Sigue la indefensión de los mayores y de los jubilados frente a la delincuencia
Edición Impresa | 20 de Abril de 2025 | 04:57

No pasa día en la Región en el que las crónicas policiales de este diario no reflejen un robo a jubilados o a personas mayores de edad, que permanecen totalmente indefensas frente al delito que las acosa. Ahora las últimas víctimas fueron un hombre de 82 años y su mujer de 84, que viven en la localidad de Lisandro Olmos y que fueron sorprendidos en horas de la madrugada por dos delincuentes que ingresaron a su vivienda.
Ocurrió lo de siempre: golpes y amenazas, con un despliegue de violencia inexplicable, con la exhibición de armas de fuego y luego el registro exhaustivo de la vivienda. Los malvivientes se llevaron 250.00 pesos, un televisor LED de 42 pulgadas y dos celulares. Cabe señalar que la vivienda se encuentra en la zona de calle 200 entre 43 y 44, que en las últimas semanas fue escenario de varios robos similares.
Además de poner el foco en el insólito ensañamiento con que son tratadas las personas mayores, naturalmente indefensas frente a delincuentes más jóvenes y fuertes, que los torturan muchas veces cuando no los hieren de gravedad o directamente los matan, es llamativa la incapacidad policial para prevenir estos episodios ante delitos cuyo modus operandi resulta calcado y que, por consiguiente, podrían ser evitados si se realizara un despliegue de mínimas tareas de inteligencia.
La recurrencia de los asaltos en perjuicio de personas mayores no sólo constituye un motivo de justificada alarma, sino que la incapacidad policial demostrada hasta ahora para neutralizar esta oleada violenta que se ensaña con la franja más indefensa de la población, debiera causar no sólo una profunda preocupación sino la puesta en práctica de políticas específicas, tanto investigas como preventivas.
Por razones que sería largo detallar, pero que son fáciles de imaginar, los jubilados y mayores de edad se encuentran más expuestos al delito y, sobre todo, a modalidades igualmente nocivas como las estafas digitales y cuentos del tío. Sin perjuicio de confiar en que exista una más efectiva presencia policial en las calles y un mayor celo del Estado para hacerse cargo de esta cuestión, se ha recordado ya muchas veces en esta columna que hace años, desde un organismo provincial, se impulsó una campaña de concientización.
Fue cuando el Instituto de Previsión Social desarrolló ciclos de charlas preventivas barriales, ofreciéndose recomendaciones a los mayores de edad sobre los mejores modos de actuar para evitar estos episodios. Sin embargo, esa campaña dejó de realizarse. Ahora, desde hace años, no se conoce que exista ninguna iniciativa en curso en las áreas oficiales o, inclusive, en el sector privado, destinada a promover los mecanismos y estrategias de prevención que puedan emplear los mayores de edad.
Sería importante no echar en saco roto, permanentemente, tantos antecedentes que, convenientemente sistematizados, podrían servir para defender mejor a las personas mayores, generándose eficaces fórmulas preventivas para frenar a la delincuencia.
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