Con el calor pueden llegar los riesgos en playas del río y el mar

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La llegada de jornadas con elevado calor y el inminente comienzo de la temporada veraniega imponen la necesidad de confiar en que habrá un mayor control por parte de los guardavidas y una correspondiente prudencia por parte de los bañistas que acudan a las playas del río y de la costa atlántica. Y desde luego que similares prevenciones deben aguardarse para el caso de las miles de personas que acudirán en busca de recreación y fresco a piletas de natación.

Tal como ocurre al comienzo de cada verano corresponde renovar los reclamos de prudencia dirigidos a los miles de turistas que colmarán las playas de la costa atlántica y, también, las más cercanas del Río de la Plata. Y,asimismo, convocar a las distintas autoridades responsables a intensificar las campañas de prevención que son necesarias para poner en alerta a los visitantes de los distintos balnearios, muchos de los cuales desconocen –otros, en cambio, parecen subestimar- los peligros que implican las aguas del mar y del río.

La exhortación abarca también a quienes acuden a los muchos espejos de agua, lagunas, lagos y, en el caso de nuestra región, a las numerosas cavas que actúan también como peligrosos lugares de supuesta recreación, que no disponen de recursos humanos y materiales para custodiar.

Cabe recordar –confiándose en que eso mismo no vuelva a suceder ahora- que en los mismos comienzos de las temporadas veraniegas anteriores se registraron experiencias muy graves, con casos de personas ahogadas o rescatadas heroicamente por los bañeros, pues se habían internado más allá de las rompientes en las playas atlánticas.

En el caso de Punta Lara se vino registrando en los últimos tiempos un promedio de tres salvatajes por dia, enfatizándose desde el cuerpo oficial de guardavidas ensenadense en que el mayor riesgo no residía tanto en las aguas del Río, sino en las anfractuosidades de una costa ganada en varios sectores por el suelo pedregoso, las depresiones y los vestigios de antiguos espigones.

Bien se conoce en las playas que, en su mayor parte, los salvatajes suelen ser demostrativos de la escasa prudencia con que actúan muchas personas. En el caso de Punta Lara la mayoría de los visitantes desconoce los peligros propios de nuestras riberas y, en consecuencia, se encuentran más expuestos a sufrir accidentes. Pero, en el caso del río, aún los que conocen el tema, inclusive gente del lugar -pescadores, bañistas, aficionados a la navegación- suelen ser víctimas sea de su propia confianza, de la imprudencia o de algunas características peculiares de la zona ribereña.

No es tanto lo que hace falta: informar a la población debidamente, hacer cumplir las normas y tener siempre presente, en particular los que llegan por primera vez al mar o al río, que las aguas no disculpan al imprudente. De todos modos, debería quedar siempre en claro que los riesgos de las playas son mucho menores que la temeridad que exhiben algunos turistas.

 

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