políticas, sino porque expone un sistema que dejó solo a uno de los reclusos más vigilados —y más peligrosamente frágiles— de Estados Unidos. Y las preguntas, lejos de apagarse, vuelven a gritar.

muerte de Jeffrey Epstein

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE