La Libertad Avanza y el PRO, un pacto tras el fuego cruzado pero la mira está en 2027

Mariano Pérez de Eulate

Por su implicancia simbólica, toda la política nacional del espectro no peronista esta surcada en estos días por las conversaciones en torno a una posible alianza entre La Libertad Avanza y el PRO en la provincia de Buenos Aires. O, lo que es igual, por el eventual entendimiento entre Javier Milei y Mauricio Macri después del intenso fuego cruzado que rodeó la reciente elección porteña, consagratoria para el oficialismo nacional.

La pelea electoral bonaerense, con fecha 7 de septiembre por el desdoblamiento de los comicios nacionales que dispuso el gobernador Axel Kicillof, asoma crucial tanto para el peronismo, que pone en juego aquel triunfo de 2023 en contra de la ola nacional violeta, como para los libertarios. En este último caso, no tanto por lo que implicaría en términos de crecimiento o retroceso en la Legislatura provincial, sino por su dimensión estratégica.

La mira en 2027

Es que para entender lo que está pasando en el espectro no peronista, hoy íntegramente centralizado en Milei por más que le pase a Macri, hay que proyectar de acá a dos años: el Presidente pretende quedarse con la Provincia cuando haya que renovar autoridades en 2027.

Es una obsesión de la mesa chica del poder, de aquel triángulo de hierro que digita la estrategia política libertaria conformado por el propio jefe de Estado, la hermana Karina y el asesorísimo Santiago Caputo. Por eso para LLA las elecciones de este 2025 en Buenos Aires, tanto la de cargos nacionales como las de puestos provinciales, emergen como un objetivo táctico imprescindible en aquella estrategia futura de conquista del sillón de Dardo Rocha.

El capítulo de la pelea porteña con el PRO ya quedó atrás. Milei le ganó a Macri (a los Macri), que era el verdadero adversario a vencer en ese distrito para dirimir el liderazgo de la centroderecha local. Pero en la Provincia el rival no es la fuerza amarilla, objetivamente debilitada luego de lo ocurrido en CABA, sino el pero/kirchnerismo, que gobierna el principal distrito del país y, encima, cocina desde el manejo del Estado provincial la potencialidad de un candidato a la Presidencia, Kicillof, que pretende ser la superación del cristinismo duro.

Por eso en las últimas semanas, antes de las elecciones porteñas, en la cúpula de La Libertad Avanza comenzaron intramuros a flexibilizar aquella premisa “innegociable” que en su momento se desplegaba como amenazas, filtros, para mantener una identidad partidaria “pura”, refractaria a acuerdos políticos que emparentaran al mileísmo con “la casta” tradicional.

Es verdad que, como premisa madre, se mantiene la postura de no hacer un frente electoral tradicional, entre dos o tres partidos, orgánico, al estilo de lo que fue Juntos por el Cambio y, antes de eso, Cambiemos. Que es lo que pretende Macri, en su intento de que la marca amarilla tenga sobrevida política en el distrito más grande del país.

El reclutamiento de dirigentes

Los violetas no quieren ningún nombre de fantasía aliancista. Es La Libertad Avanza o nada. Por eso la tarea de procurar el reclutamiento de dirigentes individuales. Arrancaron con los del PRO y ya lograron varias adhesiones públicas. Vendrán otras. Porque también se mira a la UCR.

Es que, ¿puede darse el lujo la Casa Rosada de rechazar incorporaciones amarillas o radicales -el otro partido opositor con fuerte presencia bonaerense- para replicar en la Provincia la “pureza” que tuvo la lista de legisladores de LLA en la reciente elección porteña? La respuesta es No. Por eso, el nuevo eje estratégico del mileismo en Buenos Aires es trabajar para unir a la mayor parte del no-peronismo como única forma de ganarle al oficialismo provincial. Lo que incluye al PRO y a un sector fuerte de la UCR, como mínimo.

Es un cierto viraje ecuménico respecto a lo que se percibía algunas semanas atrás. Impulsado sobre todo, según fuentes oficialistas, por el asesor Caputo. Karina, que hegemoniza el armado bonaerense a través de Sebastián Pareja y pregona la idea de que la marca LLA se impondrá aún sin candidatos rutilanes, sería más reticente y ese es un tironeo que debe ser resuelto por el propio Presidente en algún momento.

Semanas atrás hubo reuniones secretas entre Caputo y discretos operadores del sector del radicalismo provincial que responde al senador Maximiliano Abad, que espera una resolución judicial para asumir formalmente la conducción partidaria a través de la figura del ex intendente de Trenque Lauquen, Miguel Fernández. Las reuniones con los del PRO son más comunes desde hace tiempo, sobre todo con el karinista Pareja.

El otro sector radical, que a nivel nacional se referencia en Martín Lousteau y a nivel provincial tiene dirigentes de peso como el diputado Pablo Domenichini, jamás se acercarán a los libertarios. “Milei es el límite”, explican en ese espacio. Posible fractura radical en puerta.

El termómetro de la opinión pública

Volviendo a los mileístas, lo que tiene Caputo que no tiene Pareja es un gigantesco y minucioso esquema de termómetro de la opinión pública, a través de encuestas tradicionales, análisis de redes sociales e información localizada en cada distrito que lo han convencido de virar a cierto pragmatismo político coyuntural. Siempre con la vista puesta en el estratégico 2027. La Provincia no es la CABA. En Buenos Aires LLA no puede darse el lujo de tener al PRO, a la UCR, incluso la Coalición Cívica, por afuera del redil. Por eso se piensa en un esquema de “adhesiones”, truco semántico con el que la Rosada pretende contentar a todos.

Pero sobre todo, la discusión interna en LLA (léase Karina vs. Caputo) es la eventual cesión de lugares al PRO y la UCR en las listas seccionales y locales. Los libertarios saben bien que en muchas sesiones electorales los candidatos más taquilleros son los amarillos o los boinas blanca. Y estarían dispuestos a ceder cabezas en las nóminas si se aceptan los términos de hacer primar el color violeta y la simbología libertaria. Se trata de reunir al anti-kirchnerismo. Que no sería tan difícil porque hay muchos alcaldes radicales o macristas enojados con el gobernador Kicillof por el tema del reparto de fondos.

Un paso clave

Así, tratar de conseguir un triunfo global en septiembre para la Legislatura y los concejos deliberantes alineando al menos a LLA, el PRO y parte de la UCR, se asume como un paso clave para, poco más de un mes después, el 26 de octubre, también tratar de imponerse en la elección de diputados nacionales al PJ. Por ahora, para esa elección el crédito de la Rosada es José Luis Espert.

En espejo, el PJ teme justamente que una derrota general en septiembre, con posible triunfos locales de algunos caciques distritales peronistas, actúe como desmotivador de la pelea de octubre.

Es en este contexto que hay que leer la reciente llamada pacificadora que tuvieron Milei y Macri vía telefónica (el ex presidente delegó en Cristian Ritondo “cerrar el mejor acuerdo posible”, a pesar de lo de CABA), y la frase del vocero Manuel Adorni, el día de su triunfo porteño, cuando habló de “tabula rasa”. Y la declaración del Presidente el viernes a la noche, cuando habló de que quiere avanzar con un acuerdo con el PRO.

Acuerdo Libertad Avanza PRO

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