Sin tregua: un nuevo ataque contra periodistas

El Presidente volvió a la carga y justificó, además, la intimidación de Santiago Caputo a un fotógrafo. Condena de entidades

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La ofensiva que el presidente, Javier Milei, libra contra la prensa casi desde el minuto uno de su mandato no se toma descanso. Ni siquiera en el Día del Trabajador. Por caso ayer volvió a utilizar la cuenta de su red social predilecta, X, para repetir una frase que ha convertido en una suerte de lema cotidiano y que escribió en letras mayúsculas: “NO ODIAMOS LO SUFICIENTE A LOS PERIODISTAS”.

En rigor, esa sentencia sirvió como epílogo de una publicación con la que buscó desprestigiar al periodismo y, de paso, justificar la reciente intimidación del poderoso asesor presidencial, Santiago Caputo, contra un reportero gráfico que lo fotografió durante el debate de candidatos para la Legislatura porteña.

En ese serio episodio, el asesor que integra lo que Milei denomina “el triángulo de hierro” del Gobierno fue retratado de cerca por el fotógrafo Antonio Becerra, del diario Tiempo Argentino. Caputo se molestó y le tapó la cámara con la mano. “No me hagas fotos, sos un desubicado”, le dijo, según testigos. Después agarró la credencial que Becerra colgaba del cuello, la leyó y finalmente la fotografió con su teléfono.

No es la primera vez que el consultor que controla la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) y la Agencia de Recaudación (ARCA) protagoniza una polémica de este tipo. Ya en marzo pasado había quedado envuelto en un escándalo cuando, al término de la apertura de sesiones parlamentarias, increpó al diputado radical Facundo Manes por cuestionar las medidas de Milei. El radical denunció entonces al asesor por el presunto delito de “amenaza coactiva” y ayer amplió esa presentación para incluir la intimidación al fotógrafo.

Repudio y reacción

“En un contexto de ataques permanentes contra la prensa crítica y en un país cuyo primer mandatario repite casi a diario que la gente ‘no odia lo suficiente a los periodistas’, el asesor presidencial Santiago Caputo intimida deliberadamente a un reportero gráfico por haberle sacado una foto, acreditado en el marco de su trabajo y en un acto público”, repudió Amnistía Internacional.

También el Foro de Periodismo Argentino (Fopea), que días atrás difundió un informe en el que advirtió sobre el aumento de las agresiones al periodismo y puso al Presidente a la cabeza del ranking de atacantes, expresó su rechazo a “la actitud intimidatoria” de Caputo.

Pese a ello, el Presidente optó por responder en sus redes con una serie de preguntas retóricas contra la prensa. En una de ellas, planteó: “En caso que la persona abordada por las cámaras sea de conocimiento público que es fotofóbico, ¿es lícito que el camarógrafo le ponga luces en la cara sabiendo que daña los ojos de la persona?”. Algo que al parecer el asesor presidencial nunca reveló.

Más insólita fue la explicación que ensayó el vocero Manuel Adorni, quien el miércoles dijo que Caputo solo quería los datos del fotógrafo para “ver si había salido bien o no en la foto”. Algo que podría haber comprobado en el acto con solo solicitarle al reportero que le mostrara la imagen en la era digital.

En el Día del Trabajador, el Presidente volvió a arremeter también contra “los periodistas ensobrados” y acusó que “aquellos que lloran un ataque contra la libertad de expresión son la basura más inmunda del periodismo que pretende mentir con total impunidad”.

En la serie de preguntas que publicó en X buscó atentar también contra el trabajo periodístico, al sugerir: “Si una persona no tiene ganas de hablar con el periodismo ¿hay una ley que lo obligue”. Agregó en una línea siguiente: “Si una persona le manifiesta a los periodistas que no quiere hablar con ellos ¿tienen los periodistas derecho a perseguir, hostigar y acosar a una persona para tener una respuesta?” y sumó: “Frente a la no respuesta ¿tienen los periodistas derecho a golpear a la persona con el micrófono en la cara?”.

En el mismo tono, acusó: “¿Es lícito que los periodistas mientan, calumnien e injurien sin permitir que la persona agraviada pueda defenderse? ¿Y si además el periodista recibe fondos públicos para hacerlo?”.

Según Milei, “todas estas cosas el periodismo las hace regularmente y hasta la llegada de las redes sociales con impunidad total y absoluta. Por eso odian a las redes sociales. Hoy no pueden extorsionar y chantajear. Sus ingresos caen y por eso pegan”, dijo, acaso sin conocer que la mayoría de los trabajadores del sector vive de los salarios (muchas veces magros) que percibe en las empresas periodísticas para las que trabaja, que son las que terminan definiendo la línea editorial del medio y cuya caída de ingresos termina afectando directamente a los periodistas a los que el jefe de Estado ataca.

Luego, en una entrevista radial, el Presidente insistió en que “lo que molesta no es la opinión, sino la mentira”.

El problema es que, de acuerdo a su perspectiva, una gran parte de (sino toda) la prensa miente y por tanto merecería ser blanco del ataque que se vierte desde la primera magistratura. Ese que en estos días sufrieron periodistas de renombre como Carlos Pagni, Jorge Fernández Díaz y Joaquín Morales Solá, por solo citar algunos casos de colegas contra los que el mandatario se ensañó en las últimas horas convencido de que, como viene invocando, “no odiamos lo suficiente a los periodistas”. Confesión peligrosa: la primera persona del plural revela su aversión a la prensa, que, admite, no es “suficiente” y, por tanto, obliga a otra pregunta inquietante: ¿Dónde está el límite?

“No odiamos lo suficiente a los periodistas”, la inquietante frase que proclama Milei

 

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