Acribillaron a balazos al temido “Negro Sombra”

Sergio Orlando Leiva Pérez, más conocido como “El Negro Sombra”, uno de los secuestradores más temidos del país, fue acribillado a balazos en Talar de Pacheco, partido de Tigre.

“El Negro Sombra” había sido beneficiado con la libertad condicional en 2019 por el Tribunal Oral Federal Nº 1 de San Martín, luego de haber cumplido dos terceras partes de pena unificada de 34 años de prisión por al menos ocho condenas por una cantidad de causas de secuestros extorsivos de los que, entre otros, fueron víctimas el padre del empresario Jorge “Corcho” Rodríguez, el padre del por entonces jugador de River, Leonardo Astrada, y Mirta Fernández, a quien le amputaron un dedo, además de sufrir abusos sexuales durante su cautiverio.

Según información oficial, el criminal fue baleado en Pasaje San Pablo y Marcos Sastre y si bien lo trasladaron a un hospital, falleció producto de las heridas recibidas.

Los primeros trascendidos dan cuenta de una pelea con dos sujetos, uno de los cuales efectuó los disparos.

La línea investigativa va en dirección de un ajuste de cuentas relacionado a la venta de estupefacientes.

El convicto tenía pulsera del Servicio Penitenciario colocada, pero, de igual forma, según los vecinos, “se manejaba por el barrio con total impunidad”.

En la investigación del caso interviene UFI El Talar, mientras elementos de la DDI San Isidro, con la colaboración de la Superintendencia de Seguridad Amba Norte I, ya trabajan en la búsqueda de los homicidas, que están prófugos.

El “Negro Sombra” fue un delincuente temible, que no se detenía ante nada en una época en donde el secuestro extorsivo era la moda criminal, la más lucrativa en el submundo, años antes de los “pibes chorros”, de chicos enfurecidos a mano armada en moto, de la era de los grandes traficantes y sus dealers y satélites y soldados en las villas del Conurbano y la Capital.

Todos le temían a los secuestradores. El secuestro era una industria. Y el “Negro Sombra” lo sabía. Quizá el caso más emblemático de su historial ocurrió en febrero de 2004, en un caso a cargo del fiscal Jorge Sica. Ernesto Rodríguez había sido retenido durante 43 días. Había pedido un rescate de unos 900 mil dólares, pero no pagaron nada.