“El Eternauta” llega a Netflix: otra vuelta al mito de Juan Salvo

Este miércoles llega a la pantalla la primera adaptación audiovisual de la historia creada por Héctor Germán Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López. La serie, dirigida por Bruno Stagnaro, lleva la acción al presente: es la última versión de un mito que ha mutado con el paso del tiempo

Argentina es un país joven, y entonces no tiene tantos mitos. Los hay, claro: San Martín, Gardel, Maradona, desde ya. Y de la ficción, sin dudas, Juan Salvo: argentinísimo héroe de un medio que supo tener enorme popularidad, la historieta, Salvo se pasa de padres a hijos, se enseña en las escuelas y ha llegado hasta la política.

Por supuesto, cuando eso ocurre, cuando algo deja de ser lo que es para pasar a ser mito, cada uno hace de ese mito algo propio. Personal. La adaptación a la pantalla de Juan Salvo, “El Eternauta”, tuvo que esperar más de 60 años, y hubo varios intentos fallidos, pero pocos también que se le atrevieron. Probablemente, por eso mismo: es un personaje, una historia, que cada cual ha hecho propio. Es como hacer una película sobre Maradona (que las hay, muchas): imposible dejar a todos contentos. Imposible incluso no ofender, no transgredir la imagen que muchos construyeron, el Diego personal de cada uno.

Bruno Stagnaro parece tenerlo claro: el director, cabeza de la adaptación de “El Eternauta” que llega este miércoles a la pantalla de Netflix, prefirió evitar todo intento de una “adaptación fiel”, y apuesta en la serie, de seis episodios y protagonizada por Ricardo Darín, a mostrar su Juan Salvo personal: la serie transcurre en la actualidad, Salvo está divorciado y es mucho más cínico, más desgastado por el paso del tiempo, que el Juan original, ese padre de familia casi idílico que conduce la resistencia en la Tierra a la invasión extraterrestre que comienza con esa nevada mortal.

La de Stagnaro, atravesada por una Argentina en crisis, es apenas la última versión del mito, uno de miles de Salvos posibles, y uno de varios Juan Salvo que han aparecido en las historietas: a lo largo del tiempo y de las diversas entregas de “El Eternauta”, con y sin Héctor Germán Oesterheld al frente, el mito de Juan Salvo ha reflejado diversas maneras de ver el mundo, distintas actualidades. Eso hacen, sin querer queriendo, los mitos.

La historierta comenzó a publicarse en la revista Hora Cero en 1957

EL JUAN SALVO ORIGINAL

“Siempre me fascinó la idea del Robinson Crusoe. Me lo regalaron siendo muy chico, debo haberlo leído más de 20 veces. El Eternauta, inicialmente, fue mi versión del Robinson”, cuenta en el prólogo a “El Eternauta” Héctor Germán Oesterheld, guionista de la historieta dibujada por Francisco Solano López que comenzó a publicarse en la revista Hora Cero en 1957.

 

Uno de los estrenos más esperados del año llega a Netflix este miércoles y de la mano de Darín

 

Salvo era Robinson, un explorador navegando aventuras, pero era también una versión bien argentina: Oesterheld trajo las historias de aventuras y ciencia ficción de la historieta a nuestro país, poniendo a Salvo frente a frente con los invasores en escenarios como la cancha de River Plate, y rodeado de compañeros de aventuras profundamente porteños. Escribiendo la historia, y también atravesado por un compromiso militante más profundo en un país que, hacia la década del 60, comenzaba a tomar temperatura política, Oesterheld contó que comenzó a darse cuenta que Salvo no es tanto el héroe como apenas el narrador de la historia, y que el héroe verdadero, en todo caso, “es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único héroe valido es el héroe en grupo, nunca el héroe individual, el héroe solo.”

SALVO MILITANTE

“El Eternauta II” se publicó en 1976. Oesterheld, para entonces, se había afiliado a Montoneros, y sus historietas reflejaban su compromiso político. Incluso, había realizado una nueva versión de “El Eternauta”, dibujada por Alberto Breccia, donde ya aparecía un enfoque más radicalizado, más politizado.

