Feroz entradera en una vivienda de Romero: golpes, sangre y al hospital

Un hombre de 59 años fue abordado por al menos 4 delincuentes, que lo atacaron sin piedad para robarle plata

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Melchor Romero se convirtió en las últimas horas en epicentro de la inseguridad, con un hecho que por muy poco no terminó en tragedia.

El horror se desató en horas de la noche del pasado martes, en la zona de 521 entre 171 y 171 bis, cuando un vecino de 59 años fue víctima de un brutal ataque en su propio hogar.

La calma nocturna se quebró en cuestión de segundos, cuando cuatro delincuentes armados lo emboscaron con una violencia desmedida, mientras sacaba su vehículo del garaje.

Como si hubieran ensayado cada movimiento, un Chevrolet Corsa de color verde o azul apareció de la nada y bloqueó su salida.

El conductor aceleró lo justo para cerrarle el paso, dejando en claro que no se trataba de un error.

De inmediato, los atacantes descendieron con un solo propósito: someter a su víctima.

Sin dar tiempo a reacción alguna, comenzaron a golpear su vehículo con una furia incontrolable.

Vidrios rotos, golpes secos y gritos desesperados se mezclaron en medio de la penumbra. La víctima, acorralada y sin escapatoria, sintió cómo lo sacaban a la fuerza.

Manos desconocidas lo sujetaban con violencia, mientras el metal frío de un arma impactaba una y otra vez contra su cabeza hasta que el dolor nubló su visión.

Los delincuentes, sin piedad, lo arrastraron hasta el interior de su hogar, donde desplegaron su frenesí de rapiña.

Revolvieron cada habitación con una desesperación salvaje, como si tuvieran la certeza de que se iban a encontrar con algo grande.

Tiraron cajones, abrieron placares, desparramaron muebles y documentos.

Cada movimiento parecía calculado, como si supieran exactamente lo que estaban buscando.

La víctima, mareada por los golpes y la adrenalina, apenas podía procesar lo que estaba sucediendo.

Como si no fuera suficiente, los asaltantes se aseguraron de borrar cualquier rastro de su paso.

Antes de desaparecer en la noche, destruyeron el DVR que almacenaba las grabaciones de las cámaras de seguridad.

No querían dejar evidencias. No era un robo improvisado.

Cada paso dejó para los investigadores la sensación de que esta banda había planeado su accionar con precisión quirúrgica o, por lo menos, estaba entrenada.

Todo apunta a que se trataría de una organización experta en este tipo de ataques, delincuentes que llegan desde el sur del Conurbano para arrasar con lo que encuentran y luego desvanecerse en la sombra como viene sucediendo desde hace varios años.

Lo cierto es que los atacantes no dejaron más que caos y sangre en su camino.

La víctima, aturdida, apenas pudo reaccionar para pedir ayuda.

Al cabo de unos minutos arribó al lugar la Policía, que se encargó del primer auxilio.

Minutos después, una ambulancia del SAME llegó al lugar y los médicos encontraron al hombre en estado de shock, con profundas heridas en la cabeza.

Aunque estaba consciente, el impacto psicológico del ataque era evidente.

En este marco, el equipo médico que lo atendió decidió su trasladado inmediato al Hospital de Romero para someterlo a estudios más rigurosos que aseguraran que no había sufrido daños graves a nivel cerebral.

Allí, los médicos confirmaron que, a pesar de los fuertes golpes, se encontraba fuera de peligro. Sin embargo, las secuelas emocionales de la experiencia podrían ser aún más difíciles de sanar.

Mientras tanto, las autoridades trabajan contrarreloj.

Los investigadores analizan las imágenes de las cámaras de seguridad de la zona, intentando reconstruir cada segundo del asalto.

Se busca identificar a los agresores, confirmar si realizaron tareas de inteligencia previas y, sobre todo, encontrar la patente del vehículo en el que huyeron, un Corsa verde, una pista clave que podría llevar a la desarticulación de esta despiadada banda.

Los peritos también revisan el domicilio en busca de huellas, rastros de ADN o cualquier indicio que los asaltantes pudieran haber pasado por alto en su huida.

 

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