 

Tras varios intentos fallidos, la historieta finalmente, después de 60 años, llegará a la pantalla

 

“El Eternauta II” lleva entonces la marca de una época de sangre. Fue escrita desde la clandestinidad: Solano López dibujaba lo que Oesterheld escribía escondido y enviaba a través de terceros a la editorial. Y lo que mandaba era entonces mucho más alegórico que aquellas aventuras robinsoneanas: los invasores pasaron a ser símbolos de la opresión que atravesaba el país entonces y Salvo era un caudillo, que lidera al pueblo a la victoria contra el invasor. En un giro polémico, incluso, Juan no duda en mandar a otros personajes a la muerte o dejarlos morir, incluidas su esposa y su hija, Elena y Martita, para conseguir la victoria. Trágico vaticinio de lo que vendría: Oesterheld fue secuestrado en La Plata, ciudad en la que planeaba situar la próxima entrega de “El Eternauta”, en 1977, y para entonces ya habían desaparecido sus cuatro hijas, también militantes.

Ahora, las aventuras de Juan Salvo estarán ambientadas en el presente

JUAN SIN HÉCTOR

Sin Oesterheld, el éxito de la historia impulsó algunas continuaciones, aventuras sin orientación clara donde el mito fue mutando con el tiempo, con los tiempos. Francisco Solano López dibujó “El Eternauta III” y “El mundo arrepentido”: la primera, de 1983, fue una aproximación mucho más centrada en los viajes fantásticos de Juan Salvo, despolitizada, ciencia ficción “pura”; la segunda, de 1997, con guiones de Pol, recuperaba algo del aliento político en una Argentina que volvía a recalentarse.

Fueron años de reediciones del mito: Dos años más tarde de “El mundo arrepentido”, “Odio cósmico”, sin Solano López, intentó integrar las tramas y subtramas de todo lo publicado anteriormente. Y en 2003, Solano López y Pol ensayaron una nueva continuación: “El regreso” (y su continuación, “La búsqueda”), intentaba borrar los dislates de las continuaciones, ensayando una nueva segunda parte para la historia de “El Eternauta”. El año de publicación marca su temática central: Solano López, al que no le había gustado el giro radical de “El Eternauta II”, contaba en aquellos años posteriores al estallido que habían pensado la historia como una alegoría contra el poder económico.

Ricardo Darín será Juan Salvo

“EL ETERNAUTA” EN LA POLÍTICA

Poco tiempo después de aquellos últimos ingresos a la saga, la figura de Juan Salvo en su traje se volvió ícono, desprendiéndose incluso de su historia original, cuando en 2010, a poco de la muerte de Néstor Kirchner, se lo convirtió en el “Nestornauta”.

Los jóvenes camporistas que inventaron la fusión entre el ex presidente y el personaje de ficción le quitaron el fusil y la expresión en guardia al Salvo original: a través de su máscara para evitar la nevada mortal aparece un Kirchner sonriente.

La muerte convirtió en mito a Kirchner: para dibujarlo, sus militantes eligieron una imagen creada por un militante montonero, reivindicación del héroe colectivo y “eterno” en ese caminar, en ese luchar. Contaba María Seoane que le había preguntado a Solano López, antes de morir, qué hubiera pensado Oesterheld del “Nestornauta”: “Se hubiera ofrecido él a hacer una nueva historia y me hubiera pedido que la dibujara”, respondió él.

“El eternauta” fue, según Oesterheld, su propia versión de Robinson Crusoe

EL SALVO DE STAGNARO

“El Eternauta”, la serie de Netflix, llega una década y media después de aquella invención kirchnerista. Ante el trailer, algunas voces hoy oficialistas señalaron que la versión sería “woke”, politizada y “kirchnerizada”. Desde la vereda opuesta respondieron con aquella frase de Oesterheld sobre el héroe colectivo: el tironeo en torno al mito de Salvo, claro, está presente hace tiempo, desde su concepción quizás, y ha definido los vaivenes de la historieta a lo largo del tiempo, a la vez que ha reflejado esa grieta eterna que parece definir a los argentinos.

La versión de Stagnaro, sin embargo, se resiste a la simplificación: trae al presente a Juan Salvo para mostrar cómo han operado sobre la persona los últimos 40 años de historia argentina. Aquel héroe que era padre de familia y vivía en Vicente López una vida de clase media casi idílica ya no es posible, parece decir Stagnaro. Cada versión del mito lleva las marcas de su tiempo.

El Eternauta
Ricardo Darín

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